Por: Larry Caballero
Valentina niña paisa, sus padres se mudaron a la costa hace 13 años, vieron en la costa una gran plaza para expandir sus negocios comerciales, eran personas muy católicas, por recomendación de una amiga decidieron internar a Valentina en el convento de Cartagena, Santa Cruz de la Popa. Valentina tenía 15 años y desde niña inducida por su abuela quería dedicar su vida a Dios, ser una gran religiosa para poder ayudar a los más necesitados por eso estaba dichosa con la idea.
Pasaron 7 días de la llegada de Valentina al convento, está muy contenta, se había adaptado a lo oficios y era muy disciplina, pero algo para ella no estaba bien, notaba que casi nadie reía y que las novicias vivían con pavor, no lo lograba entender, ya que para ella estar allí era una bendición. Ese día escuchó que llegaba de visita el arzobispo Monseñor Luis Fernando Ospino, ella había preguntado por el, ya que anhelaba conocerlo, nadie le daba respuesta, siempre le evadían la pregunta y no sabía porque.
Monseñor hizo su entrada por la tarde, era alto, blanco, con barba, ojos café, llevaba puestas sus vestiduras, mitra, palio, sotanas, todo lo que distingue a un arzobispo, saludaba a las hermanas sonriendo y alzando la mano derecha, algunas hermanas se le acercaban lo llamaban ilustrísimo, le besaban su anillo que brillaba como el sol, Valentina no dejaba de verlo , para ella era un hecho histórico tener tan de cerca a alguien con esa superioridad religiosa. Las visitas de Monseñor Luis Fernando parecían administrativas mas que otra cosa, solo llegaba, se encerraba con la Madre superiora, las Madres, las Sor y a veces eran invitadas algunas hermanas y novicias, por lo general llegaba con una comitiva, Padres y seminaristas, todo dependía de la importancia de la reunión. Ese día solo llegó con un joven seminaristas que se le notaban nervioso y aturdido, la reunión duro más de dos horas, cuando había reunión con monseñor algunas novicias eran llevadas a sus lugares de labores y otras eran llevadas a los patios para unirse en oración.
Después de la reunión la hermana Esther tenía la orden de ir a buscar a Valentina porque Monseñor la quería conocer, Valentina se encontraba orando en el patio, la hermana Esther le tocó el hombro.
– Hola Valentina, acompáñame.
– Hola Hermana ¿A dónde?
– Hoy conocerás al Arzobispo, Hoy la luz de Jesús entrará en lo más interno de tu ser.
Valentina sintió una gran emoción que no podía disimular, se sentía afortunada , miro al cielo y se persigno. Entraron al altar principal, allí estaba la Madre superiora acompañada de las otras hermanas que habían estado en la reunión. La Madre superiora toma de la mano a Valentina y entran a la oficina.
– Su reverencia, acá hemos traído a Valentina como lo ordeno – Dijo la Madre superiora con la cabeza baja
– Gracias Madre, se puede retirar.
Monseñor estába sentado en una mecedora de cuero, el joven seminaristas a su lado de pie.
– Acércate Valentina, hoy es un gran día para usted dos, hoy serán almas bendecidas por nuestro señor Jesucristo, hoy sus espíritus se llenarán de la luz sagrada, nuestro cuerpo es la morada del espíritu Santo y por lo tanto deber ser un cuerpo limpio, sano, sagrado y hoy limpiaremos nuestros cuerpos.
Valentina mostraban admiración por cada palabra, se imaginaba un ritual sagrado para poder recibir la gracia del espíritu Santo dentro de ella.
– Por favor Gregorio toma estas llaves y abre esa puerta.
Era la puerta de un cuarto que estaba al lado derecho dentro de la oficina, tenía unas cadenas y un candado muy antiguo, Gregorio abrió el candado, quitó las cadenas y abrió la puerta, era una habitación grande, con dos camas de maderos finos, sábanas púrpuras, cuadros de la inmaculada Concepción , Jesús en la cruz, esposas, látigos con bolas de ceras, sillas tipo gato, listones con amarres y máscaras colgadas en la pared.
– Entren – Dijo Monseñor ya colocándose de pie.
Valentina y Gregorio entraron, Monseñor cerro la puerta.
– Quitarse sus vestiduras.
Los dos jóvenes estaban confundidos pero hicieron caso, confiaban en Monseñor, se quitaron sus aposentos muy nerviosos hasta quedar solo en ropa interior.
Monseñor toma a Valentina, la tumba en cama rezando la oración a San Pancracio, la coloca boca arriba, toma sus manos y le coloca las esposa fijándola en el cabezal de la cama, Valentina queda a su merced, la acariciaba por el rostro, olía su pelo >Que bella criatura< -Dice- Monseñor. Le quita el panty que era color blanco y se lo lleva a la nariz. Nota que Gregorio tienes una erección, estába duro como un fierro, le abre las piernas a Valentina, su vulva estaba frondosa de bello púbico, pero se lograba ver sus labios rosados y tiernos, la mirada de Gregorio cambio, ya no era el seminarista confundido, no, ya tenía una malicia en sus ojos, un deseo comenzaba a hervir en su ser, como si Íncubo reinará en el , Monseñor se le acercó, lo beso, el se dejaba , Monseñor le bajó su ropa interior, seguía con la misma oración, se arrodilló, comenzó a chuparle el pene, pasaba su lengua de arriba hasta el escroto, de las huevas a la punta, se metía el pene lo más profundo que podía en su garganta, cuando se lo sacaba lo masturbaba con una mano, con la otra el también se masturbaba, seguía con la oración, Valentina comenzo a gritar y pedía auxilió, las hermanas solo rezaban y rezaban, Monseñor se término de quitas las túnicas, siguió chupando y lamiendo el pene de Gregorio, luego lo llevo de la mano donde estaba Valentina que seguía gritando tratando de zafarse de las esposas.
– ¡Móntala hijo mío, móntala!
Gregorio se subió a Valentina, Valentina trataba de evitarlo, daba patadas y se movía como una serpiente resbalosa, Monseñor la sujetaba de las piernas, Gregorio la penetro, el grito se oyó en todo el cerro de la Popa, Gregorio la embestía fuertemente sin contemplaciones, Valentina gritaba de dolor, su virginidad se fue a la mierda, los gritos excitaba más a Monseñor que seguía masturbándose, el sufrimiento de Valentina lo enloquecía se volvía un monstruo enfermo de placer.
– ¡Pégale, pégale duro, para que salgan sus pecado! – Decía Monseñor mientras seguía agitando su pene.
Gregorio la cacheteaba, la cogía del cuello, del pelo, la estremecía, le arrancó el sostén de un solo jalón dejando al descubierto sus pequeños senos con pezones color a mortadela, Valentina lloraba, miró la imagen de la inmaculada concepción y de Jesús, los maldecía, toda su devoción se fue por el excusado, después dejo de luchar, voltio la cara , sus lágrimas impregnaba el cubre lecho púrpura al igual que la sangre del desgarro de su himen, a los minutos Gregorio eyaculaba internamente en ella, eran torrentes de semen que le llenarían todas sus entrañas, del otro lado Monseñor llegaba en el piso. Hubo unos segundos de silencio, Gregorio quedó casi muerto encima de Valentina, Valentina lloraba, confundida, sentía asco, vergüenza, quería morir, Monseñor se colocó su vestimenta, ordeno a Gregorio que se cambiara también, Gregorio volvió en sí, pero no se mostraba arrepentido, Monseñor le quitó las esposas a Valentina, salió del cuarto y ordenó a las hermanas que vistieran a Valentina y que la llevarán a su habitación .
– Madre superiora esta mejorando con la novicias, déjeme felicitarla, ya sabe lo que tiene que hacer, no quiero problemas, nos vemos dentro de dos semanas.
Monseñor se retiraba, abajo estába un Ford fairlane 57 blanco esperándolo. Valentina fue lleva a su habitación, casi no podía caminar.
2
Pasaron un par de días , Valentina no tenía permitido salir de su habitación, había sido amenazada si decía una palabra de lo ocurrido, ya otras novicias habían intentado hablar, algunas fueron recluidas en centro psiquiátrico acusadas de locas, y otras se habían suicidado de formas muy extrañas, Valentina no tenía otro remedio que callar, sentía que la pena la iba a matar, muchas veces paso por su mente el suicidio, no entendía porque Dios, su Dios había permitido que le ocurriera todo eso. Todas las hermanas y las novicias sabían lo que pasaba, el silencio las hacía cómplice, y poco a poco se convirtió en algo normal, algo que era inevitable y tenían que vivir con eso. Solo una novicia Inés, que había sido violada brutalmente por dos Padres y un seminarista al mismo tiempo, no lo aceptaba y siempre les hablaba a las jóvenes para hacer algo, pero el miedo no les permitía apoyarla. Días después de que la Madre superiora vio que Valentina no iba hacer una amenaza y que ya se había resignado a su realidad, le permitieron salir, fue llevada al comedor, allí habían otras novicias sentadas en la mesa, ellas también habían sido víctimas de toda esa barbaridad, Valentina se sentó con ellas, no pudo evitar las lágrimas y el llanto salió, era un llanto inconsolable. Ese día era recluida una novicia nueva , María Cristina quien se sentó sola a comer, y veía lo que pasaba, Inés consolaba a Valentina, Luego se levantó y se dirigió a la mesa donde estába la nueva, Valentina notó que le dijo algo, Inés vuelve a la mesa.
– ¡No ponemos seguir así con esto! Dice Inés a las jóvenes que solo agachan la cabeza.
– ¿Qué le dijiste a la nueva? Pregunto Valentina.
– Cuando tú entraste a este infierno yo quise advertirte , no te imaginas cuando me arrepiento no haberlo hecho, no quiero que esto siga ocurriendo.
– ¿Que debemos hacer?
– El sábado es día de visitas de nuestros familiares, debemos hablar.
– Ya eso lo han hecho y no resulta, la última que lo hizo fue Eva y murió envenenada, aunque digan que fue suicidio, a demás a casi todas nosotras nos odian nuestros padres – Dijo unas de las novicias sentada allí.
– A mi me crearán- Dijo Valentina.
– Hay que obligarlas para que les muestren la habitación de la oficina de la Madre superiora, esa será la evidencia ¿Quién está de acuerdo?- Dijo Inés.
Solo Valentina alzó la mano, las demás agacharon la cabeza diciendo no.
La hermana Esther notó algo raro y fue donde la madre superiora.
– Permiso Madre.
– Siga.
– Madre superiora, he notado algo raro en un grupo de novicias.
– ¿A que te refieres?
– No se tengo la impresión de que traman algo, allí estaba Valentina , parece que no entiendo.
– Ok , entiendo, hermana toca está noche corregir.
– Si madre, permiso.
Por la noche cuando ya todas dormían tocaron la puerta de Valentina, Valentina abrió y fue sacada a la fuerza por dos hermanas, es llevada a el mismo cuartos donde fue violada, la desnudan , la amarran a los listones, es brutalmente azotada con un látigo bolas de ceras por la hermana Catalina, era una hermana gorda con casi 1.90 de altura, lo latigazos se escuchan por todo el convento, para demostrar a las otras lo que les pasaría si hacían algo, 13 latigazo fueron suficientes para que Valentina perdiera el conocimiento. María Cristina se levantó, abrió la puerta de su habitación para ver porque esos gritos, rápidamente es agarrada por Inés que le tapa la boca y le mete de nuevo a la habitación.
– ¡Shiii! No hagas ruido!
– ¿Que pasa , porque esos gritos?
– Que no se den cuenta que te levantaste o vendrán por ti.
– ¿Quién? ¿Quién va a venir por mí?
– Ahora no puedo explicarlo, solo confía en mi, pase lo que pase no salgas de tu habitación, por la mañana te busco y te cuento todo, por ahora intenta dormir.
Inés salió de la habitación con mucha cautela y se encerró en la suya, María Cristina volvió a su cama, de nuevo imágenes en su mente, sangre, gritos , su papá sin rostro, la mamá lanzándola al abismo, luego siente una calma, ya no había gritos y se quedó dormida.
3
Por la mañana todas la monjas se reunieron en el altar principal para las oraciones y para el ayuno de 3 horas, estaban todas menos Valentina, María Cristina, estaba de rodilla, fingía orar, pero ella y Dios no estaban muy bien , de hecho no creía en el, menos creía en la iglesia católica, ni en esa mano de monjas que no le inspiraban nada de confianza, cerro los ojos y pensaba cual sería su destino, porque estaba en este mundo, que era lo que de verdad quería hacer con su vida, estaba de pelea con el universo con todo, casi no toleraba a la gente, le repugnaba tener personas cercas. Después de la oración todas las novicias fueron al comedor para el desayuno, María Cristina nuevamente se sentó sola , eso no era nada raro en ella, Inés se le acercó, se sentó .
– Mira lo que me vas a decir , no me interesa, no se qué diablos pasa en este infierno, pero déjame en paz – Dijo María Cristina con amargura.
– Debería interesarte porque tú serás la próxima.
– ¿La próxima?
– Acá no podemos hablar , la que menos crees nos está observando, después del trabajo nos vemos en el baño que esta en el patio.
– No, te prometo nada.
– Se que irás.
Inés se despido, María Cristina se sentía extraña, no entendía porque está Joven quería hablarle, porque le daba importancia, y porque ella no le era indiferente, había algo en Inés que le parecía interesante, misterioso, como si sus almas ya se hubieran conocido. María Cristina termino su desayuno y se dirigió hacia su lugar de labores, se encontró con la hermana Esther
– Hola María Cristina ¿Cómo estas?
María Cristina se detiene, solo alza la cabeza como señal de saludo.
– Te quería preguntar algo – Dice la hermana Esther.
– ¿ cosa?
– Cuando le dijimos a tu tía sobre las visitas que eran mensualmente ella no dijo nada, ¿Si te visitará?
– Me tiene sin cuidado lo que haga, es su problema.
La hermana Esther se retiró con gesto de satisfacción en su cara, ya era sabido que la tía de María Cristina no quería saber nada de ella, eso hacia a María Cristina perfecta para las atrocidades de Monseñor y su comitiva.
Llamada telefónica…
– Alo – Contesto Monseñor.
– Monseñor como estas , soy la Madre Irma.
– Hola Madre que me tiene.
– Tenemos una novicia nueva, se llama María Cristina Rodríguez, es hermosa, está llena de vida y sus familiares no quieren saber nada de ella, es perfecta.
– Que excelente noticia, mañana también entra un nuevo seminarista me informó el padre Iván, entonces cuadremos todo para final del mes.
– Bueno Monseñor Dios lo bendiga.
Monseñor colgó el teléfono, y su cara no podía estar más llena de felicidad.
– Definitivamente me gusta Cartagena.
Continuará…
Viana historia
Gracias por el apoyo.
Me encanta esta historia. Cada página me sumerge más, ya tengo imaginado todos los personajes que van hasta ahora y hasta sus voces.
Gracias, Lorena