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junio 22, 2025

La Primicia Noticias

Una Nueva mirada

La jubilación y los escozores de la libertad

Por: Pedro Conrado Cudriz

La jubilación es la liberación de la esclavitud laboral por derecho. En la esclavitud clásica el esclavo moría sometido por el amo, es decir, moría esclavo. El mundo ha evolucionado tanto desde aquellos tiempos, igual la esclavitud. A uno hoy no lo cazan como pato ni le ponen un revolver en la cabeza para obligarlo a trabajar. No. Vamos solícitos a buscar “amo.” Es una nueva relación laboral, llamada hoy neo-esclavismo, porque es voluntaria.  

Borges, el escritor argentino, decía que los que no tienen dinero se pasarían la vida buscándolo, otra cosa es lo que piensan los que lo tienen de sobra, porque nos compran nuestra fuerza de trabajo y nos someten a las reglas de la empresa. Así nos convierten en una nueva clase de esclavos, los contemporáneos, los neo-esclavos. 

Bueno, es el sistema capitalista neoliberal – siempre ha sido salvaje- el que ha terminado perfeccionando la explotación humana: las 8 horas de trabajo, la supresión de las horas extras, la tercerización, los malos salarios, el estrés laboral, etc. Y lo peor: El Estado nacional es el creador de la explotación del hombre por el hombre. 

Como dice la francesa Corinne Maier en “Buenos días, pereza,” este sistema tiene sus tretas y sus discursos espurios para alienar al individuo y también para crear estados de pasividad extrema en el trabajo a través de horas de ocupación seguidas e intensas, disciplina y estrés laboral. El discurso empresarial es solo discurso, con sus temas y matices conocidos, y sin embargo, no le sirve al sujeto trabajador ni a la misma empresa. El impacto social es muy pobre. Con sus galimatías discursivas sobre- explotan al trabajador, lo obligan a memorizar el discurso de la entidad e imponen maneras de ser, de vestir y horarios de trabajo para el sometimiento. A esas cosas se atreven llamarlas cultura institucional, una jerga que a nadie le interesa interiorizar.  

Ahora, el grave problema para el individuo trabajador capturado por el sistema laboral, es el sometimiento absoluto, que bloquea la respiración y le cercena los sueños de la vida al sujeto, porque el régimen laboral tiende a acaparar y ocupar el cuerpo, la mente y los sueños del individuo. ¿Cómo escapar de esta trampa? Hay una minoría de locos que se inventa sus maneras de ser para escapar de las ruinas espirituales del régimen de trabajo. 

Dice Corinne Maier: “… la empresa no suele ser escenario de pasiones nobles como el coraje, la generosidad o la entrega abnegada al público. No nos hace soñar… Es cruel.” 

Cuando nos pensionamos escapamos de esta estructura de poder normalizada de explotación humana. A ella le hemos dedicado un cuarto o media vida por la mera sobrevivencia biológica. Existen los agradecidos y están los que persisten en sus puestos de trabajo a pesar de cumplir con los requisitos de jubilación. Pero siguen ahí, tiesos y majos. Me pregunto si saben lo que es la libertad o si alguna vez se sintieron libres de la opresión de cualquier tiranía. Definitivamente la libertad no tiene precio y es una filosofía de vida para valientes. Cuando se pierde por cualquier circunstancia, el ser es consciente de su valor moral. Recuperarla como los esclavos clásicos -o para no ir muy lejos, como lo hicieron los Palenques entre nosotros- es la última obsesión del individuo rebelde.  

El jubilado es, después de todo, un promotor de la libertad humana, vuelve a tener veinte años y como el pájaro escapado de la jaula, vuela alto, lejos de las mazmorras del opresor. Es otro triunfo político, no cabe duda, porque la libertad es eso, un triunfo político y también contemplativo.