- Una cuarentena total debería ser la última opción, pero las cifras están llevando a ese camino.
El comienzo del 2021 ha sido como un tiempo extra del 2020. Aunque en el aire se respira la esperanza de que las vacunas están cerca, las cifras de contagios no son para nada alentadoras y diversos expertos consultados por EL TIEMPO se muestran pesimistas frente a lo que viene. Señalan que estamos pagando las consecuencias de “relajarnos demasiado” en diciembre. Pero ¿qué hacer? Aunque las respuestas de la mayoría de los consultados caminan por el mismo lado, los niveles de pesimismo y de decepción varían.
Vecino, investigador en sistemas de salud del Departamento de Salud Internacional de Johns Hopkins University, dice, decepcionado, que “no debimos haber llegado a este punto”.
Y advierte: “Yo creo que, desafortunadamente, en el punto en el que estamos, estas cuarentenas generales son el único camino (…). Son medidas que a mí no me gustan, pero es que tenemos que poner la mira en evitar un tercer pico como este y eso implica lo mismo de siempre: fortalecer el rastreo de contactos, continuar haciendo consciente a la gente de lo serio que es este virus y, por supuesto, implementando el programa de vacunación”.
Al respecto, Gina Tambini, representante de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) en Colombia, dice: “La vacuna que tenemos en este momento es usar bien el tapabocas, el distanciamiento, el lavado de manos para cortar las cadenas de transmisión”. Y a su vez advierte que es necesario “tomar medidas más drásticas”, pero aclara que “no en todo el país, sino cuarentena por ciudades, por municipios, dependiendo de las ocupaciones de las Unidades de Cuidados Intensivos”.
Lastimosamente, los indicios demuestran que no hay mucho que hacer para detener lo que ya empezó en cuanto a esta pandemia. Es decir, en diciembre la gente se reunió en familia, viajó, se relajó en cuanto a las medidas de cuidado y las consecuencias se están viendo en este momento. O, por lo menos, así lo señala Luis Jorge Hernández, experto en salud pública y profesor de la Universidad de los Andes.
“El margen de maniobra es poco en el sentido en que todo lo que hagamos hoy tendrá efectos dos semanas después, nosotros ahora estamos recibiendo la cosecha del día de las velitas y algo de la Navidad, nos falta la gran cosecha de Año Nuevo. Eso es lo grave, a pesar de que falta todavía ese impacto, ya estamos en saturación”, advierte el experto, y, decepcionado, dice que esto se debe en parte a que no hubo la preparación adecuada.
“Para eso era la primera cuarentena, para alistarse, pero eso no se aprovechó en su totalidad y ahora pagamos las consecuencias. Ahora es esperar solo que el impacto no sea muy fuerte…”, añade.
Según el profesor, las medidas como el toque de queda en este momento van a hacer muy poco en el sentido de que los resultados se van a ver hasta dentro de 15 días. Lo que se debería estar haciendo en este momento es un análisis epidemiológico más ágil y sectorizado, en lugar de hacerlo por localidad, se debería revisar los datos por unidad de planeación zonal (UPZ), por barrio, casi que por cuadra, dice. “De esta manera se podrían hacer cordones sanitarios mucho más selectivos”.
Silvana Zapata, epidemióloga, dice que los tomadores de decisiones deben monitorear diariamente los indicadores que permiten verificar posibles colapsos del sistema, como el porcentaje de ocupación de UCI, las tasas de mortalidad, el porcentaje de positividad, además identificar el seguimiento de la cadena de contactos a través de la estrategia PRASS ( Pruebas, Rastreo y Aislamiento Selectivo Sostenible), o sea, conocer el nombre del contagiado en cada ciudad con el fin de saber si se está cumpliendo con el principio de aislamiento, “que es el más importante”.
“Si estos indicadores se encuentran en ascenso en las últimas semanas, deberán tomar medidas más estrictas como lo estamos viendo actualmente”, dice la experta, pero a su vez aclara: “Ya no debemos hablar de cuarentenas generales, sino de cuarentenas sectorizadas, siempre y cuando se vea esta como última opción, después de agotar medidas más específicas, y para esto es esencial el seguimiento de los indicadores y el comportamiento de las personas”.
Como resalta Zapata y también lo han hecho expertos desde el comienzo de esta cuarentena, el comportamiento de las personas es fundamental. Zulma Cucunubá, epidemióloga del Imperial College de Londres, encuentra en parte la respuesta a esta segunda ola por ese mismo camino y dice que es necesario incentivar la reducción sustancial de contactos de todos los ciudadanos.
“Esa debe ser la premisa número uno. Hasta hace algunos días hablábamos de contactos seguros en ciertos ambientes, pero en este momento lo más prudente es que todos temporalmente suspendamos los contactos no esenciales por fuera del hogar, hasta que se regrese a una situación más estable, lo cual puede tardar algunas semanas”, explica Cucunubá.
Y a la pregunta de cuál es la forma más efectiva de reducir o suspender temporalmente esos contactos, responde que “en algunos lugares han sugerido el pico y cédula para ciertas actividades, los toques de queda, las limitaciones a la movilidad. Ojalá esto sea suficiente. Esto es algo que debe valorar y monitorear cada ciudad. Esto implica un mensaje muy claro a la ciudadanía sobre el papel que cada persona tiene en reducir el contagio y un papel de los gobiernos para apoyar las medidas sociales y económicas necesarias para que las personas puedan efectivamente reducir sus contactos en los próximos días”.
La cuestión la resume Carlos Álvarez, infectólogo y coordinador nacional de estudios covid-19 para la Organización Mundial de la Salud, en autocuidado, protocolos de bioseguridad y lineamientos gubernamentales ajustados a los indicadores de epidemiología. “La cuarentena no es el único camino; es uno más que se debe implementar y, a mi modo de ver, es la última medida en aquellos casos en los que la velocidad de contagio se hace muy importante a pesar de las otras medidas implementadas o cuando no es suficiente”.
Tomado El Tiempo

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