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abril 19, 2025

La Primicia Noticias

Una Nueva mirada

Final Octubre Negro del 98

Por: Larry Caballero Gutierrez

El día 13 de Junio de 1998, Arthur falleció, una grave enfermedad de la sangre acabó con su vida, él luchó y luchó, pero su cuerpo no resistió más, fue un golpe duro para nosotros, su madre inconsolable ya había perdido a su esposo, ahora a su único hijo varón, yo nunca olvidaré a mi gran amigo, el que estuvo desde sexto grado a mi lado en las buenas y en las malas, el que nunca me juzgó, era mi hermano, Dios lo tenga en su santa gloria. A los dos días de su muerte fue el sepelio, recuerdo que fuimos todos los del curso en el bus del colegio, fue velado en una funeraria del centro de la ciudad, luego enterrado en los jardín del recuerdo, en el cementerio el llanto reinaba, yo estaba al lado de Claudia agarrado de mano, viendo cómo descendía Arthur a ese hueco, el solo hecho de pensar que ya no estaba con nosotros, que no lo volvería a ver, qué estaría haciendo ahora , dónde estaría su alma, todo eso me arrugaba el corazón, quería devolver el tiempo, estar a su lado en esos momentos tan difíciles, porqué , porqué me alejé, paz en tu tumba amigo mío.

Llegaban las vacaciones de medio año, todo era prácticamente igual que las del año pasado, horas en el teléfono con Claudia, nos veíamos en el mismo parque cerca del barrio de donde ella vivía, pero nada diferente, a la espera de esa primera vez, que cada vez la veía más lejos. De regreso a clases algo en la actitud de Claudia era diferente, estaba irritada, discutíamos por bobadas, al principio pensé que era normal, que así debían ser la relaciones, pero pasaban los días y Claudia se volvía más insoportable. 

– Quiero que me digas de verdad ¿qué te está pasando? – le pregunté en un tono muy serio.

– No me pasa nada.

– Claudia por favor no me mientas, tú no eras así.

– Está bien, te voy a contar, pero prométeme que no vas hacer nada.

– Te lo prometo.

– Tengo problema en mi casa, por culpa de ese señor, mi padrastro.

– Cómo así, ¿Por qué?

– Me siento acosada por él.

– Qué…

– Sí, me hace insinuaciones, no me deja tranquila, al principio era sólo palabras, pero ahora ya me trata de agarrar.

– ¿Pero por qué no le has dicho a tu mamá?

– ¿Crees que ya no lo hice?

– ¿Y qué te dijo?

– Nada, que son inventos míos, por eso ando así, por favor discúlpeme amor.

– ¿Y qué piensas hacer?

– Por ahora sólo mantenerlo a la raya, cuando él llega yo no salgo del cuarto, ya no quiero pensar más en eso, dejemos hasta allí.

– Te entiendo ¿Por qué no habías dicho antes?

– No quise darte otro problema, suficiente tienes con lo de Arthur.

– Pero soy tu novio, te tengo que apoyar.

– Bueno ya lo sabes, ahora sólo te pido prudencia, confío en ti.

– No te preocupes, así será.

Los días pasaban y Claudia se sentía mejor, quizás al contarme le sentó bien. Llegó septiembre y con él las bellas fiestas de mi pueblo, de lo que más me gustaba de esas fiestas eran las corralejas, ver ese poco de gente borracha, alborotada, perseguidos por un toro, era algo que me fascinaba, y más cuando el toro hacía daño, si suena algo malvado, pero lo disfrutaba, invité a Claudia sabiendo que lo más seguro era que dijera que no, pero para mí sorpresa aceptó. Planeamos ir el viernes, el primer día de toros, ya que con eso ella tendría la excusa de decir que se iba a quedar para ver los partidos de intercursos. El viernes 19 salimos a las 12:20 pm, tomamos el bus hacia mi pueblo y nos fuimos, el bus iba vacío, con unos sacos de cebolla y tomates atrás, Claudia solo se reía, para ella era una aventura, yo sólo pensaba en presentársela a mis amigos del barrio para que se murieran de la envidia, porque para ellos Claudia era producto de mi imaginación, también pasaba por mi mente la oportunidad de meterla en mi cuarto y allí coger por primera vez. Llegamos a mi casa, mi mamá preparó de almuerzo pastas con arroz y tajada, no le presenté a Claudia cómo mi novia, yo aún sentía mucha pena de hablar con mi mamá de esas cosas, nos sentamos en la puerta a la espera que pasaran algunos amigos para que me vieran con Claudia, pero ninguno se asomó por allí, mi mamá tenía que salir a visitar a mi hermana mayor que está recién parida de mi primera sobrina, era mi oportunidad de estar a solas con Claudia, no pasó ni un minuto que mi mamá había salido cuándo ya Claudia y yo nos habíamos entrado a mi cuarto, nos tiramos en la cama, comenzamos a besarnos, yo tenía una erección tan fuerte que podía partir un hielo con la punta de mi pene, hoy era el día, hoy era el día memorable, de pronto tocaron la puerta “mierda” quién podía interrumpir tan glorioso momento, vi por la ventana, era mi hermana menor que regresaba de clase, había escuchado que se iba a quedar dónde una amiga a hacer un trabajo, maldita sea, así vi frustrada otra oportunidad de estar con Claudia. Fuimos a la corraleja, mi primo que era concejal me había dado entrada para los palcos, al lado de una papayera comiendo papitas y tomando gaseosa vimos la corrida, 2 muertos y 6 heridos dejó esa tarde. Luego Claudia se tenía que ir, la acompañé hasta tomar el bus, fue una buena tarde después de toros, y Claudia dejó a un lado sus problemas.

El día lunes Claudia llegó retrasada, yo siempre la esperaba en la entrada, pero pasaba el tiempo y no llegaba, yo me fui para el salón, después de la primera hora Claudia llegó, tenía la boca hinchada.

– ¿Qué te pasó?

– El imbécil de mi padrastro me golpeó

– ¿Por qué te hizo eso?

– Quiso pasarse conmigo, yo no me dejé, lo amenacé con la policía, enfureció y me pegó una cachetada que me partió la boca

– Pero ésto no puede quedar así.

– No puedo hacer nada, entiende, está mi mamá de por medio y ya no hablemos más del tema.

Guardé silencio, pero ya odiaba a ese señor, se me pasaba por la mente hacerle daño para que pagara todo lo que hacía. Claudia se nota muy frustrada, impotente, yo tenía que hacer algo para que se sintiera mejor, pero no sabía que hacer, en recreo nos sentamos en la banca de siempre.

– Sabes, he tenido pensamientos extraños con mi padrastro.

– ¿A qué te refieres?

– A veces se me pasa matarlo.

– La verdad te entiendo.

– No te imaginas lo feliz que fuera si él no existiera.

Yo había escuchado de gente que contrata a otras personas para que asesinen a alguien, pero se necesita dinero; lo que Claudia me decía, para mí no era descabellado, porque incluso yo quería matarlo, yo sería capaz de hacer cualquier cosa por ella.

– Por cierto, Cami, se acerca tu cumpleaños.

– Sí, ves pensando en el regalo – dije riendo.

– Qué te parece si ese día vamos a la finca de Puerto, le dices a tu primo que nos lleve en su camioneta.

Yo le había hablado a Claudia de que mi primo el concejal tenía una Trooper modelo 93, mi cumpleaños era 7 de Octubre, sería mi mejor regalo, Claudia parecía tener todo planeado porque ese día caía miércoles y estaba programado un paro de maestros. El plan era decirle a nuestras mamás que íbamos hacer un trabajo de física y lo haríamos donde Jorge, yo saldría con mi primo desde mi pueblo y recogeríamos a Claudia en Soledad, el plan era perfecto, esos días me la pasé leyendo una enciclopedia de sexo que mi prima me había prestado, no dejaba de imaginar lo que iba a pasar, me masturbaba cada vez que lo pensaba, la imaginaba en cuatro, en misionero, en mariposa, en la butaca del diablo, el perro muerto, la avioneta y todas esas posiciones que estaban en la enciclopedia, agarraba una guanábana, le habría un hueco y entrenaba mi lengua para hacerle el mejor oral de su vida, me estaba preparando para las olimpiadas sexuales con Claudia.

Octubre Negro del 98”

7 de octubre, día de mi cumpleaños, el día en que todo se fue a la mierda. No puede dormir bien, las ansia no me dejaba, cerraba los ojos y estaba la escena futurista montando a Claudia. Al bañarme me masturbé, sabía que, si no lo hacía, sólo la iba a meter y me vendría.  Me coloqué mi camisa réplica de adidas, mi jeans preferido el MARITHE FRANCOIS GIRBAUD, me bañé de winner sport y me coloqué mi bella gorra de los bravos de Atlanta, ya mi primo estaba afuera esperando en la Trooper roja, con el nuevo CD de Iván Villazón “Detalles”; me despedí de mi mamá, le dije que mandara a hacer unas picadas para la noche celebrar mi cumpleaños, sin saber que nunca más se festejaría mi cumpleaños en mi casa, por la carretera mi primo y yo íbamos canto a todo pulmón las canciones de Villazón, mi primo iba a aprovechar para ver una hembrita que tenía en Puerto, por eso también iba entusiasmado, eran las 9 de la mañana.

– Ve primo, ¿hasta que hora van a estar allí en esa finca?

– Primo yo le pongo por allí hasta las 4

– Listo, me sirve, así llego hasta la playa con la hembra.

– ¿Dónde vamos a recoger a la niña tuya?

– Allí frente al parque Muvdy.

– Ve primo ¿y esa finca de quién es?

– De un tío de ella.

– Ajá ¿y quién está allá?

– Primo, sólo el señor que la cuida y su mujer, pero ellos viven en la casita de al lado, no entran a la principal.

– A bien.

Llegamos al parque Muvdy, ya Claudia estába allí, se veía más linda que nunca, Claudia con uniforme se veía bella, pero en ropa casual era toda una reina, tenía puesto un Jean descaderado, blusa roja, zapatos converse y gafas oscuras.

– ¡Cuarajo primo, culé bollo! Dijo mi primo, yo sólo reí.

Claudia subió, me dio un beso, pero la sentía tensa, nerviosa, creí que era normal, me imaginé la mentira que tuvo que decir, se que no era fácil para ella, por eso entendía su actitud. Llegamos a la finca, mi familia tenía finca, o más bien ranchos, pero esto era otro nivel para mi, era una hacienda, una gran casa, con pisos de maderas, 6 habitaciones cada una con su baño, la habitación principal tenía un jacuzzi, la vista era hermosas al mar, había una piscina, cancha de fútbol y hasta una mesa de billar, no sabía que el tío de Claudia se podía dar eso lujos, la verdad no sabía por dónde empezar.

– Cami, qué te parece si nos metemos a la piscina.

– Pero no traje pantaloneta.

– No te preocupes, vamos a la habitación, allí buscamos en el closet.

– Este es mi mejor cumpleaños – le dije con mucha felicidad.

Fuimos a la habitación, Claudia encontró una pantaloneta del tío, ella tenía vestido de baño allá, así que entró al baño y se cambió, cuando salió yo no podía creer lo que veía, Claudia en ese vestido de baño era sencillamente perfecta, era un vestido de baño partido, de color negro, se dio la vuelta para que le dijera como le quedaba, ese hilo metido en sus nalgas me hacía chorrear la baba, afortunadamente la pantaloneta del tío me queda ancha, así podía disimular mi erección, no me pude contener, me acerqué rápidamente, la tomé en mis brazos, la besé apasionadamente, agarré sus nalgas, luego me separó.

– Calma, calma, tenemos todo el día, además recuerda que quiero hacerlo en el establo, es mi fantasía.

Ya había olvidado esa conversación, así que bajé mi calentura para poder hacer realidad su sueño. Nos fuimos a la piscina, el agua estaba tibia, rica para la pasión, nos sentíamos muy relajados, como si no existiera el mañana, nos besamos, nos acariciábamos por todas partes, parecía un sueño del cual no quería despertar.

– Espérame un minuto – dijo ella.

– ¿Qué vas hacer?

– Sólo espera acá, te tengo una sorpresa.

Me imaginé que era mi regalo, a los poco minutos Claudia apareció con una botella de whisky, yo no sabía de trago, pero se veía que era fina, yo sólo había tomado unas cuantas cervezas en mi vida, jamás me había emborrachado, pero bueno era una buena ocasión y nada mejor para que fuera mi primera vez en dos cosas. Comenzamos a tomar, vaya que se sentía bien, entre más tomaba, más valiente me sentía, y mi expresión oral comenzó a mejorar, parlaba cosas interesantes, todo me fluía con naturalidad, bendito Dios por inventar el whiskey; Claudia, lucía más bella con el pasar de los minutos, reíamos de todo, era feliz, Claudia me dio un beso profundo teniendo sus dos manos en mis mejillas.

– Hoy es el día que tanto has esperando, vamos al establo.

– ¿Estás segura?

– Muy segura.

Salimos de la piscina agarrados de la mano directo al establo; para entrar al establo tuve que abrir un portón grande de madera, abrí el portón, era un establo con mucha paja, pero era una paja de esa que de una te provoca tirarte, en la pared habían herramientas colgadas, machetes, rastrillos, hachas, todo lo que se necesita para trabajar en el campo, nos tiramos en la paja, Claudia se montó sobre mi, me comenzó a besar por todas partes, inició por mi boca, el cuello, fue bajado por mi pecho, abdomen, me quitó la pantaloneta ancha, colocó sus labios y lengua en mi pene, mi pene ya está duró como roble, era la primera vez que Claudia me hacía oral, pero lo hacía con mucha experiencia, me imagino que había también leído o practicado con alguna fruta como yo lo hice, introducía mi miembro en su boca, se lo sacaba, se lo metía, era repetitivo y constante, luego se desnudo, por fin pude ver su vulva por primera vez, era como un capullo de rosa, tierno, bello, dulce, sus pecho eran sencillamente perfectos, ni grandes ni pequeños, duros, iban en contra de toda ley física y en contra de la gravedad, luego ella se colocó boca arriba, era mi turno, también la besaba por todas partes, ella permanecía con los ojos cerrados, me imagino viajando por ese mundo nuevo de placeres del cual éramos invitados por primera vez, besaba sus pechos, ella se retorcía, sabía que lo hacía bien, luego bajé resbalando mi lengua por su vientre, llegué a su vulva, no quería ni tocarla para no dañar su perfección,  pasaba mi lengua tan suave como podía, era el mejor manjar que jamás había probado, Claudia apretaba las pajas con sus manos con tanta fuerza, se arqueaba, se bajaba, siempre inquieta, siempre moviéndose, era el momento que anhelaba desde hace más de 5 años y por fin el día de mi cumpleaños se hacía realidad, coloqué mi pene en su vulva allí al pie del cañón, ya no había vuelta atrás, era el momento, mi momento, hice algo de fuerza y penetré, iba entrando muy suave, pero desgarrando, veía en la cara de Claudia expresión de dolor, pero también de satisfacción, yo no podía saber con certeza si ella también era virgen o no, pero se sentía del putas, al fin entró todo, duré un par de segundos quieto, sólo la besaba, luego me comencé a mover lentamente, entraba y salía, Claudia gemía,  me besaba, me alborotaba el pelo, no se si el whiskey ya estaba haciendo efecto, pero me sentía en un viaje, en otro planeta, el establo daba vuelta sobre nosotros, éramos el centro del universo, entonces Claudia me giró, ahora ella tenía el control, comenzó a cabalgar , me tenía, mientras se movía, se tocaba sus pechos, mi vista la mejor, sus movimientos se aceleraban, sus gemidos eran más fuerte, yo también me movía, mi eyaculación se aproxima, su orgasmo también, ella seguía sin  parar, se movía fuerte, su cara estaba roja, los dos sudábamos, ella seguía más rápido, la respiración acelerada, ella seguía, no paraba, dijo mi nombre casi gritando, yo eyaculaba, ella llegaba, ambos temblábamos, cayó sobre mi,  me susurró al oído.

– ¿Por qué no lo habías hecho antes?

Yo solo reí.

Nos quedamos un rato casi dormidos, el whiskey me había dado algo de sueño, Claudia me comenzó a besar de nuevo, yo estaba listo para el siguiente raund, me coloqué encima de ella, volví a penetrarla, su vagina estaba muy caliente, muy mojada, está vez mis movimientos eran más fuerte, Claudia volvía a gemir, yo disfrutaba cada segundo, me movía más rápido más fuerte, de pronto el portón fue abierto de un golpe seco, nos espantamos, era el señor Ernesto, el padrastro de Claudia, qué diablos hacia acá, sentí un gran golpe en la cabeza como si mi cerebro se saliera de ella, no entendía que pasaba, todo era confuso, mi mente está fuera de sí, sentí otro golpe en mi estómago que me sacó todo el aire, sabía que yo estaba inconsciente, pero aún seguía viendo todo y sintiendo todo, otro puñetazo más en mi ojo izquierdo, veía a Claudia tratando de cubrirse con sus manos, caí en la paja, pero inmediatamente fui levantado por una fuerza violenta, delante del señor Ernesto yo era como una liebre delante de un oso, me cogió por el cuello, me estrelló contra la pared, el aire se me  acababa, era el final, de pronto mi mente reaccionó, todo volvió a la velocidad normal, al fin podía escuchar los gritos de Claudia.

– ¡Auxilio! – gritaba Claudia.

– ¡Hijo de puta, cómo te atreviste a perjudicarla, te voy a matar! – decía el señor Ernesto cegado por la rabia.

Al ver a Claudia suplicando por mí, llegó a mi mente todo eso que Claudia tuvo que pasar por este hijo de puta, recordé las palabra de Claudia cuando decía que sería feliz si este señor muriera, imaginé que tal vez la había violado, la ira se apoderó de mi y saqué fuerza de mi interior, puyé su ojo derecho con mi dedo índice, se retorció del dolor, me soltó, caí al suelo, tomé aire, vi el hacha en la pared, ya endemoniado la tomé y con toda mi fuerza cerré lo ojos y le di justo en la cabeza, el hacha quedó incrustada en su cráneo, el señor Ernesto cayó, puse mi pie en su cuello, desincruste el hacha para volver a darle otro hachazo que dividió su cabeza en dos, solté el hacha, caí de rodillas, miraba a Claudia que lloraba, cerré los ojos, no sé cuántos minutos pasaron hasta que llegó la policía, fui esposado, me colocaron una bata, el lugar se llenó de curiosos, antes de subirme a la patrulla Claudia se me acercó, a ella también le había colocado una bata.

– Yo sabía que tú no me fallarías.

– ¡Qué! ¿qué mierda dices?

La patrulla me llevaba, yo miraba a Claudia, ella me sonrió, porqué mierda me sonrió, que pasó acá, no entendía nada, que había sido todo esto, estaría soñando, no, ésto no era un sueño, era mi maldita realidad.

Pasé un tiempo en la correccional de Soledad hasta cumplir la mayoría de edad, después fui condenado a 40 años por el cargo de homicidio agravado en primer grado, de eso ya han pasado 25 años, supe que Claudia se fue con su mamá del país, no se supo más de ella, cuanto daría por saber que fue lo que ese día pasó, me estoy pudriendo en esta cárcel sin hallar una respuesta.

Soledad, Atlántico, 1995

– Claudia por favor sal de aquí, tu nunca vas a entender, cierto.

– Tu eres un cobarde, se cómo me miras, quiero que me hagas tuya.

– Sal del cuarto o le diré a tu mamá cuando llegue de viaje.

– ¿Y qué le dirás, que me estabas viendo mientras me bañaba, que un día entraste a mi habitación mientras yo dormía y me tocaste?

– Eso fue un error, y jamás volverá a pasar.

– Pero yo quiero que pase, acaso no eres un hombre.

– Por Dios eres una niña.

– No soy una niña, ya soy una mujer y quiero ser tuya, mi mamá ya es una vieja que jamás te dará lo que yo te doy.

Ernesto se levantó de su cama, toma a Claudia por el brazo y la sacó del cuarto.

– Serás mío Ernesto, serás mío.

Dos meses después, la mamá de Claudia hace otro viaje de negocios a la Guajira, se llevó al pequeño Samuel, Ernesto estaba en la sala viendo televisión, Claudia sale del cuarto en ropa interior, sorprende a Ernesto con un beso.

– ¿Pero qué mierda haces?

– Tu que crees, hazme tuya Ernesto, soy virgen, ¿acaso eres marica?

– Yo no soy ningún marica.

– ¿O acaso ya no se te para?

– Por qué me buscas, busca a un niño de tu edad, yo no me quiero meter en líos.

– Los niños de mi edad son unos culicagados, a mí me gustan maduros como tú.

– Por Dios no tienes vergüenza, respeta a tu mamá.

– Y tu acaso la respetabas cuando me tocaste, no lo niegues tú me deseas, mira desvírgame.

– ¡Maldita sea!

Ernesto no aguanto más la tentación, le desgarró la ropa interior a Claudia, la tumbó al sofá, la besó, le comió los senos, se quitó la ropa, la colocó en cuatro y le penetró violentamente, ya para Ernesto no había consecuencias, en el fondo su demonio quería eso también y ya no pudo resistir, la embestía con todo, Claudia perdía su virginidad a placer, era lo que quería, el dolor era tan placentero para ella, gemía de gusto, lucía pervertida, loca, pero alegre. De esa manera Claudia y Ernesto cogían todos los días, en cualquier lugar de la casa mientras su mamá volvía de viaje, siempre que tenían la oportunidad cogían, a veces lo hacía en la cocina o en el baño mientras la mamá dormía, era una relación que se estaba saliendo de control, pero Claudia se había enamorado perdidamente de Ernesto.

Agosto de 1996

Claudia y Ernesto terminaban de hacer el amor, y sería la última vez que lo harían, ya Ernesto había matado más que su curiosidad, ya estába saciado de Claudia, ya conocía todos sus recovecos, ya Claudia no tenía más que ofrecerle.

– Claudia, no podemos seguir más con esto, ya tenemos que parar

– ¿Qué estás diciendo, después te tantas cosas?

– Pero piensa en tu mamá

– Yo no pienso en esa hija de puta, por culpa de ella mi papá se mató.

– Por Dios estás loca, qué clase de persona eres.

– Una no peor que tú, estamos juntos en esto y así moriremos.

– No Claudia, hasta aquí llegó yo.

– Yo de ti lo pensaría.

– No me amenaces y haz lo que quieras.

– Te vas arrepentir hijo de puta, te vas arrepentir, lo juro, si no eres mío no serás de nadie eso lo juro.

– Estás loca, yo me voy, y has lo que quieras, si quieres cuéntale a tu mamá o ve con la policía.

– No te preocupes, ya verás de lo que soy capaz.

Claudia armó su plan tan estratégicamente, como una psicópata, debía encontrar una victima, alguien que hiciera lo que fuera por ella, alguien que fuera capaz de hacer todo lo que ella dijera, que fuera fácil de manipular, ella sabía que tenía entre las piernas un arma muy poderosa, el primer candidato fue Jorge, pero Jorge muy inteligentemente notó que por alguna razón Claudia lo quería manipular y notó que algunos de sus actos eran fingiendo, a la final Jorge no estába tan enamorado para caer ciego delante de Claudia; luego se ajustó al modelo que Claudia quería este niño pueblerino llamado Camilo. El primer paso ya estába logrado, hacer que este niño perdiera la razón por Claudia, que estuviera loco de amor, Claudia debía estar segura que Camilo hiciera lo que fuera por ella hasta matar, debía dejarlo siempre con las ganas para que su plan diera resultado; el siguiente paso era hacerse la víctima, fingir que era maltratada,  acosada y hasta abusa por Ernesto.

Septiembre 22 de 1998

Claudia se mira al espejo, antes de cambiarse para ir al colegio, se da un puñetazo en la boca hasta partir sus labios, fingió que se había caído para que su mamá no le dijera nada, ese día llegó tarde a la escuela, sabía que Camilo le iba a preguntar que le había pasado, de esa manera ella dejaría la bomba en el interior de Camilo. 

29 de septiembre, Soledad.

Claudia se acerca donde Ernesto.

– Hola, quería hablar contigo desde hace mucho tiempo.

– ¿Qué quieres Claudia?

– Tenías razón, nunca debió pasar nada entre nosotros, no era justo con mi mamá, creo que todos merecemos una segunda oportunidad.

– Cuánto me alegra escuchar eso, olvidemos todo, seamos una familia, que Dios nos perdone.

– Sabes he madurado, y Dios me ayudó a sanar y a pensar bien, ahora tengo un novio de mi edad, es lo mejor que me ha pasado.

– Que felicidad, no sabes el peso que me quitas, Claudia cuenta conmigo, no dejaré que nadie te haga daño, somos una familia.

– Dame un abrazo de papá.

Ernesto, con lágrimas en lo ojos abrazo a Claudia, de alguna forma sentía paz, pero también sabía que esa mancha que tenía siempre lo iba a atormentar, del otro lado Claudia tenía una sonrisa de demonio.

03 de octubre.

Claudia llega a la finca de Puerto, le lleva un mercado a doña Leticia quien era la esposa del señor que cuidaba la finca.

– Buenas, doña Leticia, ¿cómo me le va?

– Muy bien patrona, gracias a mi señor.

– Que bueno, acá le traigo este mercado

– Ay mi niña no debió molestarse

– Eso es con mucho cariño

– Dios le pagué

– Doña Leticia, venga, le voy hacer una pregunta.

– Si, dígame patrona.

– ¿Usted me es leal?

– Mi niña qué clase de pregunta es esa, usted sabe que si.

– Que bueno.

Claudia saca un fajo de billetes, se lo coloca en mano a doña Leticia, eran 300 mil pesos en billete de a 10 mil.

– Mi niña ¿esto para qué es?

– Es para usted.

– ¿Cómo así?

– Así como lo ve, pero necesito que me haga un favorcito.

– Dígame.

– El miércoles voy a venir con un amigo acá, necesito que cuando yo le dé una señal usted llame a la casa.

– ¿Y que voy decir?

– Ese día le diré, cuento con usted y por favor que sea un secreto

– Sí, mi niña.

Octubre 07, 11: 15 am

Claudia entra al bar a buscar una botella de whisky, allí está doña Leticia barriendo, Claudia se le acerca.

– Acá es donde usted me va a mostrar su lealtad.

– Que hay que hacer

– Dentro de dos hora va a llamar a mi casa, necesito que actúe.

– ¿Como así?

– Si, necesito que llame nerviosa y diga esto.

1:20 PM

– Aló, buenas ¿señor Ernesto?

– Sí, dígame.

– Señor Ernesto, soy Leticia de la finca.

– ¿Qué le pasa Leticia, porqué está tan alterada?

– ¡Ay patrón!  acá en la finca está pasando algo muy feo.

– ¿Cómo así, qué ocurre? 

– Patrón, por acá llegó la niña Claudia con un muchacho con mala pinta.

–  ¿Qué quiere decir?

– Si patrón, el muchacho tiene mala pinta, primero lo vi tomando trago, luego lo vi fumando algo raro, después a la fuerza se llevó a la niña Claudia al establo, la niña Claudia está gritando, no sé qué hacer porque Víctor no está hoy acá, se fue para el pueblo, temo que le estén haciendo algo malo a la niña.

Ernesto colgó el teléfono, agarró su moto y salió como alma que lleva el diablo.

Después que la policía se lleva a Camilo, Claudia se acerca al cuerpo de Ernesto, le tomó la mano y mirando lo que le queda de cabeza le dice:

– Te lo dije, si no eras mío, no serias de nadie.

Fin.