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julio 18, 2025

La Primicia Noticias

Una Nueva mirada

Gracias Pedro Fontalvo Ojeda por la aventura que vivimos

Por: Diovaldo Heredia Gutiérrez

Entrar o llegar a la vida es un misterio biológico, suerte parecida a ganarse una lotería; ¿se imaginan la maratón agotadora de esos millones de medias vidas potenciales que son los espermatozoides en búsqueda del ovulo que espera en la meta para potenciar ese acto de creación? La biología nos enseña que a esa meta llega el más fuerte, selección natural y en teoría producto de la fuerza del amor. Salir de la vida es otro misterio que agota el ciclo biológico indeterminado y en el recorrido de ese ciclo nuestras vivencias y experiencias que enmarcan los calificativos del que se fue.

PEDRO FONTALVO OJEDA y yo emprendimos una larga trayectoria de vida, desde la escuela primaria abrazados por una hermandad cómplice, amorosa, llena de satisfacciones y en algunas ocasiones de actos no tan altruistas que rayaron con los calificados como “maldades de juventud”, hasta completar nuestras vidas como compadres recíprocos y abuelos; sus hijos me dicen tío y los míos lo nombraban tío Pello, en una especie de fusión de nuestras familias, su familia es la mía.

Un anecdotario de nuestras aventuras de toda clase no sería pertinente en este testimonio de despedida, duele la muerte de un ser querido, nos acostumbramos a la vida y si fue buena vida como la de Pello, mucho más, porque fue compartida como buen hijo, padre, hermano, compañero, amigo, y ciudadano; en cambio la muerte es la gran incertidumbre. En algún momento de nuestros estudios en el Colegio Oriental, participé en un  concurso de matemáticas para obtener una beca, convocado por la Normal de Varones de Barranquilla, no me gané el concurso, pero recibí de esta institución la invitación para continuar mis estudios de pedagogía; al terminar la entrevista-invitación lo primero que hice fue preguntarle al Rector si había otro cupo para un amigo, por supuesto pensando en Pello, que al comunicárselo  no lo pensó dos veces y me dijo ¡¡nos vamos para la Normal¡!. Allí fuimos felices y forjamos el eslabón de “los Pegados”, juntos para todo. En algún momento, en la Escuela Normal, ante un examen de física, le miré la cara a Pello, a tres pupitres del mío y vi la angustia reflejada en su rostro por las neuronas, con ganas de entregar el examen en blanco y le devolví la señal por el mismo medio para que no lo hiciera. Al informar los resultados del examen el profesor Blas Torres, que ya sabía de las falencias matemáticas de Pello, me entregó mi examen de penúltimo con un cinco, de ultimo entregó el examen a Pello, espectándole: ¡Tu no realizaste este examen!, ¿Quién te lo hizo?; por supuesto que Pello no le iba a confesar que su examen gemelo lo había hecho su compinche.

Esta nota de despedida para el gran amigo que se fue de la vida, no sé en qué se convirtió su energía vital, pero estoy seguro que cumplió su misión con apego a sus convicciones y sus enseñanzas hablaran por él.   ADIOS Y GRACIAS POR LA VIDA QUE COMPARTIMOS.