Por: Pedro Conrado Cudriz
En el 2011 me salvé por un pelo. Milagro. Si, ya sé, que ahí sigue vivo el mito de la Biblia, la resurrección de Jesús.
Les cuento la carnicería, me abrieron el pecho, extrajeron el corazón tembloroso y abrieron otra herida en la pierna izquierda para cercenar las venas podridas de grasa. Sin embargo, previamente, tal vez por piedad, humanidad, qué sé yo, me doparon y me enviaron a un pozo sin fondo negado de la realidad.
Total, no pasé ni vi el túnel lleno de luz que algunos, ante la experiencia de la muerte, cuentan.
Me ingresaron a la sala de cirugía abierta en completa oscuridad, en estado de inconsciencia programada, en traje adánico. Milagro, resucité por la ciencia médica, algo que sigue siendo todavía extraordinario.
Para molestarle la vida a los amigos escribí una carta de despedida fundada en el humor negro, pues yo estaba convencido que regresaría al planeta tierra, al mundo caótico nuestro a pesar de todo.
¿Por qué les cuento esta experiencia con la muerte? Para poder introducirlos en el tema de la salud humana, que requiere de un cuidado especial y la adquisición de hábitos de estilo saludable y cierta filosofía existencial.
Estoy asistiendo al parque El recuerdo, los lunes, martes y miércoles, jueves y viernes. Se suda con alegría estoica y desbordante del estrés positivo. Confieso que he abandonado un poco la cicla, un “automóvil” que me ha acompañado toda la vida.
Creo que entre los asistentes hay varios compañeros que no tienen perfectamente claro las relaciones entre el estilo de vida y los resultados del ejercicio físico. En otro de mis artículos para La Primicia digital de Santo Tomás, conté la relación del ejercicio físico y la literatura; recuerdo que compartí la experiencia del escritor japonés Murakami con el atletismo. Es que escribir una novela es como quién corre 30 kilómetros sin dormirse.
El estilo de vida es mucho más que hábitos; cómo lo digo, es la asistencia diaria al parque El Recuerdo para la realización de una fuerte actividad física, auspiciada por la gobernación y la alcaldía de Santo Tomás.
Creo que debemos tener claro el por qué nos levantamos tan temprano, antes de la 5 p.m. ¿Cuál es la meta a cumplir? ¿Bajar de peso? ¿Matar el sedentarismo? ¿Por bienestar y salud? ¿Por ataraxia o tranquilidad? ¿Para llegar bien de salud a la inmortal edad de los 100 años?
La existencia humana está cargada de problemas existenciales relacionados con la convivencia diaria, o con la manera como tejemos los hilos de las relaciones humanas con el otro. Recuerde el hambre, la pobreza, la riqueza desmedida de la minoría, la violencia de todo tipo. Más allá o más acá están los temas del amor, el odio, las preguntas existenciales y aquellas que nos interrogan: ¿quién soy yo? ¿qué hago aquí? ¿qué sentido tiene mi vida?
A veces estos problemas de la vida nos arrinconan y nos dejan exhaustos e impotentes, creando un vacío en el vivir humano, un hueco inmanejable. Es decir, si no se tiene un mapa guía para transitar el camino, el individuo estará tan perdido como el hijo de Lamber.
Parálisis en la mitad de la oscuridad.
Los neurocientíficos como Wendy Suzuki nos informan que el cerebro pesa el 2% del total del cuerpo y consume el 25% de energía (glucosa). En el acto de pensar y crear también se consume energía. Esa es una de las razones del cansancio del trabajo intelectual, que requiere ejercicios de relajación (movimientos blandos y pausados) cada hora para potenciar la creatividad.
Lo que se sabe es que en el sedentarismo la energía que no se consume va directo a la bolsa de la grasa. Resultado: aumento de peso.
Recuerden que antes, entre las sugerencias para mantener sano el cerebro, se recomendaba la actividad cognitiva, lecturas, aprender un nuevo idioma, llenar crucigramas, aprender a tocar un instrumento musical, etc.
Esto ha cambiado hoy, porque el ejercicio físico es el que lleva ahora la bandera. Sigue la actividad cognitiva y luego la microbiota intestinal.
Lo cierto es que lo más potente para activar el cerebro, es el ejercicio físico. En primer lugar, porque tiene efectos en el estado de ánimo al estimular los neurotransmisores como la serotonina, la dopamina, la noradrenalina y la endorfina.
No sé sí son conscientes de estar concentrados en los ejercicios físicos y colateralmente olvidar la vida que llevamos con su carga de problemas. Es algo así como meditar, hacer yoga. Potencia la atención y la concentración. Hay que dejarse llevar como la barca abandonada en el río. Por eso, además de ser importante, es una actividad física seria y no en el sentido de acartonamiento.
La conclusión es que el ejercicio constante mejora la vida del cuerpo, porque estimula la aparición de nuevas células, que las “erotiza” o las excita para los circuitos de la memoria. Otro resultado: nos sentimos vivos, actuales, mejores psicológicamente hablando, voluntariosos.
Vida sana, larga vida, decían los griegos.
El estrés positivo o eustrés permite identificar una serie de actividades que redundarán en el ser humano, en su desarrollo biosicosocial, que abarca las emociones, el desarrollo físico y fisiológico, y el social. Lo opuesto es el distrés, estrés negativo, causado por los excesos de comida, sedentarismo, falta de inteligencia emocional. En sí misma, la palabra estrés, como tal, no es negativa ni positiva. El estrés es el concepto básico del Síndrome general de adaptación, teoría expuesta por el canadiense Hans Selyie. Por otra parte, lo malo del estrés – porque todos lo padecemos, bueno y malo – es no saber cómo manejarlo. En la actualidad, el manejo del estrés recurre a conocer y ejercitar técnicas para reducirlo: meditación, caminatas, deportes, hábitos saludables, vida social, inteligencia emocional. Cuando hacemos caso omiso al estrés, este mina la salud de la persona progresivamente a partir de ciertas fases: Reacción de alarma (señales como taquicardia, presión alta intempestiva, alteración de los valores fisiológicos a través del ejercicio); Etapa de la Resistencia (Adaptación a las señales mencionadas, viéndolas como algo anormal, evidenciando adaptación); y la etapa del agotamiento (surgen patología críticas: infarto, burnout, sobrepeso con sus implicaciones). Estimado Pedro, este tema es muy bonito a profundidad, porque está presente en todos los ámbitos de la vida cotidiana: el amor, estudios, desempleo, deporte. Al final, es desarrollar la conciencia de sí y hacer un alto en el camino, desapareciendo de sí, en un aislamiento necesario, pero saludable, de aquellas actividades y relaciones estresantes, como describe David Le Breton.