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septiembre 21, 2024

La Primicia Noticias

Una Nueva mirada

Por: Larry Caballero

Héctor Núñez, un ingeniero de 33 años, cuyo médico de confianza le había recomendado un descaso fuera del caos de la ciudad, decide pasar el fin de semana en una posada que le recomendaba la web a un buen precio. Cuando llegó al lugar lo recibió una chica de no más de 15, quien lo hizo pasar al comedor que quedaba en la parte trasera. Tenía grandes risos claros y ojos tristes como el rocío. Miró sonriente a Héctor por un instante y le pregunto:

– ¿Ya había venido por acá?

– No. Vi la sugerencia en una página – respondió Héctor.

– ¿Te gusta el campo?

Se tomó un tiempo para pensar su respuesta, pues no quería sonar descortés, entonces le contestó que sí.

La joven tomó una toalla colgada en el espaldar de una silla y se la entregó.

-Está empapado, séquese un poco mientras le traigo un café caliente. Ya mi mamá está por bajar – le afirmó la joven con dulce voz.

El ingeniero secó sus brazos y cara mientras observaba la tormenta a través de una puerta de madera que golpeaba fuerte e incesantemente sus hojas. El sonido le turbaba mucho, sin embargo no se levantó para cerrarla.

-Disculpe la incomodidad – le dijo la chica mientras le entregaba la taza de café humeante – pero debe permanecer así, abierta.

Héctor levantó un poco sus cejas absorto por lo que oía y luego de un gran sorbo le preguntó a qué se debía.

– Hace tres años, mi papá y mi hermanito, junto a Zeus, salieron a pescar a la laguna que queda a pocos metros de acá, pero fueron sorprendidos por un hombre que pretendía tomarlos de rehenes cuando la policía lo perseguía, pero en el forcejeó se disparó el arma y mató a mi hermano. Mi papá intentó detenerlo, pero cayó al piso con un disparo en la cabeza. Luego la policía abrió fuego y dieron de baja al hombre, en esto, también murió nuestro perro. Mi mamá nunca pudo reponerse del dolor y cree que en cualquier momento volverán de pescar.

Héctor se reacomodó y en silencio terminó su café mientras la jovencita sacaba con escoba el agua que se metía. En ese instante llegó su madre, se disculpó por la demora y le invitó a conocer la habitación.

-Espero que no le haya molestado la puerta abierta, es que mi marido y mi hijo no tardan en llegar, y cuando llueven no les dejo entrar por la puerta principal porque la vuelven un desastre.

Héctor se incorporó mirando a la joven, quien evadió rápidamente la mirada mientras simulaba seguir secando el piso. Entre tanto, su mamá seguía hablando de su marido, del barro, del perro etc.

– Disculpe, me gustaría llevar la maleta a mi cuarto, la verdad vengo muy cansado.

En ese instante, Héctor se estremeció al escuchar el resonante grito de la señora.

-¡Por fin! Miren la mugre que traen, por Dios.

Héctor tomó su maleta y como pudo salió corriendo por la puerta principal.

– No logramos pescar nada. ¿Y quien era ese que salió corriendo como alma que lleva el diablo?-preguntó el señor.

– Un huésped a quien estaba a punto de mostrarle la habitación del piso 4 cuando salió corriendo como si hubiera visto un fantasma – aclaró la mujer mirando a su hija.

– Fue por Zeus, el pobre me contó que le tiene fobia a los perros negros, porque una vez fue perseguido por una jauría y le tocó pasar la noche en una tumba del cementerio hasta que lo dejaron en paz – narró la chica con gran afabilidad.

– ¡Caramba pero que joven tan extraño – reprochó la mujer – que suerte que no se quedó, qué miedo convivir con gente loca.