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septiembre 16, 2024

La Primicia Noticias

Una Nueva mirada

El cielo era el tejado

Por: Pedro Conrado Cudriz

    “Lo que me dejó en un estado de inocencia dispuesto a creer todo fue sentarme en un inodoro de avanzada tecnología que me lavó y secó después de hacer mis necesidades fisiológicas.” Yokio Kenji Díaz, Relatos de inspiración y liderazgo.

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En el Japón “Uno no usa un inodoro japonés, lo tripula”. Gonzalo Robledo, autor de la Torre de Tokio, columnista de El Espectador.

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Por aquí también pasó la historia nuestra como en otras partes del mundo. Y pasó lentamente como un auto viejo. Y en ese viaje el retrete fue un punto intermedio entre el patio y el pozo séptico.

Al principio éramos como los animales, las necesidades de evacuación fisiológicas del cuerpo se hacían en el campo, o en el patio arenoso como los neandertales, en cuclillas. Y cuentan los abuelos que había que andar en puntillas, con cuidado sumo para no pisar una pilita excremental tan odiosa como una inmortal cucaracha. Los abuelos se reían entre dientes y de sí mismos cuando contaban con tal naturalidad esta etapa de la vida de ellos y del pueblo donde nacieron.

Ni un solo gesto de repugnancia en el rostro.

El olor de la guinda invadía las calles. Hoy en cualquier lugar donde tropecemos un árbol de guinda, imagino que el olor nos regresa a los recuerdos de aquel pueblo de mierda.

Los retretes siempre han sido silenciosos, o cargados de los hilos de la sospecha y la vergüenza. Los inodoros eran unos lugares estrechos de aproximadamente un metro y medio de ancho, cuadrado u horizontal, construido en madera al principio, tablas y clavos, y después con la masa del cemento y el ladrillo. Tenían una altura, cuando tenían techo, de dos metros. Recuerdo que la puerta era movible, estaba recostada al lado derecho o al lado izquierdo en el interior de la letrina y una vez ingresabas tenías que tomarla y moverla para cubrir el hueco donde debía haber una puerta fija. Cuando no tenía techo, el cielo era el tejado.  Recuerdo que en un costado del espacio interior se guindaba medio metro de alambre para sostener las piezas cortadas de algún periódico de la época, que servían para limpiarse el ano después de la deyección. Podían ser tajos de prensa de El nacional, o El Diario del Caribe, o el Heraldo, o qué sé yo. 

Recuerdo que también se insertaban hojas de cuadernos usados para la limpieza del culo.

El retrete estaba ubicado al final del patio y estaba conformado por una pequeña poza séptica. ¿Y por qué tan lejos? Quizás por el olor excremental que vomitaba a cierta distancia o tal vez por la vergüenza de la deposición individual.

A veces la naturaleza humana es intratada moralmente por algunos, o incomprendida por todos los que se acercan actualmente al váter. Extrañamente nos comportamos así con nuestra propia naturaleza.

Nunca vi a una mujer hacer sus necesidades fisiológicas en el excusado. Ellas utilizaban una bacinilla de color blanca con la pintura de una cinta azul o rojo en los bordes; una vez hechos los depósitos lo vaciaban en el hoyo séptico del mingitorio. Y esa misma bacinilla se usaba para descargar la vejiga en las noches de sueños no eternos.

Hoy esta experiencia humana del mundo de los abuelos puede parecerles a los jóvenes rara o estrambóticamente asquerosa. Lo cierto es que la evolución de la excreción humana sigue siendo igual al pasado, lo único que ha cambiado es lugar; ya no el inodoro estrecho y mal oliente del pasado. Hoy en las ciudades y áreas urbanas se usa el baño moderno y el alcantarillado creado en 1843 por los alemanes, que luego se extendió a toda Europa, y en Colombia por allá por los años cincuenta, concretamente en 1955 hacia adelante.

Sin embargo, en Google puede leerse que “Después de idas y venidas, y calles llenas de caca, el retrete moderno llegó en 1597, cuando John Harington, sobrino de la reina Isabel I, fabricó el primer inodoro de la historia, compuesto de una caja de madera con un orificio que comunicaba con una taza de porcelana.”

Aunque en el Perú para comienzo del siglo 19 ya existían los albañales, que “son parte de la herencia cultural de civilizaciones prehispánicas como la lima, Wari e Inca,” según el Magazín Cultural de El Espectador: Un antiguo sistema de alcantarillado es hallado en el Perú.

Hoy se puede creer que hemos civilizado el culo y, sin embargo, son las circunstancias del progreso las que han transformado los espacios físicos por temas de salud e higiene. Ya no el retrete, aunque en zonas dispersas y rurales se sigan usando por las gentes estos mismos aparatos y el suelo al aire libre; y hoy también el papel higiénico. A todo un contingente de colombianos nos tocó limpiarnos el culo en las cercas y con maretiras y hojas de matarratón, con hojas desechables de la prensa escrita, con hojas de cuadernos viejos.

Es la historia del pasado para viajar al progreso.

Por las noches era tenebroso ir al retrete porque no habían instalado una lámpara para iluminar el lugar. A esas horas el espacio físico del excusado estaba cargado de cucarachas y otros animalitos nacidos de la imaginación del ser humano que los utilizaba.

Ahora hay varias anécdotas contadas por gentes que vivieron en aquellos tiempos y que en estos precisos instantes se amontonan en mi memoria. Un vecino me contaba la turbadora ocasión en la que el hijo de un cerdo se fue en las profundidades de un hoyo del retrete y él tuvo que sacarlo por las orejas con las pinzas de sus manos, mientras las hermanas lo fulminaban con miradas de asco.

La vida, pienso yo, finalmente es una dantesca anécdota del vivir humano.

Desciframientos:

Deyectar: defecar, deposición, evacuación, excreción

Otros nombres del retrete: Inodoro, urinario, evacuatorio, letrina, váter, sanitario, taza, excusado, mingitorio.

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Apropósito de la tomasinidad:

La primera novia que tuve fue un animal.

Una burra.