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abril 19, 2025

La Primicia Noticias

Una Nueva mirada

Inocente Maldito final

Por: Larry Caballero Gutiérrez

Habían pasado 2 meses después del accidente en la casa, Marcela se enteraría por boca de la señora Fabiola que unos años atrás también había ocurrido otro accidente, en aquella oportunidad fue en el patio de la casa, un rayo había matado al señor que estaba viviendo arrendado, por eso nadie del pueblo quería vivir allí. Cuando Antonio y Marcela salían a la calle, la gente rumoraba.

– ¡Esos son los que viven en la casa maldita!

– ¡Ya van dos muertos en esa casa!

– ¡Yo ni gratis viviría allí!

Las reparaciones de la casa se hicieron pero las manchas negras en el cielo raso de la habitación de Sebastián seguían saliendo, ruidos a media noche, platos caídos en la cocina, sombras inexplicables era como si la casa tuviera vida propia y les dijera fuera ¡fuera de aquí intrusos!

2

Marcela estaba en el patio sentada en una mecedora del siglo pasado, se quiso levantar pero no pudo, sus brazos estába siendo amarrados por serpientes negras, trataba de soltarse pero no podía, entraba en desesperó, un perro negro se acercó, sus dientes parecían cuchillo bien afilado, cada exhalación eran vapores de humo que salían de su boca, se acercaba a ella lentamente, sus ojos eran llamas del mismo infierno, una serpiente envolvió el cuello de Marcela, el perro queda frente a frente con ella.

– ¡Death Darkness!..

Dijo el perro con la voz grave y macabra.

Marcela despertó de su pesadilla, mira a Antonio que aún duerme, Marcela está empapada en sudor, se levantó, camino hasta la cocina para tomar un poco de agua, abrió la nevera, al abrir la puerta un pajarraco negro salió volando, Marcela cayó sentada, el pajarraco se ubicó en la mesa, miraba a Marcela que trataba de levantarse, cuando por fin pudo ponerse de pie el pajarraco la atacó, dándole picotazo en la cara..

– ¡Mi amor, mi amor! ¡Despierta, despierta!

Antonio sacudió a Marcela para que despertara, Marcela abrió los ojos, lo abraza fuertemente.

– ¿Tenías un pesadilla?

– Vámonos de esta casa, no quiero vivir más aquí.

– Porque dices eso – dijo Antonio sorprendido.

– Acaso no lo ves, están pasando cosas muy extrañas.

– Solo son casualidades y tu estás muy estresada por eso tienes esas pesadillas.

– No, acá en esta casa pasan cosas raras.

– Mira amor trata de dormir por la mañana lo discutimos.

3

Los días transcurrían cada vez más oscuros para la familia, Sebastián no volvió a clase y su vínculo con el perro era cada vez mayor casi no se separaban Yorgi era como su sombra. A Marcela no le están yendo bien en el trabajo, tenía cada vez más fuertes dolores de cabeza, se le notaba distraída y su rendimiento había bajado mucho tanto que una mañana su jefa la mando a llamar.

– Hola, buenos días jefa ¿Me mandó a llamar?

– Buenos días Marcela, si efectivamente, toma asiento.

– Gracias

– Mira Marcela te quería preguntar ¿Te está pasando algo? ¿Tienes algún problema? Te lo pregunto porque me sorprende como ha caído tu rendimiento y se rumora que andas distraída ¿Qué te sucede?

Mientras la jefa de Marcela seguía hablando Marcela noto que la puerta del baño se iba abriendo lentamente haciendo un relinchido y por le rendija pudo ver una sombra con ojos de fuegos, Marcela se levantó y corrió hacia la puerta la tiro de un golpe pero el baño estaba completo vacío.

– ¡Pero que demonios te pasa! Estas loca – dijo la jefa de Marcela que no salía del asombro.

– Disculpe, ¿no sintió que la puerta se abrió?

– No, definitivamente tu estás mal y así no puedes continuar.

– ¿Que quiere decir?

– Que estás despedida.

– No, usted no puede hacerme eso.

– ¡Claro que sí puedo!

Marcela se llenó de ira y se lanzó sobre su jefa tomándola violentamente por el cuello estrangulándola, cayeron al piso pero Marcela no la soltaba, la apretaba con más fuerzas y sacudía la cabeza de su jefa contra el piso, hasta que un charco de sangre rodeo el espacio.

– ¡Marcela! ¡Marcela! Hola, estas bien, te has quedado allí mirando lejos, por favor recoge tus cosas y espera tu liquidación, gracias por todo Adiós.

De esa manera Marcela salía de la empresa sin aún entender que le estaba pasando, la depresión poco a poco la estaba consumiendo.

Al llegar a su casa Marcela encontró a la señora Fabiola en la mecedora durmiendo a Sebastián, la señora Fabiola cantaba una canción extraña y muy oscura.

– ¿Qué canción es esa? Pregunto Marcela.

– Una que me cantaba mi abuela para alejar los malos espíritus.

– No me gusta que le cante eso a mi hijo, pásemelo por favor.

Marcela cargo a Sebastián, pero el niño al levantarse no quiso con ella, y le arañó la cara, Yorgi comenzó a ladrar hasta que Marcela soltó al niño, tenía sangre en el rostro por el arañazo, Marcela revisa las unas del niño pero este las tenía cortas, no entendía como le pudo causar ese daño, sorprendida le entrega nuevamente el niño a la señora Fabiola y salió corriendo hasta el baño, se sentó en el retrete con las manos en la cabeza hablado para ella sola– ¡Que mierda me está pasando! Dios que pasa.

4

13 de Abril 1946.

– ¡Hortensia! ¡Hortensia! Dile a esos mocosos que dejen de jugar en el patio con ese perro, esa bulla me va a volver loco.

– Pascual son niños y son tus nietos, no puedo entender porque les tienes tanto rencor

– Ya te he dicho que odio a los niños, son ruidoso, son hijos del demonio.

– No hables de esa forma, Dios reprenda tus palabras.

– Al diablo todo, que se mueran todos.

– ¿Qué pasó papá cual es el escándalo? – Dice Fernando quien llegaba a casa.

– Mijo, menos mal y llegas, tu papá cada vez está peor, dice unas barbaridades.

– Papá, otra vez con lo mismo, deja en paz a los niños.

– ¡A la mierda todos! Yo me largo de acá.

Pascual salió de la casa tirando la puerta de roble de la entrada, el golpe se escuchó casi en toda la calle.

– Hijo, debemos hacer algo con tu papá, no me gustan esas cosas de el.

– Mamá es solo la edad ya se le pasará.

– Dios permita que así sea.

9:00 PM

Tres mechones de gas iluminaba la sala, en la casa vivían Pascual, Hortensia, El joven Fernando y sus hijos Miguel y Pablo de 8 y 6 años de edad respectivamente, los niños tenían un cachorro llamado Negro, era un perro callejero, pero muy alegre, fue recogido por Fernando en uno de los caminos al monte. La brisa se escuchaba fuerte en los palos de mango del patio y resonaba con eco en el techo de zinc de la casa, Negro desde el patio comenzó a ladrar, casi toda las noches le ladraba a los gatos que caminaban por las cercar de caña que dividían los patios.

Ladridos…

– Maldita vida mía, no soportó ese condenado perro – decía Pascual ya en la cama listo para dormir.

– Debe ser por los gatos , trata de dormir – le dice Hortensia casi entre sueño.

– ¡Maldito perro! Hasta aquí llegaste – musitó.

Pascual se levantó de su cama se colocó las chancletas de caucho rústico, tomó su vieja escopeta Remington 870, le metió dos cartuchos color rojos y salió a buscar al perro, sujetó con la mano izquierda un mechón de gas para iluminar el patio, en la otra llevaba la escopeta, Negro dejo de ladrar apenas sintió que Pascual quito la tranca de la puerta, Pascual colocó el mechón a un lado para iluminar el patio.

– ¡Donde estas perro de los mil demonios!

El ruido despertó a Fernando que dormía con los niños, inmediatamente salió al patio también.

– Papá, ¿que vas hacer?

– Déjame, que hoy mato a ese hijo de puta que no deja dormir.

– Pero acaso te has vuelto loco.

– ¡Suéltame!

Pascual dio 5 pasos más adelante, divisó al perro y disparo, el perro solo hizo un chichido y cayó, Pascual se acercó donde el perro yacía, aún respiraba, con dificultad pero respiraba, Pascual acercó su escopeta a la cabeza, Negro lo miraba fijamente, de pronto sus ojos se colocaron de color de fuego como si un demonio hubiese entrado en su cuerpo, Pascual se espanto al verlo y disparo con los ojos cerrados muerto de miedo volándole la cabeza al perro.

– ¡Negro nooo! – gritó el niño Miguel que se habían levantado, trato de correr donde el perro pero Fernando lo agarro y lo cargo.

– No hijo mío, no vayas .

– Papá ¿Por qué? ¿Por qué?

– Vamos dentro hijo.

Luego llegó Pablito que al ver la escena soltó un grito que le salió del estómago. Pascual entro a la casa salpicado de sangre en su pijama.

– Viejo eres el mal, espero estés satisfecho – le dijo Fernando mientras se cruzaban.

Fernando calmo a los niños y se los llevo de nuevo a la habitación. Al día siguiente Fernando terminaba de enterrar al perro en el patio, Pascual solo lo miraba sentado en la butaca de madera pensando en eso ojos de fuego que tenía el perro, quizás lo imagine dijo entre si.

– ¡Hortensia! ¡Hortensia! mi tinto, ¿que pasa con mi tinto? ¡Carajo! – pegó el grito para pedir su tinto de las mañanas en totuma.

Miguel era el más afectado por la Matanza de su perro, quería venganza, pensó que si mataba a su abuelo todos iban a descansar, sabía que su papá había comprado veneno para la rata porque el lo había acompañado, las ratas se estaban comiendo los huevos de las gallinas, así que busco en el cuarto de las herramientas, abrió una gaveta y allí estába cuatro sobres con pepitas negras, las bolsitas tenían una calavera con dos huesos cruzados y unas letras que decían “Peligro”, tomo solo una bolsa y se la escondió en el bolsillo de la camisa.

– Abuela Pablo está llorando ¿Puedes ver qué tiene?

– Deja y le llevo el café a tu abuelo.

– Ven abuela yo se lo llevó Pablo está mal, abuela.

– Bueno hijo pero ojo que está caliente.

Miguel rápidamente saco la bolsa de veneno, la vertió en el tinto y revolvió.

– Abuelo tu tinto.

– Al fin no entiendo porqué tanta demora por un maldito tinto, y tu deja de verme así ya tu cochino perro está muerto nada que hacer.

– Tranquilo abuelo, disfruta tu tinto.

Pascual tomaba su tinto mientras seguía viendo cómo Fernando tiraba las últimas paladas de arena para terminar de enterrar al perro.

5

– Tranquila, solo es una mala racha ya verás que todo estará bien – le dice Antonio a Marcela para tratar de animarla.

– Antonio algo malo nos está pasando, esto no es normal.

– Ya te dije todo es eventual, ya pasará.

– No me refiero a eso, mira todas las cosas malas que han pasado desde que llegamos a este pueblo, ¿eso te parece normal?

– Son cosas que pasan, míralo por el lado bueno ahora podrás pasar más tiempo con Santiago.

– Tu todo lo tomas a ligera, acá están pasando cosas muy oscura Antonio.

– Mi amor todo está en tu mente, trata de descansar mañana será un buen día ya lo verás.

– Te encargas tú de decir a la señora Fabiola que ya no la necesitamos, ella me da mala espina también.

– Esta bien pero ya esperemos hasta el martes que es quincena.

– Ok , como quieras.

A los poco días le dieron la noticia a la señora Fabiola, la señora Fabiola solo miraba a Sebastián mientras le hablaban, Sebastián no dejaba de llorar se había encariñado mucho con la señora Fabiola, la señora Fabiola se le acercó y lo tomo por las mejillas.

– No estés triste mi niño, algo nos dice que muy pronto nos volveremos a ver.

– Gracias señora Fabiola por todo, cualquiera cosa la contáctanos si la necesitamos nuevamente – dijo Antonio.

– Gracias, yo estaré orando por todos ustedes.

La señora Fabiola le daba un abrazo a Antonio, se acercó donde Marcela que no decía nada.

– Mi niña nos veremos pronto -la abraza y le susurra al oído: Death Darkness..

– Qué, que dijo , oiga que dijo.

La señora Fabiola sonríe con sus dientes amarillentos.

– Nos vemos…

Inocente Maldito

Ladridos de perro….

Marcela se levanto de la cama, salió de la habitación, los ladridos venían del patio, le resultaba extraño porque al parecer solo los escuchaba ella, seguían los ladridos, abrió la puerta del patio prendió el foco pero no veía nada, no veía al perro.

– Yorgi, silvido, Yorgi , silvido…

Penetra más en la oscuridad del patio, sentía miedo pero seguía, alcanzó a ver por fin el perro, el perro hacia un hueco , escavaba con velocidad y seguía ladrando, Marcela se iba acercando lentamente de pronto el perro la mira directamente a los ojos, Marcela se iba acercando cada vez más para poderlo agarrar con las manos, cuando está apunto de agarrarlo el perro huyó, Marcela mira el hueco que hizo, había algo extraño, algo había llamado su atención, la luz de la luna penetraba por los espacios de las ramas de mango dando una pequeña claridad al lugar, Marcela observó algo muy brillante, metió la mano en el hueco, sintió un metal frío que le erizó toda la piel, lo saco, pudo ver que se trataba de un medallón porta foto parecía muy viejo, aunque está lleno de barro se veía que está en buenas condiciones, Marcela lo iba intentar abrir, en ese instante sintió un aleteo de pájaros por la ramas, era el pajarraco negro con cabeza de media carabela y ojo de demonio, ambos se quedaron viendo fijamente, el tiempo entre ellos se detuvo, Marcela parecía hechizada por ese ojo que la miraba como la serpiente mira al ratón antes de comerlo, las ramas hacían un movimiento por la brisa muy macabro, Marcela no se podía mover , intentaba dar paso pero las piernas no le respondían, de pronto el perro ladra, Marcela es sacudía por una fuerza, sintió que algo entraba en su pecho, era un fuego que la quemaba, trataba de gritar pero no podía, cayó al suelo, las venas de su cara se le colocaron de color negro al igual que los ojos, abrió la boca involuntariamente y un una baba negra con olor putrefacto comenzó a salirle, luego se arqueo desde el suelo quedando inconsciente al instante, el pajarraco salió volando, Antonio llegó al lugar corriendo al verla en el suelo, la cargo, entró a la casa recostándola en el sofá de la sala, le daba, unas cuantas cachetadas leves para despertarla, lentamente Marcela comenzó abrír los ojos observó borrosamente a Antonio y lo abraza.

– Tenemos que irnos de este lugar Antonio, por favor.

– Está bien, no vamos mañana mismo.

– ¿Que tienes en la mano?

– Esto lo encontré en el patio.

– Parece un medallón muy antiguo

– ¿Puedes abrir para ver qué tiene?

Antonio lo abrió, dentro había una foto muy pequeña de dos niños, se notaba que era una foto del siglo pasado, la foto estaba muy deteriorada.

– ¿Quiénes serán estos niños? – preguntó Antonio.

– Tráeme agua por favor.

– Si claro.

Antonio entró a la cocina, mientras servía el vaso con agua escucho unos picotazos por el vidrio de la ventana, se acercó y pudo ver qué había un pajarraco negro colgado en la reja de la ventana Antonio se iba acercando.

– Marcela hay un pájaro muy extraño acá, Marcela..

Antonio se acercaba más y más hasta esta estar separados solo por el cristal, el pajarraco abrio el pico haciendo un ruido muy extraño un rasgueo demoníaco, Antonio se estremeció y cayó al piso, partiendo el vaso que tenía en las manos, se levantó como pudo casi cayendo dos veces mientras intentaba ponerse en pie, corrió hasta la sala para buscar a Marcela, pero Marcela ya no estaba allí.

– ¡Amor! Amor! ¿Dónde estás?

Antonio sintió un estruendo en el cuarto de Sebastián, abrió la puerta de un golpe, Marcela tenía otra cara era la cámara típica de una persona poseída tal cual como las historias que me narraba mi abuela, tenía a Sebastián cargado, las marchas negras en el cielo raso ya lo cubrían todo, Antonio estába perplejo ante la oscura escena, quiso acercarse pero una extraña fuerza lo detenía, luego una voz ronca, gruesa salía de Marcela.

– ¡Me llevo conmigo a este inocente Maldito! – haciendo referencia a Sebastián.

– ¿Quién eres? ¿Que quieres de mí familia?

– Soy la oscuridad.

– Padre nuestro que estás en los cielos…..

– De nada te sirve eso , hoy todos morirán.

– ¿Que quieres?

– Venganza.

– Deja en paz a mi familia.

– Si yo no descanso nadie lo hará en esta casa.

– Los niños deben morir.

Antonio trato de quitarle a Sebastián, pero de un solo golpe fue tirado como un muñeco de trapo, Marcela poseída por la fuerza demoníaca le coloca las manos en la cabeza a Sebastián, Yorgi se lanza sobre Marcela pero también es sacudido de un golpe.

– Te vas conmigo, hoy para siempre niño inocente, niño maldito.

Una lámpara que está encendida hizo un corto, las llamas crecieron rápidamente, de un momento a otro toda la casa se consumía, los vecinos trataban de entrar para el rescate pero era imposible, la policía llegó al lugar más tarde los bomberos, que con sus mangueras lograron calmar las llamas, cuando lograron entrar se llevaron la sorpresa de encontrar dos cuerpos carbonizado de adultos, un niño y un perro, afuera entre los curiosos estaba la señora Fabiola.

– ¡Espero tengas tu paz Hortensia!

Epílogo

Pascual cae retorcido de dolor a los minutos de tomar el café, de su boca salí una espuma blanca, al costado estaba Miguel quien lo veía con una sonrisa de venganza, Fernando corre para levantar a Pascual, Hortensia también llega, Miguel tira la bolsa vacía de veneno.

– ¿Hijo pero que has hecho?

– Ya todo estaremos bien papá, ya todos estaremos bien.

Pascual fue llevado al puesto de salud , pero ya era demasiado tarde, el veneno había reventado todas sus tripas, ya no había nada que hacer.

Un mes después Hortensia le regala a Fernando un medallón con la foto de los niños.

– Hijo guárdalo para que siempre tengas un recuerdo de tus hijos.

– Gracias mamá está muy bonito.

– Quiero llevar a los niños a la finca, para visitar a mi papá.

– Me parece bien , así se distraen un rato y tu también, es tiempo de sanar.

Fernando se despide de sus hijos sin saber que esa sería la última vez en verlos con vida.

Ya en la finca Hortensia aprovecho que Saúl su padre fue a la rosa para arrancar la yuca, mientras los niños estaban acostado en un chinchorro Hortensia se los come a machetazos, sin darle oportunidad de reaccionar, luego toma el cuchillo pela ganado y se lo pasa por el cuello no sin antes decir.

– ¡Los niños son el mal! ¡los niños deben morir!

Fin.