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julio 5, 2024

La Primicia Noticias

Una Nueva mirada

Al oído tomasino

 Por: Pedro Conrado Cudriz

Debo aclarar para los malentendidos, que no soy intelectual, me confieso más bien pensador. 

El sistema político colombiano, es un sistema clientelista, porque al tratar al ciudadano como cliente, deja de tratarlo como ciudadano; es un modelo de intercambios, que aniquila, anula, la libre decisión de participación del ciudadano en la transformación de la realidad. Intercambios de votos por puestos, o la simple contra y venta del sufragio.  

Constreñimiento del voto, dice mi amigo Julio Lara. 

Hablar de ciudadanía es entablar una conversación de calidad para definir al ciudadano como un sujeto de derechos humanos, o como actor protagonista de su vida y por extensión, de la comunidad. Participar, es decir, decidir por su vida y la de los demás. En el sistema de clientelas no existe la decisión de participar, porque ha sido cercenada, bloqueada, existe eso si el maniqueísmo, la deformación cognitiva, el fraude de la realidad política; existe más bien el constreñimiento al elector, la invisible coerción para aprovecharse de las múltiples necesidades de la población más vulnerable existencialmente hablando. 

Lo que existe en realidad, es la alienación, el extrañamiento o la enajenación política. 

¿Por qué las viviendas de la población están marcadas como vacas por los politiqueros? ¿La marca significa hacerse dueño de la votación de la casa? ¿En la marcación hay intercambio o transacción de empleo o de otra índole? ¿Marcar las viviendas no vulnera el secreto electoral? ¿Somos o no democracia? 

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Bauman dijo que afortunadamente existen los sociólogos. Dicho lo anterior, el pulso que se dio entre los cinco candidatos que se presentaron a la cita el domingo del mes de octubre en el parque El Recuerdo de Santo Tomás, no fue más allá del discursillo tradicional y trillado de los candidatos a la alcaldía, tal vez por las consabidas preguntas tradicionales de los organizadores. No hubo vuelo, nada que nos sorprendiera. 


No fue un gesto para la ciudadanía, fue más bien para la complicidad de los seguidores de los candidatos, que aplaudían con frenesí al jefe. Parecía más bien un reinado de belleza. 


A mí me hubiera gustado saber qué pensaban de Santo Tomás los candidatos a alcalde, que pensaban de la calidad de la cultura, del ruido, de las 300 cantinas y la única biblioteca municipal, inoperante, o de la calidad de las escuelas públicas y privadas, de la ausencia de bibliotecas escolares en el municipio, o qué pensaban del país, o del mundo. Quería saber cuál era su concepción de la burocracia estatal. ¿Qué pensaban de la guerra Ucrania-Rusia, Hamás-Israel, por ejemplo, o de la guerra nuestra? ¿Cuáles eran sus limitaciones para gobernar a Santo Tomás? Saber si realmente eran seres humanos no perfectos. Humanos. Y no era mucha la exigencia para sujetos  modernos y globalizados.