Por: Larry Caballero Gutiérrez
Para ese entonces Paola Benites tenía 30 años, se había graduado con méritos en medicina de la universidad del Norte y tiempo después con algunos ahorros se especializó en psiquiatría; decía que ella podía dar su aporte al mundo analizando la mente humana, llegar al fondo de los trastornos internos que hacían que una persona se desquiciara, eso se convirtió en su gran obsesión. Su primer trabajo fue en el hospital distrital, allí le tocó atender toda clase de pacientes, desde persona esquizofrénicas hasta personas con alto grado para suicidio, teniendo éxito con casi todos. Tiempo después Paola comenzaría atender pacientes en su propia casa, estos pacientes tenían mejor estatus económico, de esa manera Paola Benítez poco a poco se fue convirtiendo en una psicoanalista muy reconocida en la ciudad. Un Martes 13 de Abril al llegar a su casa después del almuerzo, notó que había una joven en la puerta de su casa, de piel morena, no mayor de 20 años, la joven lucia aturdida con la mirada desquiciada.
– Hola ¿te puedo ayudar en algo? – Dijo Paola con una sonrisa en su boca.
– Nadie me podrá ayudar, ni mucho menos a usted.
– ¿Que tratas de decir?
– quiero decir que usted nunca más será la misma persona a partir de hoy.
– ¿De que se trata todo esto? ¿Acaso es una broma?
– Ya verá que no – dijo la joven mirando el suelo con sus ojos caídos.
La joven dio la vuelta y se marchó sin decir más nada.
– ¡Oye espera! Le gritaba Paola quedando confundida.
La joven solo la miró, le mandó una sonrisa como poseída, que hizo que Paola entrara a la casa con prisa.
Dentro de la casa Paola se preguntaba que carajo había pasado allí afuera, quien sería esa joven, quedó un rato pensando, luego dedujo que tal vez todo era una broma de mal gusto, revisó su agenda miró que no tenía más citas y decidió tomar una siesta, sentía una pesadez en su cuerpo, como cuando una persona le va a dar un resfriado; abrió la gaveta de la mesita de noche, sacó un dolex y se lo tomó; suspiró, cerró los ojos; quedó profundamente dormida, luego de varias horas despertó violentamente como quien se levanta de una terrible pesadilla, estaba ardiendo en fiebre, tenia mucha sed, se levantó de su cama para ir a la cocina y tomar agua, al bajar las escaleras notó que una persona entró al consultorio donde atendía a los pacientes, entró en pánico, Paola vivía sola, no tenía pareja ni hijos, el miedo se apoderó de ella, le temblaban las piernas, la fiebre aumentaba, como pudo se devolvió a su cuarto a buscar el celular y llamar a la policía, el celular estaba apagado con el símbolo rojo de batería insuficiente, abrió la ventana que daba a la calle, miró que al otro lado de la cera había una mujer, gritó para pedir ayuda.
– ¡Auxilio! Auxilio!
La mujer no estaba muy lejos pero aún así no le escuchaba; el viejo reloj digital de alarma marcaba la 12:13 am, Paola creyó que todo era un delirio por culpa de la fiebre, que todo estaba en su mente, se llenó de valor y volvió a bajar, llegó hasta la puerta del consultorio; lentamente abrió la puerta deslizante haciendo ese ruido característico de los rodamientos con el riel, al abrir toda la puerta observó la figura de una persona postrada en el diván, inmediatamente prendió las luces, volvió a ver el diván pero no había nada, apagó nuevamente las luces y la sombra ahora estaba de pie, pudo identificar que era una silueta de mujer, rápidamente prendió las luces y la mujer desapareció.
– Me estoy volviendo loca – musitó.
Volvió apagar las y luego de el chasquido del interruptor, la sombra estaba frente a frente con Paola, sus ojos eran como el de una serpiente endemoniada, sacó unos tentáculos de sus manos y se las colocó en la cabeza a Paola, Paola se consumía en el terror, nada de su cuerpo le respondía; la sombra demoníaca abrió la boca, era como las escenas de Erich von Däniken en sus películas de Aliens.
– Hola mi títere, desde hoy te manejaré a mi voluntad – dijo la entidad demoníaca con una risa grotesca.
Al día siguiente Paola despertó en el diván, estaba totalmente desnuda, con un fuerte dolor de cabeza, tenía pequeñas visiones de lo ocurrido en la madrugada, soltó una risa perturbadora.
– ¡Todo fue una maldita pesadilla! Siguió riendo tirada en el diván.
2
Paola fue al baño a darse una ducha, tenía mucho calor, como si un fuego interno la estuviera consumiendo, ya dentro del baño se miró al espejo, siguió con esa sonrisa de oreja a oreja.
– Vaya, pero que buena estoy – musitó con voz perversa.
Se tocó los senos lentamente, luego se llevó los pezones a la boca, siguió mirándose en el espejo, eso la poniendo más caliente, reía a carcajadas, aún de pie separo las piernas, se introdujo dos dedos en su vagina que estába muy caliente y húmeda, comenzó a masturbarse de una manera muy perversa y agresiva, antes de llegar al orgasmo dijo.
– ¡Que perra soy, que bien que la voy a pasar! – terminó riendo a carcajadas desenfrenadas.
Luego de darse el baño, se colocó un vestido ajustado negro que tenía rato de no lucirlo, peinó su pelo, y se pintó la boca usando un labial muy rojo, sonó el timbre de la puerta; era su auxiliar que llegaba como todo los días a las 9:30 am; Paola abrió la puerta, ya había hecho maletas, sin decir una palabra le dio un beso en la boca a la auxiliar, la auxiliar quedó congelada, luego Paola pasó su lengua por toda la cara y le susurró al oído.
– Cancela todas las citas por el próximo mes, luego tu y yo haremos algo que siempre has anhelado.
Sin decir más nada Paola tomó el taxi que ya la estába esperando.
Continuará …
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