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junio 20, 2025

La Primicia Noticias

Una Nueva mirada

El placer de escribir un artículo de prensa

Por Pedro Conrado Cúdriz

 “Para mí, la vida es la vida, que son mis amigos, mi mujer, y también la escritura”

Daniel Pennac

Hay dos cosas que me gusta hacer a diario: leer y escribir, y en verdad no sé cuál de las dos me produce mayor placer, porque al escribir también se lee; porque escribiendo uno culmina leyéndose a sí mismo. Me atrevo a decir, contrariando las ciencias de la psicología, que entre más me conozco, menos me conozco. He ahí la problemática de señalar el factor de identidad a través de la lectura y la escritura.

Esta digresión apunta a la sustancia o a la esencia de lo mío, que es la escritura.

Los columnistas de opinión apreciamos la fina paciencia de los lectores, que, al buscar explicaciones, quedan atrapados en las piolas del texto; leer va más allá del pretendido orgullo de ser inteligente y famoso.

Un artículo de prensa es un formato encapsulado, hechura en concreto, que no le permite al columnista mayores dribles. Sólo lo justo para poder expresar en quinientas o setecientas palabras, lo que uno quiere, o desea que el lector lea en la columna. La inconformidad salta como un león al acecho y obliga buscar la manera de acoplarse para poder tener la libertad de correr por todo el estrecho campo y poder ensayar ágilmente una escritura que dé lugar al esclarecimiento de la realidad.

Desde Muñoz Molina, transitando por el verbo de Juan Carlos Onetti, hasta llegar al español, Juan José Millás, la búsqueda es un continuo infinito, que evoluciona hasta la intención de escribir un texto legible, porque la literatura “puede darse en cualquier texto maravillosamente escrito y bien fundamentado”, según Gabriel Zaid. Sin embargo, después de leer atentamente sobre las novedades, lo particular del tiempo presente y las generalidades del pasado, uno queda abandonado en una isla de soledades antiquísimas, en la que lo único que puede salvarlo a uno es la pluma para poder enfrentar la hoja en blanco y garabatear todo lo que es posible hacer para comprender un mundo que se ha vuelto ininteligible para un hombre que tiene serias dificultades para entenderse a sí mismo.

Y no es cuestión de hacer el esfuerzo imposible de comprender el destino humano.

La cuestión es cómo hacer para compartir con el lector los miedos y las dudas que nos acechan cuando asociamos al poder de Estado las imágenes mediáticas de la violencia en los medios televisivos. O cómo comprender el actual gobierno de transición y todo lo que hace para sobrevivir en medio de una oposición irracional y mediocre.

Los columnistas debemos escribir con las tripas para que el lector sienta la pasión del que escribe. Es decir, sin las tonterías de los magazines de moda, y sin los tiempos vacacionales de los turistas del mundo. No, no tenemos la pretensión de salvar nada; la hechura de nuestros artículos, son como aquellos poemas que alguien lee y al cabo de algún tiempo olvida, porque, así como la belleza es olvido, igual cualquier reflexión por muy lucida y perdurable que se pretenda, cae en ese pozo sin fondo de la desmemoria histórica, que desafortunadamente no nos salva de la tiranía del dolor. En este juego de la escritura, la clave está en la transmisión de la pasión y el placer de leer, que debe estimular la mente creativa del lector, quien, además, debe abandonarse al acto cómplice al que aludía con inteligencia literaria, Cortázar, el gigante argentino, cuando explicaba las razones por las cuales se escribía y se leía un cuento.