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octubre 20, 2025

La Primicia Noticias

Una Nueva mirada

La locura del presidente de Colombia

Por: Pedro Conrado Cudriz

Para el hombre normal la vida trascurre sin sobresaltos, y es feliz si nada altera su normalidad. Definitivamente no es un loco, es un sujeto domesticado, el idiota útil, instrumentalizado por el poder.

El desvío no es solo rebeldía, es desobediencia, aunque estés solo, aunque te sientas solo, aunque te quedes solo y contra el mundo. Esta es una de las virtudes excelsas de la locura, la soledad y la desobediencia, porque el vivir entre humanos es una calamidad compartida, una realidad mal hecha, un mundo mal dividido por la mayoría cuerda.

Los locos son los que transforman mundos, son creativos, propositivos, rebeldes, nada santos. La intervención de Petro en Nueva York, especialmente en las calles de esta ciudad es muy singular. Lanzar la voz rebelde a la soldadesca yanqui es provocadora y una postura de locos libertarios, inaceptable para mucha gente cuerda. En la mente del Presidente estaban todavía frescas la obediencia de los soldados nazis ante las órdenes de mando, como en el ejército israelí hoy.

No tengo idea de cuántos soldados alemanes se suicidaron o fueron llevados a psiquiatría. Lo que sí se sabe es que hubo objetadores de conciencia, como está ocurriendo hoy en el ejército israelí; además de los suicidios de más de cincuenta soldados.

Lo que se sabe también es que los suicidios y los objetadores de conciencia terminan minando la motivación de la participación en la guerra. El horror provocado en Gaza es inhumano e inaceptable. Rompe la cordura de la normalidad, enferma la mente. Y esto fue lo que aprovechó Petro en Nueva York.

“Mi anormalidad hasta hoy no es patológica, ni social ni psiquiátrica. Es de otra clase, esa que se origina al observar el mundo y la vida de los hombres, y al vivir la realidad la escribo, la conceptuó y la comparto en contravía muy lejos del pensamiento común e indiferente del cuerpo masa llamada mayoría; de aquellos que siguen comiendo en el mismo plato viejo de los días, aunque el recipiente esté fundido en la desesperanza y la desesperación de lo mismo de lunes a sábado y en los rituales repetidos e indoloros que lastiman las heridas del alma de la vida.”