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abril 19, 2025

La Primicia Noticias

Una Nueva mirada

Dossier K

Por: Pedro Conrado Cudriz

Del libro del premio Nobel Imre kertész – Dossier K – lo impresionante no sólo es la atmósfera interna y existencial del mismo, también los son los hilos dictatoriales que se cruzan entre el pasado narrado y discernido y nuestra realidad presente. El miedo del que habla el autor de “Sin destino” [“Es probable que pasara miedo (…) Mucho más importante fue, sin embargo, otro sentimiento, algo así como una toma de conciencia que logré formular, muchos años después, en “Fiasco”: “Había entendido el simple secreto del universo que me había tocado: el de poder ser fusilado en cualquier sitio, a cualquier hora.”] es el mismo miedo que hemos sentido los colombianos sin la necesidad de estar recluidos en un campo de concentración como los que tenían los alemanes hitlerianos en la segunda guerra mundial. ¿Cuántos de nosotros hemos pasado por ese sentimiento de nimiedad y negación humana originado en el régimen, en un sistema que nos aplastó o nos puede aplastar a voluntad sin que pase nada, absolutamente nada? Porque su poder ha sido tan desmesurado y arbitrario que no se ha podido transformar nada todavía. Y se podrían colocar varios ejemplos que la nación conoce, pero prefiero la memoria viva del lector para que vaya soltando las imágenes y los hechos terribles de nuestra realidad cotidianidad de ayer y de hoy.

Sin embargo, hay en este libro apasionado y lucido algo que llama poderosamente la atención: el desborde de toda lógica en la violencia ilimitada de Auschwitz. Dice el autor: “Donde empieza Auschwitz, se acaba la lógica (…) Y ahora busco ese hilo, ese razonamiento del desequilibrio que hace que el absurdo parezca necesariamente como una lógica, ya que no tenemos otra opción en la situación de trampa que es Auschwitz.” Y aquí estamos nosotros decididos a no salir o escapar de la trampa de la violencia paraestatal, enredados todavía en elucubraciones ideológicas de los representantes encumbrados y cínicos del sistema, refundidos en paramilitarismo, narcotráfico, parapolítica, corrupción…, estructuras ilegales detrás de la que está no sólo el poder mediático, sino también la aspiración de la derecha de volver eterno lo temporal, infinito lo fugaz, inmortal lo efímero, lo absurdo normal y lo inconstitucional constitucional.

Y he aquí el lazo que Irme Kertész comienza a trazar entre Auschwitz y todas las formas de las dictaduras humanas, manzanas que se pudren en el corazón humano, porque si la razón no tiene compasión, el corazón tampoco. “La vivencia – dice el autor también de “Liquidación” – de los campos de exterminio deviene en experiencia humana cuando descubro la universalidad de la vivencia. Y esta es la ausencia de destino, ese rasgo específico de las dictaduras, la expropiación o estatización del destino propio, su conversión en destino de masas, el despojamiento de la sustancia más humana del hombre (…) después de Auschwitz toda dictadura lleva inherente la virtualidad de Auschwitz (…) he dicho que bajo el régimen de Kádár entendí con claridad mis vivencias de Auschwitz, que no habría entendido nunca si me hubiese criado en una democracia.”

Y esas vivencias tienen relación con la búsqueda de una respuesta humana a la conducta del hombre, que es en últimas la explicación del descalabro auténtico de la historia de la humanidad, porque el conocimiento o desconocimiento de la misma hacía y hace previsible todos los Auschwitz de la tierra, sin excluirnos a nosotros, que nos hemos refundidos en un pozo sin fondo de violencia, irracionalidad y absurdo histórico. “Después de Auschwitz, dice Kertész, resulta superfluo emitir juicios sobre la naturaleza humana,”de tal manera, que el misterio de esa racionalidad ilógica son los actos absurdos mismos; para decirlo con la voz de Irme Kertész¨: “El misterio del mundo sigue siendo una espina torturante como siempre.”¿Por qué jugar fútbol con la cabeza de la víctima? ¿Por qué desde el poder de estado se auspicia la carnicería humana? ¿Quiénes son estos hombres que emiten con voz humana y por el televisor las mentiras más graves con la mayor normalidad del mundo?

Y a veces uno se siente deshumanizado dentro del propio mundo que habita, o a veces regresando de esa tarea lectora y deshumanizante de la cultura de masas, que el autor del Dossier K confiesa: “resulta extraño regresar al mundo humano”, a ese extraño mundo que aceptó la sociedad, convivió con él y además compartió la basura de los campos de exterminio allá, acá nosotros las moto-sierras y la avidez de la sangre en el crimen de las masacres. El absurdo convertido en vida cotidiana, en besos y abrazos, en comida imposible de compartir después de tanta miseria humana. En perdición, porque el hombre se haya hoy extraviado de sí mismo. “Creo, dice Kertész, que esa era la sustancia de la historia, como también de mi vida: me perdí. No tenía ante mí ningún modelo para la vida.”

El clímax del libro está concentrado en aquello que nosotros también hemos elevado a duda existencial y cultural, razón por la que kertész ha creído volver universal la experiencia de Auschwitz: “Si el asesinato en masa puede llegar a convertirse en un ejercicio diario, es más, en un trabajo cotidiano, como quien dice, habrá que decidir si es válida esa cultura cuyo sistema de valores ilusorio se enseñaba aquí en Europa a todos, tanto a los asesinos como a las víctimas, desde la escuela primaria.”Es decir, sin las pretensiones de la grosería cultural: ¿Es válido que siga existiendo Dios, la iglesia, la escuela después de Auschwitz y la Rochela, Tres Esquina, Segovia y el exterminio de la UP?