Contacto

febrero 24, 2025

La Primicia Noticias

Una Nueva mirada

¿Qué es lo que tú sabes, que yo no sé?

Por: Pedro Conrado Cudriz

El saber es una maldición, igual no saber nada. Sin embargo, entre el que sabe algo y el que no sabe nada, puede establecerse un intercambio. Y el poder de esa alianza (un acuerdo de voluntades que puede ir más allá de la propia fe del receptor) la generan los libros, la prensa escrita, las conversaciones u otra cosa, objeto, o persona que se pueda o se deje leer.

Pero hay que estar dispuesto a beber libremente de la fuente del saber si se quiere tapar o sellar el vacío de la ignorancia; es una transacción sin otro valor que el prurito del aprendizaje. Hay, por supuesto, otras formas de negociación que tienen un valor monetario. Por ejemplo, ir a los institutos universitarios o especializados a adquirir saberes profesionales.

¿Es otra cosa? No, no creo, porque estos saberes vienen de las fuentes de la ciencia, de experimentos y laboratorios humanos de siglos, y otros de tiempos más cercanos.

La transacción de saberes puede mejorarle la vida al aprendiz de conocimientos si el lugar de intercambios es la universidad, la escuela, o una conversación espontánea entre varios contertulios en el parque de la plaza. Las conversaciones, quién lo diría, tienen escuela. Puede ser entre un médico y su amante, entre un filósofo y un amigo, un padre y el hijo, o en casa de un maestro que sirve de centro del pensamiento espontáneo.

El conocimiento es más valioso que un millón de pesos. Acumular dinero es riqueza material, el conocimiento es otra cosa, porque este último tiene un valor espiritual perenne y no se desgasta como si lo hace un par de zapatos nuevo, y a veces ese saber tiene un diente insuperable de sabiduría entre quien lo transmite. Y resuelve cosas que no puede resolver el dinero, y es para toda la vida, un bien del espíritu que se transfiere de una generación a otra generación.  

Y no solo son los frutos de la ciencia, pueden ser también resultados simples relacionados con el amor, con la convivencia diaria, o con temas de cocina. Alguien podría estar pensando en consejos, pero los consejos funcionan a veces como unas fórmulas preconceptuales sospechosas. En tanto, una nota sabia es una anotación existencial que se cuelan en una conversación como las gotas de lluvia en un paraguas apolillado.

¿Qué es lo que sabes tú, que yo no sé? ¿Qué es lo que saben los padres de familia, que no sepan sus hijos? ¿Qué es lo que sabe un profesor, que desconocen sus discípulos? ¿Qué es lo que sabe un joven maduro, que no sepan los inmaduros? ¿Qué es lo que saben los estudiosos de la historia nacional, que no sepan los ciudadanos comunes o corrientes? ¿Qué es lo conoce el tendero, que el cliente no sabe?

El que sabe solo transmite una postura de la vida vivida; el otro, el contertulio, es el que tendrá el reto de mirar de otra manera lo que le pasa. Así funciona la existencia.