Por: José Alfredo Fruto Muriel
Escribo estas líneas sin mayores pretensiones, tampoco pensando que se conviertan en un tratado o material de análisis. Seguramente todos lo saben, pero por asuntos de emociones, pasiones y en algunos casos fanatismo lo olvidan.
He pasado 29 años de mí vida en Bogotá, de los cuales 22 han transcurrido entre los fortificados, viejos, enigmáticos y hasta misteriosos salones del congreso de la república, cuyo eco en una tarde gris de jueves o viernes cuando no hay plenarias, logra erizar la piel. Así las cosas, durante este largo tiempo, repartido entre Cámara de Representantes y Senado, con presidentes y congresistas de todas las tendencias, colores, concepciones filosóficas, matices, provenientes de todos los rincones de la patria, algo he visto, escuchado y conocido.
Por ello deseo dirigirme a mis paisanos de Santo Tomás y otras partes que libran una lucha intestina, sin cuartel, virulenta, agresiva, desproporcionada, bañada de odio, con marcada rivalidad, envuelta en ofensas, la cual casi siempre termina en agresión, peleas, división, distanciamento, ruptura de amistades largas y lazos familiares que parecian inquebrantables.
Por ello quiero que sepan esto.
1) En la gran mayoría de casos, el político NO es su amigo.
2) Las encarnizadas peleas y acalorados debates, en el recinto, se superan al rato con sonrisas, abrazos y camadería en el lobby del congreso, ah, si el asunto es grave, la resolución se dará en un prestigioso club de la ciudad capital.
3) La ideología, banderas, preceptos, postulados de los partidos pocas veces son defendidos. Hay intereses personales, que al final buscan PODER.
4) No se trata de derecha, izquierda, centro, alternativos. La consigna es una sola los privilegios de los cuales gozan los ganadores.
5) Su opinión tiene escasisímima importancia al momento de un gran debate.
6) Usted pelea, discute, se distancia, queda solitario o en minoría, mientras que en una reunión de bancadas, ellos integran las mayorías.
7) Conozco ciudadanos que llevan décadas sin hablarse con hermanos o familia por política, mientras que quienes ayer fueron contrincantes, hoy son los “mejores amigos”
8) La política va y viene, los líderes pasan, las heridas y el dolor quedan.
9) Claro que debemos tener posturas, con convicciones defender ideas, pensamientos, puntos de vista, pero extrapolar, extralimitarse, destruir vínculos no tiene sentido.
10) Muchos de los abrazos de los políticos no son sinceros como tampoco las sonrisas, mucho menos las palmaditas, pero la mano extendida de su vecino o amigo, estará ahí toda la vida.
11) Usted hace parte del proceso, es una cifra para aumentar su caudal electoral y quizá le sirva su apoyo para recibir una ayuda temporal. Pero de ahí en adelante nada más.
No pelee por política, no se desgaste, evite las ofensas, no dañe a su familia, no rompa amistades, no agreda, insulte, porque usted quedará en solitario, mientras que su dirigente seguirá haciendo parte del gran banquete.
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