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junio 25, 2024

La Primicia Noticias

Una Nueva mirada

La aterradora historia de los feminicidios en Colombia

Por: Pedro Conrado Cudriz

“O eres mía o no eres de nadie.”

“Si no eres mía no somos de nadie.”

“Ante el primer golpe, la separación obligada. No hay perdón que salve a la víctima del victimario si se conoce la escalada de la violencia de pareja.”

En la primera sentencia la mujer se considera un objeto de propiedad del macho y en la segunda sentencia el “amor absoluto” se inmola en los dos cuerpos como feminicidio y suicidio. El absurdo de un amor que no es amor sino una relación objetual del patriarcado. Nunca amor.

Y en la última sentencia los expertos de la conducta humana tienen claro que la creencia y el hábito del violento no se esfuma con el perdón de la pareja.

El primer golpe es la sentencia de la muerte del amor y la víctima.

Prevenciones y precauciones

Las mujeres deben conocer quiénes son sus novios, esposos y amantes y deben conocer, además, las historias de vida de los consortes, así como en la época expansiva del Sida los individuos estaban obligados a conocer las historias sexuales de novios y amantes si querían salvarse de la muerte.

Este conocimiento debe forma parte de los actos de prevención contra el feminicidio, o la muerte provocada por la pareja por el hecho simple de que su pareja es mujer, como si la mujer fuera la causante maldita del placer truncado.

Los expertos creen que la decisión de la mujer de separarse de la pareja que le violenta sus derechos es la causa de los feminicidios. ¿Por qué la separación le duele tanto al hombre? ¿Por qué no la soporta? ¿Qué hay en esta frustración emotiva del victimario?

Tal vez la herida egolátrica del macho expuesta al público.

También se ha logrado descubrir a partir de las estadísticas que se cruzan de una institución a otra, que el 63% de los agresores fueron parejas de las víctimas o exparejas sentimentales.

El prefijo ex es una condena mortal contra las damas.

La historia de la violencia contra la mujer tiene orígenes en las primeras formas de las tenencias de objetos, cosas y territorio, cuando aparece la propiedad privada en la evolución de la familia. Son los inicios insolventes del patriarcado, una estructura cultural muy poderosa y administrada por el hombre desde aquellos tiempos antropológicos.

En Colombia las mujeres pudieron votar por primera vez en 1958 y en las circunstancias oscuras de la violencia política para legitimar el Frente Nacional. Y, sin embargo, antes la fémina la trató la sociedad como una menor de edad, como un ser humano inferior al hombre. Esta nefasta percepción todavía cabalga en la cabeza masculina como un arma filosa contra la mujer.

Y al ser tratada como un ser sentidependiente e inferior al hombre, entonces es una receptora de órdenes. Es la simpleza profunda de la concepción machista, la que le saca sangre y le viola el cuerpo.

Hasta la fecha, mayo de 2024, se han contabilizado 90 feminicidios cometidos por los asesinos misóginos que rondan a la mujer, a la familia y el barrio. En el 2023 la Fundación Paz y Reconciliación documentó 630 asesinatos.

Y surge la pregunta maliciosa del que indaga las causas más allá de lo cuantificable. ¿Qué relación puede tener en la conciencia del femenicida la sentencia religiosa “Hasta que la muerte los separe? O ¿“Lo que Dios une no lo puede separar el hombre.”?

Y los analistas se hacen otra interrogación no menos preocupante: ¿No es igualmente culpable de feminicidio el Estado? En muchos casos las víctimas acudieron a las instituciones relacionadas con el tema en busca de protección y fue tal el desamparo que hoy están muertas. El Estado ha fallado en la protección y ha abandonado a la mujer al tiro de gracias del asesino, en especial en el feminicidio íntimo, que es el que comete la pareja o la expareja.

Linda Cabrera de la Corporación Sisma Mujer dice cuando se refiere a la desprotección de la mujer, que ésta termina pensando así: “Estoy en riesgo, me va a matar ¿Dónde está la autoridad salvadora?” Y advierte en el caso del feminicidio: “usted sabe a quien van a matar y quien es el asesino.”

Esta es la desprotección mayor, el crimen de Estado.

Si se rastrea históricamente la indefensión de la mujer en los casos de violencia intrafamiliar o el feminicidio se destapa la caja de pandora, o la olla de la desprotección y la hechura de un sistema hecho y administrado por los hombres que le violan consciente o inconscientemente los derechos a las mujeres. Historias hay de jueces y magistrados involucrados en los temas de la violencia intrafamiliar e historias de féminas en las Comisarias de familia que se ubican al lado del macho.

Si el Estado y sus instituciones tuvieran la conciencia de la protección ya se hubiera instalado más allá del rol burocrático: la revisión de cada caso de violencia intrafamiliar con la lupa de la sospecha. Porque se tiene que entrevistar a la familia, a la mujer, a los hijos, a los niños, al barrio. Un barrido de indagaciones serias para poder soportar la protección a la mujer, también a las niñas y a los niños e incluso al barrio, que debe ser convocado para provocar las alertar tempranas y de paso generar acciones de reeducación contra la violencia de género.

Linda Cabrera cree que si la mujer actuara como el hombre. Es decir, que se matara al hombre por ser hombre, la humanidad ya hubiera desaparecido.