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enero 31, 2025

La Primicia Noticias

Una Nueva mirada

Ocho visiones para la Paz

Por: Diobaldo Heredia Gutiérrez

Es una buena razón disfrutar del presente, ¡ojalá, si nos dejan! porque es estúpido tenerle miedo al futuro, que no controlamos, aun en nuestro entorno más próximo: la familia. La vida es un viaje que se recorre entre luces y sombras, entre caos y orden, entre placer y dolor, entre miedo y confianza, entre potencia e impotencia; un paseo entre contrarios mientras recorremos los caminos de nuestras vivencias. En los sentimientos o emociones, la dicotomía empieza entre amor y odio, empatía y apatía, apego y desapego, alegría y tristeza, miedo e ira; parecido al comportamiento de nuestro progenitor, con sus olas cambiando su intensidad en cada espacio de tiempo marcado por la danza gravitacional con la luna, el sol y otros planetas que, aún no descubrimos y bautizamos, pero que sabemos que existen con solo alzar la mirada en las noches, y nos influyen en un intercambio vital.

PAZ, desde lo personal, es un estado situacional: momentos de tranquilidad espiritual, libre de miedos, estrés o sufrimientos; asociado con la felicidad y libre de depresiones circunstanciales. Es lo que asociamos psicológicamente con la paz mental, interior o emocional. Es un buen vivir.

PAZ, desde el punto de vista circunstancial, es el mismo comportamiento de nuestra casa mayor, nuestro planeta, con sus inestabilidades: cambio climático, terremotos, tsunamis, etc., llamados desastres o catástrofes, que hacen que la tierra —o lo que llamamos naturaleza— se mueva de un contexto tranquilo al violento. Es el espejo de la naturaleza humana. Por ahora, todos estamos en guerra con alguien o con algo, y a veces en treguas que confundimos con la resignación.

PAZ, desde la manipulación o ejercicio de la estrategia del miedo impuesta a través del terrorismo de Estado, y/o a través de la ausencia del Estado que le cede terreno a la delincuencia armada que, disfrazada de patriotas, no permite el disfrute de la libertad y la igualdad de oportunidades que reclaman los ciudadanos; al contrario, se establecen territorios independientes en donde nada se hace sin la aprobación de los delincuentes. Si el Estado no propicia el orden y el control, ¿cómo conseguir éxito en la totalidad? Surge entonces el calificativo de “utópico”.

PAZ, desde las políticas estatales, requiere el planteamiento de una estrategia inteligente que vaya del diagnóstico (¿dónde estamos?) a la acción (¿para dónde vamos?), en un periodo donde se cumplan las metas y objetivos que superen las debilidades y amenazas del presente.

PAZ, desde su contrario, la GUERRA, se podría expresar en grados estadísticos de los hechos que la agravan o la mejoran en la aplicación continua de las políticas estatales a largo plazo, que no de las aplicadas gubernamentalmente en el mediano plazo por el político salvador. Convencidos de que la guerra es una catástrofe donde no hay ganadores y los grandes perdedores son los pobres. La guerra mata el amor por el prójimo, nos convierte en depredadores de nosotros mismos.

PAZ, desde la propuesta del discurso del político, debe contemplar la madurez de juicio en vez de un empaque carismático o grandilocuente que muchas veces oculta serias deficiencias. Hay que elegir gobernantes racionales, competentes, honrados y veraces; capaces de explicar sus decisiones con un fondo científico y técnico conseguido por el trabajo en equipo y la experiencia, que convenzan más que seduzcan. ¿Es mucho pedir?

PAZ, desde el punto de vista estatal, es un fenómeno emergente que se origina de las buenas ejecuciones de políticas gubernamentales, tras el cumplimiento de políticas estatales enfocadas en el bienestar ciudadano, consignadas en la constitución, en la ley y en el plan a largo plazo, que procuren la suficiencia económica de la población para contener la tendencia al delito.

PAZ, es un constructo relativo, desde el inicio de la vida con el amor de nuestros padres como motor, seguido de la educación que concrete la cultura de paz para la convivencia y produzca la convicción de “ser hombre de paz”. No será perfecto, ni total, ni absoluto; casi nada es total, excepto en matemáticas. Siempre tendremos desviaciones en nuestras mediciones. La esperanza es que sean mayores o con tendencia incremental.

Diobaldochg07@yahoo.com.co