Por: Pedro Conrado Cudriz
Este país sería diferente si el pensamiento crítico fuera una habilidad, o una competencia de todos los ciudadanos. Sería concebido de otra manera, sería menos violento, la democracia no sería una fórmula mafiosa o de clanes, la convivencia estaría marcada por la tolerancia, la empatía, seríamos mejores seres humanos, seríamos menos indolentes y menos tontos, no hay duda.
Llevamos décadas creyendo que asistir a la escuela es la única solución para nuestros problemas. Sí, la educación, la de calidad es la solución. He aquí el problema.
Nuestro sistema escolar es escolástico, memorístico, al servicio de los que gobiernan la nación. Las pruebas Pisa son un ejemplo irrefutable de la incompetencia escolar y de los graves problemas de la formación civilista ciudadana. La mayoría de los estudiantes son malos lectores y con graves fallas en el dominio de las matemáticas. Y ahora de la historia.
La vida va por un lado y la escuela va cuesta abajo, viven divorciadas como eternas enemigas. ¿Cómo enfrentar las complejas realidades colombianas si las competencias cognitivas y sociales no son las mejores? ¿Tienen los pelaos hipótesis sobre la realidad del país? ¿Tienen alguna concepción del mundo? ¿Tienen una concepción de sí mismo y del otro? ¿Contextualizan sus afirmaciones? ¿Sus versiones de vida están sustentas en la hipertextualidad? ¿Los exámenes son las soluciones de la escuela?
Los exámenes escritos además de cómodos para la escuela, desvirtúan la complejidad de la vida y sobre todo, son desaprovechados para realizar espacios de carpintería escritural. La escuela cree que escribir un texto es muy fácil. Esa es una de las razones por la que los exámenes escritos están establecidos para una hora de clase, cuando todos sabemos que un texto de setecientas palabras se lleva una o más de una mañana e incluso días. La carpintería consiste en trabajar el texto hasta que esté listo para la lectura de un tercero: el profesor. Murakami, el escritor japonés, para dar un solo ejemplo, en su libro auto-biográfico “De qué hablo cuando hablo de escribir,” sostiene que la hechura de una novela tiene un tiempo de finalización de cinco o más años. Para Gabo la hechura era interminable, esa era su razón para publicarlas y dejar de pensar en ellas. Desechaba la idea de pasarse la vida corrigiendo su escritura.
En el examen escrito también se desaprovecha la construcción de conversaciones críticas entre el profesor y el alumnado. Porque la escritura lleva a la lectura crítica y la lectura a la escritura crítica. Son los bastiones del pensamiento crítico a temprana edad. De las historias escritas se pasa a las conversaciones creativas y al pensamiento autónomo, donde se afina la habilidad de compartir las experiencias de vida de los niños. La escuela debe ser un taller universal de la dialéctica relación escuela-vida para el desarrollo del pensamiento crítico y el compromiso con la vida.
Escuela para el trabajo no, escuela para la vida sí.
Si la escuela persiste en el modelo actual, seguirá graduando ciudadanos acríticos, receptores pasivos de la historia contemporánea, sujetos manipulables e incompetentes para comprender los escenarios complejos de sus propias vidas, indiferentes a los cambios. Así no se construye el país, ni mucho menos se prolonga la vida.
Recién recordaban a Russell:- “(…) los estúpidos están seguros de todo y los inteligentes están llenos de dudas”.-¿Quienes acarician mas de cerca al pensamiento crítico:-Los inteligentes o los estúpidos?.-¿Existe diferencia entre los seguidores Colombianos de la senadora María Fernanda Cabal y, los seguidores estadounidenses del ex.presidente Donald Trump?.-
Mi estimado escritor una reflexion para un foro educativo,totalmente de acuerdo