Por: Pedro Conrado Cudriz
En esta columna, la penúltima del año que se va con el mismo traje raído como vino, quiero tentar la escritura íntima y compartir con los lectores de La Primicia mi versión sobre la fecha que se repite cada año sin falta grave, la de mi cumpleaños, esa mecánica fiesta de recuerdos vivos, aunque inocuos, porque ya somos y seremos pasto de la edad. Así que, viajando desde el siglo pasado, sigo embarcado en la azarosa existencia de otro milenio más, seguramente más caótico y confuso que el anterior.
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Lo siento mucho, hoy estoy de cumpleaños y es algo de lo que no soy culpable. Simplemente cumplo, como el minutero le cumple al reloj. Cumplir no es una obligación (piense en el ritual ordenado, desordenado o improvisado de la fiesta social que convoca la fecha), pero es un aniversario especial de vida y tal vez singular – el Happy Birthay To You es la frase más infeliz y mecánica y extranjera de los que persisten en alegrarnos el día, no la vida. Seguimos vivos y respirando el aire contaminado de la humanidad porque hemos sobrevivido a la peste; también al desangre de la violencia nacional; a la traición de una enfermedad y hasta la felonía de una amante; al cáncer del aburrimiento eterno del vivir humano; a la patanería de los malos gobiernos; a la locura social; al fastidio de la cultura de masas y a su perverso afán de despersonalización humana; al incordio de los egos narcisos de amigos con pieles de vejigas. En fin, a nuestra inocua maldad y a la maldad radical de los otros. Es extraordinaria la supervivencia en medio de los libros y los autores amados; en medio de los amigos queridos, de aquellos que todavía nos quedan después de las guerras y las trampas de la vida; en medio de nuestra familia nuclear y la extendida. Además, es un día especial porque hemos vivido y vivimos la vida soñada. Es decir, la vida apasionada que nos dio la gana de crear y vivir. De cumplir años no soy responsable, ya lo dije, pero si soy consecuente al contribuir con un granito de tierra a mejorar el mundo con todo lo que hago y soy. Comprendo que esto último no es suficiente, pero es mi utopía y el sueño de los que han escrito novelas, ensayos, poemas, aforismos y textos hambrientos de paz como “Antes del fin” y “La resistencia” de Ernesto Sábato. Suficiente para la humilde celebración.
Feliz contribución a mejorar la jugada.
Esvun viaje Peco ,naciste con el niño Dios