Por: Pedro Conrado Cudriz
El autor de esta columna afirma: “La historia, ya se sabe, no la escriben los poetas ni los novelistas, la escriben los poderosos y la explican los historiadores.”
“Hay gente que nace humana. Al resto le cuesta toda la vida conseguirlo.” Chuch Palahniuk
El mundo es un mal poema escrito por los dioses crédulos de la guerra.
“En alguien habló de nosotros,” Irene Vallejo trae a cuento, en uno de sus breves y hermosos textos, los rasgos del poder a través de la diosa griega ATE.
La autora de “El infinito en un junco,” nos cuenta que Hybris en griego significa “arrogancia” y “exceso” … pasión violenta inspirada por la diosa de la obcecación, ATE, que arrastra a los poderosos a avasallar al prójimo,” a los más débiles y desprotegidos.
ATE es el animal político, el hombre bestia, no el neandertal de los primeros tiempos. Allá no había tambores y sí la técnica de armas rudimentarias para defenderse de las otras bestias. Acá, la bestia humana ha olvidado que se ha convertido en el salvaje que desaprobó y rechazó el mundo hace tiempo. Y le importa poco la sangre derramada por sus hermanos de especie y como el niño que juega a la guerra con sus pares, dispara sin avisar para alcanzar el éxito, que es tan pobre, que no alcanza la belleza del mal ni la del poema.
Hay ríos de sangre en cada esquina de la ciudad, en cada habitación de la casa madre del hombre y en las avenidas verdes del campo, en los ojos del crimen y en los ojos desolados de las víctimas. Hace mucho tiempo que esta novela se viene escribiendo y reescribiendo como un gran poema por los autores del mal. La prensa cómplice los resalta. Nadie ha podido juntas sus historias, la individual, la regional y la nacional para comprender la tristeza, o el anecdotario de la violencia. Y se ha constatado eso sí su fragmentación como la flor desplumada de sus pétalos. Y el sujeto se reconoce absurdo, un poema absurdo. La belleza intentando escapar de las circunstancias y del tiempo bárbaro.
La historia, ya se sabe, no la escriben los poetas ni los novelistas, la escriben los poderosos y la explican los historiadores.
El hombre es un desencuentro de destinos históricos, nada más. Nadie sabe los resultados del desencuentro, pero sí los del destino. Y la sumatoria es el mal de la guerra, la arrogancia, que es el caldo de cultivo de la estupidez humana.
Y nos preguntamos por la diosa Némesis, la encargada de restablecer el equilibrio, o aquello que Adhan Kanne intentó colocar en una balanza: El poder y el amor, no el poder vs el amor.

Ya no es el dinero, el afán de los seres humanos que “supuestamente lo tienen todo”, en esa sociedad del tener y apropiación de todo lo material. Hoy, descuellan los que han usufructuado las arcas del estado; los empresarios en su voraz carrera de una búsqueda de sentido aberrante; las instituciones privadas que se enorgullecen de los balances financieros finales de cada año; todos ellos, hoy, se han lanzado a una carrera loca por el PODER, apertrechándose en la lógica inhumana del mercado. Una búsqueda de poder, como si fuesen a vivir eternamente, temiendo perder lo ganado, tanto material como en poderío. La historia la escriben los soberbios poderosos, pero la mejor jugada sería explicarla con didáctica sabiduría y hacer fluir a través de las redes sociales, y la ceguera nos trascienda. La diosa Némesis encarna la justicia, ¿cuál sería su consejo, acaso estimularnos a la venganza, de la cual también es una deidad, para restablecer el equilibrio y redistribuir mejor la justicia ante los narcisistas del poder, que aparecen y se consolidan en este primer cuarto del siglo del XXI? muy pertinente tu reflexión, estimado Pedro.