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junio 19, 2025

La Primicia Noticias

Una Nueva mirada

El ocio y la escuela

Por: Pedro Conrado Cudriz

“La incomprensión lectora es un obstáculo para adquirir el hábito lector”. E. Drizku

El ocio es la fuerza del cambio y del desarrollo humano. Irene Vallejo, autora de “Alguien habló de nosotros”, y también de “El Infinito en un junco”, se sorprendió al descubrir que la palabra escuela viene del griego Sholé, que significa ocio. Escribió entonces que “Los griegos pensaban que las horas de estudio son tiempo de recreo para uno mismo, frente al trabajo, que te pone al servicio de un amo o del dinero”.

La escuela y la empresa laboral parecen institucionales carcelarias, porque funcionan con equipos de “guardianes” para sostener el orden. Prohibido el ocio. La escuela nuestra padece el síndrome del automatismo abreviado, que es un tipo de conducta característico de las instituciones afectadas por la rutina de la repetición funcional. Es un tipo de comportamiento inconsciente producto de un sistema robotizado: Los horarios inflexibles de las trece materias, la lucha contra el reloj y las cuatro paredes de los salones. Nunca hay tiempo y cuando lo hay son actos especiales de la jornada escolar.

La rutina que no se rompe es robótica, problemática; en especial si hablamos de la escuela. La práctica del ocio escolar es la cura. Recitales, micro investigaciones, concursos como Yo canto, o los quince minutos de la lectura en voz alta, campeonatos deportivos Intercursos, actividades en la biblioteca, charlas, concursos de lectura, etc.

Es la hechura de la fiesta de la imaginación y el arte.

Y es la lucha contra el reloj, contra la inflexibilidad del sistema y la mecánica de las clases, lo que termina afectando la calidad de la educación en Colombia.

Hace veinticuatro años que el sistema está estancado según el análisis de las pruebas Saber. Mal en lectura, mal en matemática, en ciencias naturales y mal en la ciencia social. No hemos podido desenmarcarnos de la mediocridad institucional.

Según el Observatorio de Gestión Educativa de Empresarios por la Educación, el país no está bien porque las brechas de la desigualdad educativa no se resuelven desde hace dos décadas. Desigualdad entre colegios públicos y privados; desigualdad entre mujeres y hombres; entre la ruralidad y lo urbano; desigualdad entre calidad educativa y aprendizaje; entre pobres y las clases medias y ricas.

El problema no es que los niños y adolescentes vayan al colegio, el problema es la calidad en el aprendizaje escolar. Entonces las preguntas indicadas son: ¿Para qué van los niños al colegio? O ¿Por qué y para qué los colegios?

Las pruebas Saber o Pisas no solo son para generar un producto o un resultado; deben ser también para medir los procesos de formación y aprendizaje, y que no sean solo anuales. Es pertinente un sistema que mida la cadena de la calidad del alumno durante su vida en la escuela.

Hay que rescatar el ocio para poder comprender la lección de los griegos: “La escuela, aunque sea obligatoria, nos hace libres”, según el texto de Irene Vallejo: La escuela del ocio.