Por: Diobaldo Heredia Gutiérrez
Unas cuantas páginas que se leen en un dos por tres conforman el libro NOTICIAS DE UN DIARIO LITERARIO del escritor Pedro Conrado Cúdriz; digo que en un dos por tres relativamente en el tiempo y dependiendo de las competencias y empatía del lector con lo escrito, y aquí surgen los extremos dicotómicos ocupándose en forma poética de temas que el ser ordinario no se ocupa: el amor y el desamor, la soledad y la convivencia, la forma de pensar entre viejos y jóvenes, vida y muerte, guerra y paz, lucidez y locura, miedo y tranquilidad, agradable y desagradable.
Su propuesta poética es a la vez filosófica y se ocupa de conceptos abstractos del vivir humano que hacen de la vida un goce o una tortura.
Advierte Conrado, que el acto placentero de escribir le salvó de sus inseguridades. Él dice “No soy poeta ni filósofo” o dice: “no creo en el éxito,” porque todos somos derrotados por la parca, eso expresa con cierta angustia; dice que “Entre nosotros la decencia es una insolencia o un acto subversivo.” La percibe en un claro desprecio ejercido por una sociedad intoxicada por antivalores morales y culturales y no se equivoca si nos ubicamos en el contexto moral, ético y legal que vive el mundo hoy. Es el triunfo de las propuestas de las redes sociales y de los medios alineados con ideologías ocultas de dominio y que al final nos enteramos de lo oculto porque nos lo cuentan los escritores.
Yo me considero un lector aficionado y resalto el gran placer que la lectura produce en el alma cuando la ejercitamos. Sigo las enseñanzas de FERNANDO SAVATER, que ha planteado lo siguiente: “Quien se priva de leer es un necio y está medio muerto”; leer es la búsqueda de la ampliación del alma. Leer un libro amplía ese placer y serás mejor humano, digo yo.
Conrado, en sus poemas nos siembra la incredulidad del viejo aquel que cultivó su sabiduría mediante la observación de la vida experimentada con la naturaleza y se lamenta que los jóvenes sean insensibles o no admiren los amaneceres ni los atardeceres del mundo, ni los ciclos o fases de la luna; dice también que el longevo arde de sabiduría erótica y contempla en éxtasis las sinuosas y voluptuosas curvas de la mujer con sus nalgas de melones que muestran las convexidades y concavidades banderas del placer sexual para los favores de las neuronas masculinas y se pregunta si esta característica física del cuerpo no fue una imprudencia de Dios, difícil de entender, pero tan agradable para el placer. Y las de traseros lizos, ¿qué pecado de otra vida quiso cobrarles Dios?, Pregunto yo; pues poeta, no le gaste tanto tiempo a estas disquisiciones, porque ya los cirujanos plásticos les corrigieron el defecto de Dios, eso si poseen los favores del dios Mammon, el dinero.
El libro de Conrado es como lo sugirió el nadaísmo: un libro flaco como las modelos de pasarela para leerlo en un dos por tres y dejarlo tirado en el mismo asiento del avión o del tren donde viaja el lector.

Es un escritor inconforme de este mundo que quiere aportar con su rebeldia la supervivencia de este mundo