Por: Larry Caballero
Iniciábamos clases nuevamente, era Enero del 97’, yo estaba sorprendido de haber pasado el noveno grado, fui uno de los mejores alumnos solo hasta séptimo, después solo era del promedio, solo me importa pasar por lo mínimo, era como estar jugando siempre al filo de navaja. Bueno esta historia no se trata de cómo era académicamente en el colegio, sino de la desgracia de mi vida, que tiene nombre “Claudia Borrero” sin duda alguna era la niña más linda del colegio, yo me enamore de ella desde el día que la vi haciendo el examen de admisión, su pelo era rubio como el sol de Abril, los ojos más verde que las iguanas cuando salen del huevo, pecas en su cara, flaca, y con una clase femenina que la hacía irresistible a las miradas de nosotros, los tontos que derramábamos baba por ella. Nuestro colegio era un colegio industrial, por eso, para ese tiempo era raro que las niñas estudiará allá, recuerdo que en sexto grado nuestro cursó era el único de todos los sexto que tenía niñas, cinco en total, entre ellas para la suerte de nosotros estaba Claudia, Claudia no era la más inteligente de las niñas, pero tenía casi a medio salón idiotizado, que hacían casi todo por ella, yo estaba allí con ganas de hacer algo para llamar su atención, pero era un niño muy inseguro para ese tiempo, además era el niño pueblerino del cual todos se burlaban por mis costumbres y por mis dichos al hablar, por eso solo me conformaba con ver a Claudia, estar lo más cerca de ella para poder olerla o esperar los martes la clase de educación física para verla con su sudadera, así pasamos el sexto, en séptimo todo cambió, este colegio era bueno preparándonos para el trabajo, para ser unos buenos empleados, para ese tiempo yo me sentía tan orgulloso de ese colegio, que en mi pueblo yo no hacía más que hablar a mis amigos del barrio lo bueno que era y lo exigente, entonces en sexto y séptimo nos rotaban por todos los talleres, cuando llegabas a octavo grado hasta once hacías tu especialidad en el que mejor te fue y el que más te gusto. En séptimo Claudia no estaba en la lista de nuestro cursos, pero eso no significa que no la iba ver, solo que ya no tan cerca, a veces me le acercaba en recreo con algún pretexto solo para escuchar su voz y oler su olor a vainilla, pase el séptimo grado con notas más altas del promedio, y de todos los talleres por dónde pase el que más me gustó fue el de mecánica industrial además sabía que mis mejores amigos de sexto también les gustaba, así fue como en octavo grado estaba de vuelta con mis mejores amigos y para mí sorpresa estaba Claudia de nuevo, recuerdo que cuando entramos a clase en el 95’ a Claudia se le habían engruesado más las caderas, ya se le notaban más los picos de los senos, y se podía ver que su culo también había crecido, yo para ese entonces tenía problemas de crecimiento, era flaco parecía más una menudencias solo era pata y cabeza, el único cambio que podía ver en mi, eran esas horribles espinillas por toda la cara, y esa voz de chivo que muchas veces hacia que se me saliera el gallo como decimos acá en la costa. Mi mejor amigo era Arthur, yo admiraba su manera de jugar baloncesto, a él gustaba las historias que yo hacía de caballeros del zodiaco, un día en clase de taller me dijo.
– Hey Camilo, mira como le ha crecido el culo a Claudia.
– Si, la verdad le ha crecido, y sus tetas también – dije yo viéndole el culo a Claudia.
En taller las mujeres tenían que usar jeans y bata de trabajo, a Claudia esos jeans le quedan apretados, era imposible no verle su trasero redondito.
– ¿Cuándo le vas a decir algo viejo men? Me preguntaba Arthur.
– Creo que nunca, ella no va fijarse en un pueblerino como yo, Además últimamente la veo muy junta a Jorge.
– Jorge es un nerd, no creo que a Claudia le gusten los coquitos.
– Bueno creo que sí, el man le hace todos los trabajos.
– Pues lo ves, es solamente eso, deja tu cagalera y habla con ella.
– No viejo, deja eso así, que te parece si lanzamos en la cancha a la hora del recreo
– Eso va.
Teníamos esa rutina, Arthur me enseñaba a jugar baloncesto, yo quería aprender para después llegar a mi pueblo y lucirme con mis amigos del barrio, en el colegio era el peor jugando, pero en mi pueblo era el Michael Jordán. Con Arthur también vi mis primeros videos pornográficos , Arthur vivía muy cerca del colegio, así que después de clase nos íbamos para su casa, su mamá me daba almuerzo, luego fingíamos hacer tareas en el cuarto , Arthur tenía un VHS, para ese tiempo era todo un privilegio, las películas nos las pasaba otro amigo, Erick , quien las grababa de TV cable y luego no las alquilaba por 300 en pesos, ver todas esas tetas, culos , penetrada, gemidos, negras, blancas, chinas, era nuestro momento glorioso, eran mis primeros encuentros sexuales audio visual, luego llegaba a mi casa, me encerraba en el baño a recordar esas imágenes, para desencadenar una buena paja, pero mi mejor paja era por Claudia, solo ponía su cara en las actrices porno y listo una potente paja por Claudia, era mi mejor fantasía.
Martes segunda hora, clase de Biología.
– Necesito que hagan grupos de 4, les daré unos temas y la otra semana lo exponen – dijo el profesor.
– Hey Arthur, dile a Jorge si quiere hacer grupo con nosotros.
– Buena idea, de paso él se trae a Claudia.
Así fue como hicimos nuestro grupo, Jorge, Claudia, Arthur y yo, el tema era sistema nervioso y sistema endocrino, no solo había que exponer, sino también entregar un trabajo. Sorpresivamente Claudia dijo que nos podíamos reunir en su casa, esa sería la primera vez que yo conocería su hogar y su familia. Al día siguiente después de clase nos fuimos para la casa de Claudia, la familia de Claudia era de clase media, tenía un tío político que era candidato a la alcaldía, Claudia vivía con su mamá, un padrastro y su pequeño hermano Samuel, llegamos a su casa justo a la hora del almuerzo, ya la señora Roberta nos estaba esperando, la señora Roberta tenía buenas piernas y un gran culo, de allí supe de donde Claudia tenía esos atributos, a los pocos minutos llego el señor Ernesto, el padrastro de Claudia, tenía una mira fría, de pocos amigos.
– Hola amor, ¿Cómo te fue? – pregunta la señora Roberta a su marido.
– Lo mismo de siempre – quiénes son estos culicagados?
– Son compañeritos de la mona.
El padrastro de Claudia siguió derecho a su habitación.
– Claudia ¿Dónde trabajaba tu papá? – pregunto Arthur.
– Ese señor no es mi papá y trabaja en la alcaldía, haciendo no se qué mierda.
Allí comprendí que Claudia y su padrastro no se la llevaban muy bien, ya tenía 8 años de estar con su mamá, Claudia nos contó por la orilla que era un mal hombre, que en varias oportunidades le pegó a su mamá, por la mirada de Claudia sabía que había algo más, en fin terminamos de almorzar, luego adelantamos el trabajo, tener a Jorge en el grupo era una ventaja, casi todo lo hacia él, yo me daba cuenta que Jorge también estaba enamorado de Claudia y esa era su estrategia, ayudarla con casi todas las tareas, trabajos, ejercicios, etc.. al despedirnos Claudia me preguntó.
– ¿Aún haces esas caricaturas?
– A veces, aunque el único que las lee es Arthur, también ando escribiendo poemas.
– Enserio, ¿qué clase de poemas?
– Algún día te los muestro, eso sí te advierto que no son normales.
– ¡Tú no eres normal! – lo dijo sonriendo.
Yo no lo podía creer, no sabía que Claudia sabía eso de mí, y que dijera que no era muy normal significaba que me observaba también, pero bueno no quise ilusionarme con algo que quizás estaba solo en mi cabeza.
Lo bueno del octavo grado, fue que me acerqué más a Claudia, ya tenía más pretexto, escribir y mostrarle, escribía poemas a todo, no sabía nada de sonetos ni versos, solo escribía lo que en mi mente estaba y ya está, pero eso los hacía únicos.
– ¿Que has escrito hoy? – me pregunto Claudia desde su puesto que estaba a mi lado.
– Esta mierda, dame tu opinión – le dije pasando mi cuaderno.
Estaba en mi retrete cagando, con gotas de sudor en mi frente, alcé la vista y allí estaba, eres un bicho raro dije, ¿cuando tiempo llevas allí en esas telaraña? Sabes eres una gorda y fea araña y dañas mi cagada, no te quiero ver. Me limpie el culo, cogí la escoba y mate a la hija de puta araña.
Claudia no aguanto la risa, por alguna razón le gustaba mis estúpidos escritos, y así siempre que me pedía un poema se lo daba, me pedía que escribiera uno para ella, yo le decía que algún día. Así finalizaba el año académico, Jorge, Arthur, Claudia y yo aprobamos todas las materias, Jorge como siempre primer lugar, yo termine como en el puesto 14, pero eso ya no me importa.
Llegaba el 96’ el año del inicio de mi perdición, Solo el hecho de ver a Claudia después de dos meses me tenía con ansiedad, el primer día de clase llegue tarde, el maldito bus de pueblo comenzó a botar humo, tuvimos que bajarnos a esperar que nos recogiera otro, cuando llegué ya todos habían ido al salón, pero yo antes tenía que llegar al baño, mi vejiga iba reventar, entre al baño con prisa, abrí la puerta, allí estaban , Claudia y Jorge, comiéndose a besos, me quedé azul, inmóvil, se separaron al instante .
– Hey viejo Camilo, guarda el secreto – me dijo Jorge.
Claudia se me acerco, me dio un beso en la mejilla y salió.
– Nos vemos al rato mi poeta favorito.
Me quedé un rato en el baño, con rabia, frustrado, pero también tenía rabia conmigo mismo, por iluso, siempre supe que Claudia no se iba a fijar en mi, como se iba a fijar en un pueblerino cara de mono como yo. Al salir del baño me tropecé con Luis, era el compañero que más bulling me hacía, claro que para esa época esa palabra ni existía.
– ¡Que dice el pueblerino cara de mico!
Yo era bueno con los puños, por mi barrio me tenía miedo y ya había ganado varias peleas con niños de otra cuadra, pero en el colegio era un cobarde me sentía intimidado fuera de mi reino, nunca hacia nada a pesar de tanta montadera, pero eso día fue diferente, el pobre Luis pago los platos rotos de mi rabia con Claudia y Jorge. Me le lance de una, con un izquierdazo en la boca, luego un derechazo en la cien, Luis no tuvo tiempo de reaccionar, cayó al suelo, me subí sobre el y con lagrimas de rabia lo seguía golpeando, mis puños estaban llenos de sangre, Luis tenía toda la cara reventada, lo seguía golpeando recordando el beso de Claudia y Jorge, veía en Luis la cara de Jorge, la lluvia de puños paro, alce la mirada y estaba rodeado de muchos alumnos, Claudia y Jorge estaban allí viendo sorprendidos lo que yo había hecho, también estába Arthur pero el sonreía, luego sentí un jalón que casi me sacan el brazo, era mi el profesor de taller, Donaldo, me alzó y me llevaba agarrado por mi camisa llena de sangre hacia la prefectura, a Luis lo llevaron de urgencia a enfermería, me sentaron en la oficina del Prefecto, mínimo me iban expulsar, la disciplina de ese colegio era muy estricta y nunca se había presentado un incidente como ese, el profesor Donaldo me dejó sólo.
– Espera acá, ya viene el señor prefecto.
Agache la cabeza, sentado a esperar, de pronto se abrió la puerta, pensé que era el prefecto, pero no, para mi sorpresa era Claudia.
Continuará…
Excelente
Muy buena
Muy buena historia, siempre estoy esperendo por ellas.
Andaa que pasara en ese recinto, esa Claudia ome…