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abril 19, 2025

La Primicia Noticias

Una Nueva mirada

“La represión violenta no es una característica propia de las marchas, es una elección política de la fuerza pública”: Catalina Ruiz-Navarro

El día de la mujer entre nosotros no es una celebración, es un día para protestar contra un sistema que la tiene maniatada, arrinconada y con absoluto miedo. Todos los días cae asesinada una mujer por los femenicidas, y tocada por una sociedad misógina, indiferente al dolor femenino. ¿Cuántas niñas violadas y abusadas cada año? ¿Cuántos niños? ¿Cuántas mujeres jóvenes y adultas maltratadas?

Dos alcaldes, el de Bogotá, de apellido sonoro, Galán, y el de Medellín, de apellido temblor, Gutiérrez, han priorizado las edificaciones, los trasnsmetros, las cosas y objetos por encima de la vida, de la vida de la mujer.  Ellas no pueden protestar, no pueden violentarse contra los malos gobiernos. Deben tragarse el dolor y el sufrimiento y marchar como si fueran de paseo al océano.

Ambos alcaldes reprimieron el dolor y el sufrimiento y la valentía de mujeres y niñas de sus respectivas ciudades.

John Zerzan, filósofo, autor anarquista y primitivista, crítica la civilización consumista del mundo (bueno, después de lo de Ucrania y el genocidio de Israel en contra de Palestina y la indiferencia de la humanidad, no sé si seguir pensando y hablando de civilización). Sostiene él en sus apuntes de libros y entrevistas, que nos obligan a trabajar para consumir, lo que ya es aterrador y violento. Hay un punto de discusión en sus teorías o concepciones políticas que obligan a repensar la violencia. El cree que dañar una edificación pública o privada no es un acto violento si se compara con la violación y el asesinato de un individuo.

Lo que nosotros observamos en la explosión social de las protestas del gobierno Duque y su represión no tienen otro nombre, violencia criminal del Estado. No hay otro nombre que sustituya este aterrador comportamiento oficial de los que han sido instituidos para defendernos.

Y no es la defensa a ultranza de la protesta social, que en nuestra nación tiene origen en un sistemita, como diría Eduardo Galeano, cerrado y excluyente de privilegios sempiternos. Para dar un solo ejemplo, piense en el valor del salario mínimo y lo no mínimo de lo que gana un senador de la república. ¿Esto no es acaso violencia no simbólica?

Protestar es peligroso para los gobernantes porque las gentes se les escapan del dominio domesticado del poder pre-democrático. Y, además, que los hayan identificado como opresores y defensores de la corrupción oficial.

Quién iba a pensar que Galán terminaría en la misma postura de Fico, el antioqueño, el uribistas. Extrañas coincidencia que tiene la vida política colombiana.