¿Por qué no somos tan buenos lectores? ¿Qué no hemos logrado comprender todavía? ¿Mandar los niños a la escuela todos los días nos asegura que serán buenos lectores? ¿Por qué las escuelas públicas y privadas carecen de bibliotecas y no las han considerados importantes y fundamentales en los procesos de lectura y escritura ciudadana? Alguien decía que las preguntas son más importantes que las respuestas, porque implican una búsqueda permanente de respuestas esquivas.
¿Cuándo usted habla de relación espiritual con los libros, que quiere decir?
Hablar de espiritualidad es conversar sobre las posibilidades de elevarnos por encima de lo animal y con los libros y especialmente de convertirnos en mejores ciudadanos y mejores personas. Desde la edad media han obligado a pensar a los creyentes en que la única conexión espiritual con Dios es a través de la biblia, y la biblia es un libro. Piense en la relación espiritual del verdadero creyente con ese libro. Ahora, piense en la relación de una persona libre con los libros. Piense, si tiene uno entre las manos, en el manoseo, en olerlo, en consultarlo, en buscarle la belleza, en subrayar lo que más le fascina, escribirle al pie de página sus notas íntimas y reflexiones. En fin, convertirlo en su amigo. De esto es de lo que hablo cuando habla de relaciones espirituales con los libros. Y no hay que olvidar que el espíritu como el cuerpo necesitan alimentarse para sobrevivir. El cuerpo de comida casera o especial y el otro de libros, revistas, teatro, cine, poesía, novelas… Creo que a esto es a lo que aludía Umberto Eco cuando dice que el libro “pertenece a la misma categoría que la cuchara, el martillo, la rueda o las tijeras…” (ver el Infinito en un junco, de Irene Vallejo)
¿Cómo hacemos para que los niños desde que salen del vientre establezcan una relación espiritual con los libros?
La estrategia es la magia de la lectura en voz alta. Hay que leerles a los niños historias consignadas en los libros según las edades, contarles historias orales antes de dormir, hasta que el mismo chaval decida asumir el mismo la lectura. Esto puede ocurrir más allá de los 8 o 10 años. Se recomienda ubicarle al lado de su cama y en una mesita sus libros favoritos, igual una pequeña lámpara para que él pueda leer de noche. Ahí se inicia esa fantástica relación espiritual con los libros.
Y si el niño no aprende lo deseado en la escuela, ¿qué hacer?
Hay que hacer lo que hacían los romanos, o como hacen hoy los ricos y los intelectuales con sus hijos: le colocan al niño un tutor o coach, o en su defecto, lo ubicas en espacios que lo ayuden a leer bien y enseguida a redactar o escribir hasta lograr la pasión por estos dos procesos del intelecto humano. Aquí en Santo Tomás, estoy editando un taller experimental de lectoescritura ubicado en la calle 7 No 12-71, P 2. Como aquí en mi casa tengo mi biblioteca y un cuarto de estudio donde edito mis artículos de prensa y creo libros artesanales, pienso que es un lugar especial para la relación de la que hablo, es decir, para contagiar a los niños.
¿Por qué son tan importantes las bibliotecas en la vida de los niños?
Porque ahí se inicia la relación espiritual con los libros. Desde sus orígenes la biblioteca ha sido el puente para sacar al hombre de la oscuridad, para ayudarlo a adquirir información y conocimiento más allá de su tiempo presente. El niño que visita por primera vez una biblioteca termina asombrado no tanto por la cantidad de libros que hay en ella, como por imaginar la cantidad de seres humanos capaces de escribir esos libros. Eso lo puede ayudar a imaginarse lector o escritor. Además, la biblioteca le permite al niño leer el libro que quiere o que desea, que es la libertad individual que no ha logrado entender la escuela, que obliga a leer. Esto tal vez explique la ausencia de bibliotecas en los colegios. Puede pensar en la Biblioteca de Alejandría o en la biblioteca borgiana para aclarar este punto. Sin bibliotecas y lectores la oscuridad termina siendo el monstruo que devora la luz de la humanidad. Los niños necesitan la biblioteca y los libros para crecer espiritual y libremente.
¿Cuándo hablamos de lectura de qué estamos hablando?
De hábito, porque la lectura es conductual. Se acuerda: “El hábito hace el monje.” Leer todos los días nos convierte en “adictos lectores,” lo que significa que si se dejamos de leer por alguna circunstancia uno termina sintiendo todo el día que le falta algo. Y luego recuerda que le falta leer un libro, un periódico, una página, un poema. Algunos escritores felizmente llaman al acto de leer, el “vicio maldito.” Le pregunto: Si los niños no tienen bibliotecas en la casa ni en el colegio, ni en el barrio, y hay una sola biblioteca en el municipio que funciona a medio pelo como decían los abuelos, ¿cómo pretendemos que los chavales sean buenos lectores? En nuestros municipios deberíamos tener más de tres bibliotecas. ¿Cuántos televisores tenemos en casa? ¿Cuántas cantinas en el pueblo? ¿Existe un programa en primera infancia o en el preescolar o en transición como la magia de la lectura en voz alta?
¿Cuál es el problema mayor de la cultura nuestra?
Que es muy pobre, casi inexistente, y alcohólica. Quizá no nos hemos percatado, pero estamos absorbidos en el 100% por la vida común o cotidiana: juegos de mesas, la Tv o el ejercicio diario de la perdida de tiempo en las esquinas, que es un crimen social y cultural, la falta de políticas públicas contra el ocio improductivo, amen. Esa es la razón profunda por lo que consideramos importante la cultura para la sociedad. Es decir, es necesario y pertinente que exista el teatro y los actores y actrices, la poesía y los poetas, la literatura y los novelistas, los libros y sus autores, los pintores y los artistas, los pensadores y los escritores. Ellos terminan siendo las guías espirituales de los niños y de la comunidad. Amar el terruño es amar a los artistas, a los escritores, a los músicos, a los danzantes, a los pintores, etc. Pobre de aquel pueblo que carezca de una cultura viva, dinámica, activa, porque entonces carecerá de sueños y de afanadas rebeldías, o de los locos de la vida que le escriben cartas de amor ala vida.
Le escuché que había que agradecerle algo a la tecnología, al celular ¿Por qué? Porque nos obligó a repensar el problema de las dificultades serias de la lectura. Ya no observamos a las gentes con libros en las manos, y menos leyéndolos. En América Latina estamos por debajo de Chile y Argentina, que tienen unos promedios de lectura por encima de 4.5 libros al año. Colombia está en 2.7. En Buenos Aires hay más de 26,6 librerías por cada 100 habitantes, nosotros tenemos más de 300 cantinas por 100 habitantes. Los chavales se están formando sin que podamos conscientemente advertirlo, en el formato de las mentalidades superficiales, extrañadas de sí misma, o enajenadas. Hay que hacer algo, hay que iniciar en la primera infancia el proceso de reconversión cultural para que los niños sean hijos de la contracultura. Hay que repensarlo seriamente desde la alcaldía, la gobernación o la presidencia de la república. El taller experimental de lectoescritura es casi gratis. Cada sesión tiene un costo de $5000 pesos por niño o niña, al mes son 4 encuentros de una hora cada uno. ¿Cuánto cuesta una cerveza? ¿Cuánto le invierte usted al futuro de su hijo? ¿Es suficiente asistir al colegio? ¿Y si la escuela forma para ser un empleado y no un pensador? ¿Le preocupa esta situación? Estas son las preguntas fundamentales. Contáctenos: 3103646567.
Franco Carvalho, editor de la revista Pausa. Entrevista apócrifa. Pedro Conrado Cúdriz.
Muy bien la propuesta para formar lectores.¿Cuántas bibliotecas tenemos en el departamento, en Barranquilla, en cada uno de los municipios? Creo que no llegamos a diez. Los dueños de la región no evidencian ningún tipo de motivación para crear comunidades lectoras, y las comunidades no se movilizan hacia lo espiritual porque no ha habido un hábito lector que le genere malestar, inconformidad, desasosiego. Sin embargo, siempre hay un héroe lector que emerge, sobre poniéndose a las carencias mantenidas por el establecimiento.
Eres increíble, mi admiración, respeto y amor para ti. Lia