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enero 31, 2025

La Primicia Noticias

Una Nueva mirada

La educación ambiental: El corazón de la construcción de ciudadanía responsable

Por: Larrys Fontalvo Rodríguez

“La Tierra no nos pertenece; nosotros pertenecemos a la Tierra.” – Chief Seattle

En un país como Colombia, donde la diversidad natural es tan vasta como las diferencias sociales y culturales, la educación ambiental se erige no solo como una asignatura escolar, sino como una necesidad apremiante para la construcción de una ciudadanía responsable y consciente. Reflexionar sobre este tema no solo nos interpela como docentes, sino también como ciudadanos comprometidos con el bienestar colectivo.

La educación ambiental trasciende la teoría y los muros del aula. Es un llamado a entender cómo nuestras acciones individuales repercuten en el tejido ambiental y social del que somos parte. Enseñar a los niños y jóvenes a cuidar el agua, reciclar y preservar la biodiversidad es importante, pero más crucial aún es formar en ellos un sentido de pertenencia hacia su entorno y un compromiso activo con su comunidad.

Como docentes, tenemos la posibilidad y la responsabilidad de sembrar semillas de cambio en cada estudiante. Sin embargo, es evidente que la educación ambiental no debe quedar relegada al esfuerzo individual. Se requiere de un ecosistema educativo que integre a familias, instituciones y autoridades locales. ¿De qué sirve un estudiante que aprende sobre reciclaje si su entorno inmediato no le ofrece las condiciones para practicarlo? La coherencia entre lo que se enseña y lo que se vive es fundamental.

Desde una perspectiva humana, también es vital reconocer que la crisis ambiental es también una crisis de desigualdad. Las comunidades menos favorecidas son, a menudo, las más afectadas por problemas como la deforestación, la contaminación y el cambio climático. Educar para el cuidado ambiental no es solo una acción ecológica, sino también un acto de justicia social. Es enseñar a nuestros estudiantes que su papel como ciudadanos responsables incluye defender un entorno digno para todos.

Desde el departamento del Atlántico, esta reflexión adquiere un matiz particular. En esta región, caracterizada por su riqueza cultural y biodiversidad costera, los desafíos ambientales están profundamente ligados al manejo del agua y los ecosistemas marinos. La contaminación de los cuerpos de agua, como el río Magdalena, y el impacto de actividades humanas en los manglares y playas son problemas que afectan no solo al medio ambiente, sino también a las comunidades que dependen de estos recursos. Aquí, la educación ambiental debe enfocarse en generar conciencia sobre la conservación de estos espacios vitales, fomentando en los jóvenes un sentido de responsabilidad hacia su entorno costero y la importancia de mantener un equilibrio sostenible entre el desarrollo y la preservación.

La construcción de una ciudadanía ambientalmente responsable no ocurre de la noche a la mañana. Es un proceso constante que requiere compromiso, reflexión y acción colectiva. Como docente, entiendo que el reto es inmenso, pero también estoy convencido de que la educación ambiental es el corazón de esta transformación. Es el camino para formar ciudadanos que no solo sepan vivir en el mundo, sino también cuidarlo y mejorarlo.

La pregunta que debemos hacernos no es si estamos listos para priorizar la educación ambiental, sino cómo podemos empezar a hacerlo hoy, en nuestras aulas, hogares y comunidades. Porque, al final, construir una ciudadanía responsable es un acto colectivo que comienza con pequeños pasos individuales. Y esos pasos, en Colombia, pueden marcar la diferencia entre un futuro de esperanza o uno de incertidumbre.