Por: José Alfredo Fruto
Hace parte de la idiosincracia caribe, en muchas oportunidades, ” coger suave” las cosas, otras veces normalizamos las situaciones, se comenta con preocupación un día, las siguientes 24 horas con asombro, al tercer día ya casi nadie lo menciona y al cuarto lo hacemos paisaje e insertamos en la cotidianidad. Allí el asunto empieza a preocupar, entonces se escuchan voces que señalan..Le ocurrió a tal persona, a fulano a zutano o a mengano , pero a mi no, se masifica el fenómeno, crece el enano, bomba de tiempo. Al final, hecho imposible o muy difícil de controlar.
Les hablo de una situación que casi todos saben o padecen, pero, por temor, desconocimiento o poca confianza en las autoridades no denuncian. Sí señores y señoras. La extorsión es pan de cada día en los municipios de Sabanagrande, Palmar de Varela y Santo Tomás.
Docentes, comerciantes, emprendedores, vendedores ambulantes y muchos ciudadanos del común pagan ” vacuna”
Recientemente un joven soñador, en compañía de su pareja, inauguraron el que ellos consideraron sería, el primero de su futura cadena de restaurantes, no habian terminado de colocar la publicidad con la hora de la apertura, los platos y servicios que ofrecerían, cuando recibieron una visita indeseada, de un par de sujetos, para ” notificarlos” que si les interesaba continuar operando, debían cancelar 600 mil pesos mensuales o de lo contrario atentarían contra el establecimiento. No era un chiste o chanza de mal gusto. Ante la presión, los inversionistas, que solicitaron créditos, utilizaron sus ahorros y hasta acudieron a familiares para “montar” un lugar atractivo, pidieron un margen, semanas de trabajo para conseguir el dinero. Plazo otorgado por los “señores ” extorsionistas 8 días y así los tuvieron todo el tiempo, lluvia de mensajes, llamadas, panfletos y la suma ascendía, ahora a un millon doscientos mil pesos, porque comenzaba a correr otro mes. Pero todo aquel que ha iniciado un emprendimiento, sabe que los primeros días e incluso meses, no son buenos. Las escasas ventas del arranque, apenas cubrían los gastos propios del establecimiento y los pagos a los trabajadores. Los comensales no llegaban con tanta puntualidad, como los motorizados empeñados en recordar el compromiso de pago, situación que llevó a los soñadores a cerrar el local antes de que llegara la fecha, con menos de un mes de funcionamiento y tirando números para cumplirle al banco y acrredores. Ilusión destrozada.
Así son varias las historias documentadas, muchas públicas, las demás reservadas por amenazas, lo que debe motivar a las autoridades a diseñar una estrategia contundente para frenar este delito que se pasea por las calles de nuestros municipios.
La denuncia debe ser oportuna, pero la reacción eficaz de la institucionalidad no da espera. Son muchas las personas que quieren salir adelante con ingenio, trabajo, dedicación y creatividad, pero los delincuentes que quieren vivir del trabajo del otro, están cortando sus alas, planes y aspiraciones. Es hora de actuar, porque la delincuencia está tomando ventaja y después será muy complicado poderla atajar.
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