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enero 31, 2025

La Primicia Noticias

Una Nueva mirada

¿Qué clase de ser humano ha parido Colombia? 

Por: Pedro Conrado Cudriz

¿Somos realmente así, pirómanos y criminales? O ¿Esta brutalidad es de una simple minoría dominante? De cualquier manera, pregunto: ¿Qué clase de ser humano ha parido Colombia?  

La nuestra es una historia de horror y para narrarla, como se narran los cuentos de terror, se necesitan los libros y la voz de los abuelos, mientras nosotros acurrucados en la cama como en el pasado, imaginamos entonces la sangre liberal y conservadora correr las avenidas de las ciudades y los campos del país, mientras los cortes de franela, “picar para el tamal” y asesinar a las mujeres embarazadas para truncar los retoños partidistas, eran el pan de cada día.  

Es una historia de sangre indetenible, indefendible, sometida a los saltos de coyunturas históricas, pero persistente y lineal. El Frente Nacional fue una mascarada y abrió otra puerta para la violencia, la subversiva, la otra venía en tren nuevo, la del narcotráfico y llegó para mezclarse con todas las violencias que ha parido este país por el poder.   

No olvidemos la travesía de las violencias de los años 80 y 90 del siglo pasado, los magnicidios de la Unión Patriótica, y las masacres y esta última violencia, la paramilitar, que viene agarrada de las manos de todas las violencias, otra vez. Narcos, paracos, paraestado, ELN y disidencias de la FARC, un coctel libre de disculpas para acabar con los acuerdos de Paz de la Habana.   

Omisión Estatal, piensan algunos, otros, irracionalidad del Estado y los más intuitivos y claros, planes de Estado para asesinar la paz.  

“Yo tenía como un ánimo pirómano, me gustaba ver la candela sobre las chozas donde vivían esos campesinos,” confesó ante la JEP, Benito Osorio Villadiego, exgobernador de Córdoba, amigo de Uribe y de los paramilitares, condenado a 19 años de prisión por la alianza que hizo con Castaño cuando él dirigía el Fondo ganadero de Córdoba. Confesión pirómana, hecha en la misma envoltura del trastorno emocional de los personajes activos y pasivos del gobierno y los organismos de Estado que nos mienten y hacen todos los días lo que les venga en gana.  

Mínimamente ese colombiano, hijo de la muerte como sus cómplices y amigos, se quitó la máscara de la decencia y la deshumanización, la estrelló contra el espejo, cansado y vencido por las circunstancias de su vida violenta, y por el castigo de los años en prisión.  

“Íbamos por delante echando plomo, mientras atrás venían otros legalizando las tierras,” que le robábamos a los campesinos a sangre y fuego. Voz paramilitar.  

“… dentro de esas cárceles tenían sus comodidades (…) su camita, su cambuche”. Sandra Ramírez, senadora Ex farc.  

“Esos muchachos no estarían cogiendo café.” Álvaro Uribe V.  

“El que no sienta garantías para las elecciones no debería presentarse.” El registrador nacional, Alexander Vega.  

“Los niños son máquinas de guerra.” Diego Molano, ministro de la defensa duquista.  

Estas historias y estas voces no son nuevas para nadie. Todos sabíamos para qué los servidores públicos y los ganaderos iban al monte, todos estábamos enterados de las porquerías que le hacían y le siguen haciendo los gobiernos a la patria detrás del teatro gubernamental. Bueno, lo que ellos llaman patria. Lo sabíamos y los vemos todavía mojando prensa. Son los agentes del Estado, que usan saco, corbata y rostros de buenos ciudadanos para ocultar la dictadura de la muerte y las masacres.     

pedrocudriz@hotmail.com