La reforma tributaria

En la época de mis abuelos, valía más la rectitud y el honor que el dinero; es decir, la imagen y la palabra eran los principales activos que poseía una persona. Incluso dentro de la clase política. Pero llegó el neoliberalismo y acabó con todo eso. Hoy se admira más al tramposo, al avivato, a los estafadores de medio pelo. El presidente Duque acaba de presentar una reforma tributaria que está llena de gravámenes de los que renegaba cuando era candidato y se ha quedado tan pancho, sin ningún asomo de vergüenza. Para colmo de males, como si quisiera burlarse, le ha puesto el rocambolesco nombre de “Ley de solidaridad sostenible”, lo cual viene a ser como hecharle sal a una herida. Pero no pasa nada, ya nos hemos acostumbrado a eso. Y aceptaremos también que Tomasito Uribe sea candidato. Y muchos le votarán. Y la vida seguirá igual para un país que no encuentra su norte. Todo en nombre del capitalismo salvaje. ¡Si nuestros abuelos levantaran sus cabezas!