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abril 19, 2025

La Primicia Noticias

Una Nueva mirada

El Chino Conrado

Por: Pedro Conrado Cudriz

He ido pocas veces a la tumba de mi padre en el único cementerio municipal que tiene el pueblo, y no hay que hablar del infinito tiempo para hablar de ausencias. La muerte es la absoluta ausencia entre los vivos. En la visita casual que hice a su tumba encontré a un amigo entrañable del viejo, Julio, brindándole a su sombra un trago y conversando con él como si estuviera vivo. Y sí, estaba vivo si tenía su imagen en la cabeza. Le decía, “Chino, te acuerdas de la señora gorda que te perseguía los viernes en el taller,” y se reía a carcajada limpia con el viejo. La risa de mi padre era el silencio. El chino no había cambiado su risa. Yo me metí en la conversación de los vivos y los muertos y reí también sin reparos de ninguna clase, como si viviera entre aquella otra vida y ésta. Le dije, “Viejo, levántate,” y conversamos como si estuviéramos en la tienda de la 24. “Yo bebo cerveza, le dije, y tú medellín.”  “Está bien, fue su respuesta, pero le brindas algo a Julio, lo que él quiera. Cuidado se te olvida el pan, Advirtió. Hoy llegamos temprano, no quiero emborracharme. Le hice una promesa a la vieja.”

La tarde, en la frontera de la noche, estaba de un color ambiguo, ni azul ni rojo y los dos bebían y charlaban de mecánica de autos y del barrio Chino ; la zorra, el dueño del automóvil en el que nos íbamos para el pueblo, se durmió. Le toqué el hombro y se despertó azorado. ¿Dónde estoy?, fue lo primero que preguntó cuando abrió los ojos. Le dije, estamos en la tumba de mi viejo. Rió y dijo para que lo oyera mi padre: “Estamos locos.” Y yo le creí. Pero al final fue una increíble celebración, un hermoso recuerdo. El 31 de julio mi viejo, el Chino Conrado, cumple años de muerto, y sí, lo sé, la vida es efímera, pasamos sin darnos cuenta sobre ella hasta la hora de la muerte.

Este domingo, día de los padres, no tengo con quien brindar por la vida y la muerte, porque un sobrino mío y nieto del Chino, Armando José, tiene ocho días de fallecido; un auto lo atropelló en medio de la oscuridad de la carretera oriental, en territorio Sabanagrandero. La muerte no nos abandona, ella es la que finalmente manda sobre la vida.