Por: Frensis Isaac Salcedo
Hagamos lo propio… expresión característica de Blas Ramón Fruto Maldonado, cuando quería decir, sí o para decir lo pensaré, pero no le escuchamos decir un no, durante su permanencia en el solio de los alcaldes de este terruño, Santo Tomás.
Ayer el sol se negó a salir con la misma fuerza de todos los días y una lluvia ligera quiso opacar la incandescencia de sus rayos. Tal vez porque estos efectos de la naturaleza se resistían a aceptar la muerte de BLAS RAMÓN FRUTO MALDONADO, el buen esposo, el buen padre, el buen hijo, el buen yerno, el médico, el buen amigo, el alcalde de las grandes realizaciones. Creo sin derecho a equívocos, que ni la lingüística, ni el lenguaje del castellano, sin ser hipérbole, contienen la palabra precisa para describir a este grande hombre que, durante su recorrido por la vida, se dedicó a servir sin mirar a quien, porque en su humanidad no existía la maldad, ni el rencor, ni el odio que nos abraza a los seres humanos y nos aniquila llevándonos al confinamiento en las mentes de algunas personas. Parece exageración, pero es la realidad que acompañaba al médico del pueblo que atendía a cualquiera persona sin aceptar el pago por sus servicios prestados como científico de la medicina; creyéramos que nació con ese designio divino, el de servir, como lo hizo desde los diferentes frentes donde se desempeñó: como médico, como amigo, como vecino, como político, como alcalde, durante este cargo con su apoyo florecieron las artes: las danzas, la pintura, las letras, los deportes y la música, que se hicieron notar en cualquier recodo de la geografía nacional.
Hoy hasta las luciérnagas perdieron su encanto por las noches. La brisa detuvo su andar ondeante y fresco. Las gaviotas aborrecieron a la mar para no besar más a la arena de playas cautivas. Sí, la partida física de este humanista alteró a la naturaleza que hoy llora desconsolada junto con su pueblo, su partida final.
Santo Tomás llora desconsolado a su hijo amado que decidió tomar el rumbo sin regreso, pero sabemos que, a pesar de su partida física, Blas Ramón Fruto Maldonado, será habitante eterno en nuestros recuerdos.
Cómo olvidar al médico que tanto sirvió a su gente. Cómo olvidar al amigo que nos tendió su mano cuando caíamos al precipicio por eso de los avatares de la vida por los que cada persona transita. Cómo olvidar al buen samaritano que nos brindo a Edwin Navarro y mi persona, su amistad y su musculo para crecer en la academia. Cómo… Cómo, imposible.
Soraya, Blas partió, pero te queda el consuelo del abrazo del hombre bueno que vivió para ti y para tus hijos. Y, te queda la alegría del hombre carnavalero.
Fortaleza mi amiga, fortaleza. Recibe el abrazo solidario del pueblo de Santo Tomás.
Para despedir a Blas Ramón, pido a todos los presentes una salva de aplausos.
Y, como mencionaba en los escenarios: adiós Blas Ramón Fruto Maldonado, el alcalde de las grandes realizaciones. Hagamos lo propio.
Tuve el privilegio de conocerlo y trabajar un tiempo con él cuando fue alcalde. Una persona como pocas en el mundo. Gracias a Dios por permitirnos conocerlo. Dios lo tenga en su gloria.
Buen amigo buen medico buena persona gracias por su amistad paz en su tumba y fortaleza para su familia.