Por: Eimar Pérez Bolaño
Un hecho histórico inédito experimentamos hace 5 años. Un confinamiento producto de la pandemia del COVID-19. ¿Qué nos quedó de todo esto? ¿En qué nos cambió la vida? Y como estos, son varios los interrogantes que me interpelan en conmemoración de quienes perdieron esa guerra entre el 2020 y 2021. Un acontecimiento trágico que podemos nombrar y caracterizar, pero en mi caso aún sin comprender.
Pasado el tiempo, no se trata de recordar esta experiencia como una anécdota más de lo que nos sucedió como humanidad. Más bien, al recordarlo me genera la necesidad de indagar sobre sus causas, si es que puede haber alguna certeza sobre ello. Por ejemplo, ¿Cómo se produjo el virus?, ¿Por qué tuvo como foco de contagio sólo en algunas generaciones? ¿Cuántas personas murieron en el mundo por causa de la pandemia del COVID-19? Esta última pregunta, me resulta perturbadora y encontrar una respuesta creo que será imposible. La ciencia médica estuvo en jaque y los procedimientos se salieron de control.
Quedamos a expensas del ¡sálvese quien pueda!, todo contagiado era una especie de enemigo y nadie quiso exponerse, pese a ello, fue inevitable.
5 años después del encierro, más que afirmaciones sobre la pandemia, tengo son interrogantes. ¿Cómo recuerda el mundo hoy este trágico hecho?, ¿cómo nos sentimos hoy día como seres humanos después de un hecho tan reciente? ¿Vale la pena recordarlo o sólo deben hacerlo quienes tuvieron pérdidas humanas?
Indudablemente muchas personas aún viven sus duelos, hubo familias que perdieron a más de un familiar. No obstante, hubo necesidad de una especie de resignación cuasi obligada frente al poder inexplicable de un virus que apareció de forma intempestiva y que nadie esperó nunca sus alcances.
Por otra parte, vale la pena reflexionar sobre otras dimensiones ¿Cómo ha cambiado el orden geopolítico después de la pandemia? ¿Qué aspectos en educación, economía, cultura e historia se transformaron 5 años después del encierro? ¿A quién le interesa pensar sobre esto? Se escuchan de manera ruidosa por varios medios, las transformaciones que la sociedad ha generado en estos últimos años en varias dimensiones humanas, pero casi nada se asocia a la pandemia. Un encierro debe generar en la conducta y en el pensamiento algún tipo de impacto y estas huellas son imborrables, aunque de forma atrevida al afirmarlo irrumpa en la subjetividad del otro y su forma de ver el mundo.
Las primeras semanas del mes de marzo del 2020, el mundo dio un giro inesperado. Después de esta fatal experiencia, las narrativas y discursos sobre el virus del Covid 19, son abundantes, pero de mi parte no podría decir lo que fue, ni cuál fue su origen. Algunas áreas del conocimiento tratan de subsanar los interrogantes con diversidad de teorías e investigaciones, lo cual minimiza y genera una especie de tranquilidad y resignación de algo inconcluso. Pese a ello, quizá el devenir histórico nos dará otras respuestas.
Después de la pandemia del covid 19, ¿Cuáles son las derivaciones más evidentes en la sociedad actual? ¿Qué aprendimos y qué no como humanidad? ¿En qué nos cambió la vida? Todo lo que he expresado es conmemorativo a la impotencia humana frente a lo que aún es incierto pero evidente, frente a causas, alcances, condiciones en las que emerge y proyecciones de algo que pasó y pareciera haber caído en el olvido. El trasegar de la vida fluye y el pasado, aunque reciente no es de interés común darle un vistazo y repensarlo.
Cierro esta serie de interrogantes comprendiendo desde mi experiencia de la pandemia que en varios sectores de la economía se afianzó la esclavitud, se evidenció la explotación, dejando claro que, para muchos, más sentido tiene lo monetario, que lo humano, que la vida misma. Se exacerbó el hostigamiento laboral y se dio paso a nuevas formas de control más allá de esos espacios. En el tema del aprendizaje y la salud mental, algo no menor por su puesto, la historia nos seguirá pasando factura.
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