Por: Larry Caballero
Final
Bogotá, 1923.
– De nuevo quejas de Luis, ¿donde esta?– decía el padre de Luis Fernando.
– Ya déjalo, no te imaginas el daño que le haces – dice la mamá.
– Debe aprender a ser un barón y no debe llorar, siempre la misma mierda con ese niño.
– Es solo un niño, y con tus maltratos no vas a conseguir nada.
– Tu no digas nada o te doy a ti después hija de puta.
El papá encontró al niño Luis , lo sujetó con una de sus mano las dos de el, se las alzó, con la otra lo golpeó con una verga de toro, que lo dejó con moretones por todo su cuerpo. Así era casi todo los días, Luis era un niño muy inquieto y los profesores no lo soportaban, entre más golpe recibía de su padre más mal se portaban, era un niño rebelde con tan solo 8 años. Un día Luis llegaba de la escuela a su casa, cuando se acercaba escuchó gritos, pegó una carrera, abrió la puerta el papá le había dado una golpiza a su mamá, la mamá estába en el piso casi muerta de los golpes, Luis tomo un garrón de flores de la mesa y se lo arrojó a su papá.
– Maldito seas, maldito seas – decía Luis con lágrimas en los ojos.
El garrón no golpeó al papá, ni siquiera pasó cerca, Luis se agachó para abrazar a su mamá, el papá lo tomó, lo ultrajo, le dio un golpe en la cien que lo dejó casi noqueado, el papá lo llevó al sofá, lo tiró, agarró una botella de aguardiente que ya le faltaba poco para terminar, se dió un trago, estaba muy borracho.
– ¡Tu y la hija de puta de tu mamá me tienen ya hasta las bolas! que maldición la mía tener una familia tan deprimente.
El papá le bajó los pantalones y lo violó de manera brutal.
– ¡Esto era lo que tenía que hacer desde hace rato, eres un marica de mierda!
El papá se subió el pantalón, dejó a Luis en el sofá con el ano cubierto de sangre , tomó la botella de aguardiente y se fue de la casa, nunca más se supo de el.
2
Convento Santa Cruz de la Popa.
– Sabía que vendrías – le dice Inés a María Cristina.
– Pues si acá estoy habla rápido.
– Espera y le coloco seguro a la puerta.
– ¿Por qué tanto misterio?
– Cuando sepas la verdad, verás que todo tiene sentido.
Inés se percató de que nadie estuviera en el baño, miraba por debajo de las puertas de los retretes.
– Ok, estamos solas – dijo Inés.
– Escucha, este convento es el lugar donde los líderes religiosos de Cartagena, las escorias más grande, vienen a cumplir sus más repugnantes deseos.
– ¿Como así?
– Si, así como lo escuchas, hay violaciones, torturas, hasta homicidios, todo es liderado por Monseñor Luis Fernando, con complicidad de todas las madres y hermanas, algunas no están de acuerdo pero callan, otras también lo disfrutan tanto como ellos.
– Pero, no entiendo, como pueden permitir que eso pase y ustedes porque no dicen nada.
– Algunas han intentado hablar, y están dos metros bajo tierra, hay un patrón que se repite, casi todas las que hemos sido víctima de esos actos tenemos algo en común, nuestros familiares nos han dado la espalda, salvo con Valentina, pero ya escuchaste lo que le hicieron, alguien debió escuchar lo que hablamos o tenemos una infiltrada que se yo, el caso es que todo apunta a que tu seas la próxima.
– ¿Yo?
– Si, tu, eres la nueva y además hay rumores de que tú familia no es que guste mucho de ti.
– ¿Por qué me quieres ayudar?
– Esto debe parar, nadie nos cree, debemos actuar yo he sido violada, maltratada, se lo horribles que es.
– ¿ Y de que forma piensa actuar?
– Verás ellos me subestiman y ese será su error, por ahora tenemos que salir del baño o sospecharan, pero es importante seguir hablando para contarte mi plan.
Salieron del baño, nadie las vio , María Cristina volvió a la habitación pensando en todo lo que Inés le dijo, no solo le creyó, sino que admiraba a Inés por su valentía. Por varios días era la misma rutina, las clases, orar, el ayuno, el trabajo artesanal, todo era normal en el convento. María Cristina tomaba su medicamento para controlar sus impulsos, hablaba más con Inés, trataban de actuar normal y poco a poco María Cristina le fue tomando confianza, era raro en ella ya que odiaba a la gente, pero algo en Inés la volvía extraña, siempre le venían imágenes en su cabeza de momento pasados con ella, pero no lograba descifrar que era, solo sabía que no le era indiferente.
3
Bogotá, 1930 seminario mayor Cofradía.
– Sabes Luis Fernando, desde que llegaste al seminario ya hace varios años, siempre he tenido la gran iluminación que te vas a convertir en un gran sacerdote, la vida está llena de sacrificio, sin sacrificios nunca habrá recompensa no lo olvides.
– Gracias Padre Elías.
– Se por todo lo que has pasado, eres mi favorito – decía el Padre Elías sobándole la pierna.
– Padre lo que pasó esa noche en su habitación, yo quería decirle que me sentí bien, lo disfruté, sentía que Dios me guiaba.
– Ese es el camino, dejarse llevar por donde nos muestra el señor, pero ya sabes la gente a veces no lo entiende y mejor que sea nuestro secreto.
– Así será Padre.
Convento San Cruz de la Popa.
– Hola Valentina, ¿como sigues? – pregunto Inés a Valentina que después de varios días pudo salir se su habitación.
– Siento que me duele todo, pero mejor que no nos vean hablando porque me darán otra golpiza.
– Te entiendo, esperé que salieras, toma está nota con disimulo, la lees en tu habitación.
Valentina toma la nota y la metió en su bolsillo, Valentina ahora se sentaba sola a comer, anda sola con la mirada perdida, sentía odio, cada vez que veía a la hermana Esther o a cualquiera otra monja, se les quería lanzar y comérselas a golpes, nunca había sentido tanta rabia, solo quiera venganza, entró a su habitación, sacó la nota de su bolsillo y leyó.
Valentina, no te imaginas cuánto lo lamento, se cómo debes de sentir, yo también me siento igual, pero no estás sola, se que las otras novicias tiene miedo y no harán nada, pero tú eres como yo con ganas de justicia, también te cuento que tenemos otra aliada, María Cristina, le veo en sus ojos una ira interna que me recuerda a mi, ella está conmigo, así que somos tres, hay que actuar, debemos ser meticulosas, por eso solo hablaremos del plan en lugares estratégicos o por notas. Si estás de acuerdo escríbeme.
Valentina tomo hoja y lápiz, escribió.
Hola Inés, estoy con contigo también, esos hijos de putas deben pagar ya no me importa nada, estoy atenta a lo que vamos hacer.
Inés le deja una nota a María Cristina por debajo de su habitación.
Ya Valentina está dentro, quiero que tú me confirmes, ya pronto será el día de la visita de Monseñor y hay que estar preparada porque vienen por ti. Si estás de acuerdo dejaré la puerta de mi habitación sin seguro es la 13, por el pasillo de María Magdalena, te espero a las 11pm tengo algo que mostrarte.
Mariá Cristina acude a la cita, la noche era fría, las velas eran apagadas por la briza que se colaba, María Cristina camina despacio, si alguien la veía fingiría estar enferma diría que salía a tomar aire, pero Inés sabía que la última hermana que hacía ronda era hasta las 10, sabía que no habría nadie. María Cristina abrió la puerta de la habitación, la habitación número 13, entró, Inés la esperaba al borde de la cama con ropa cómoda para dormí.
– Ven, coloca seguro.
– Esta oscuro casi no veo.
– Deja y prendo una vela.
Inés se levantan, la luz de la luna por la ventana permitía ver su hermosa silueta. María Cristina la veía, su corazón se aceleró, sabía que eso ya lo había vivido, era una sensación extraña pero le gustaba, Inés prendió una vela, sacó de bajo de su cama una caja, le dijo.
– Acércate, mira
– ¿Qué es?
– Nuestra venganza.
Dentro de la caja había una tela color negro, Inés la sacó , quitó la tela, era un revolvers 38 cool cacha de madera, con una bolsa de bala, en la caja también habían 3 cajas de cigarrillos malboro rojo y un botella de vino gato negro del 61.
– ¿De donde sacaste todo eso?
– No es donde, si no como – Inés lanzo una sonrisa, nunca se le había visto reír.
– Verás tengo una amiga, Mildre, es la única amiga que me queda afuera, ella tienes sus contactos y sabe todo de mi acá, siempre que viene a visitarme se las ingenia y me trae algo, las cosas de más peso me las entrega su novio Wilson el hijo del conserje, esta belleza de revolvers era de su papá, Wilson lo dejo bajo la tapa de un retrete.
– ¿Por qué no le dices que busque ayuda?
– Ella esta prófuga de la justicia, así que Pailas, igual lo que yo quiero es venganza y entre menos gente sepan mejor, en su momento quise que los familiares supieran la verdad , pero eso de nada serviría, la cárcel no basta para estos hijos de putas.
– ¿Fumas? – Dice Inés prendiendo uno ella.
– Nunca lo he hecho.
– Siempre hay una primera vez.
– Ok.
María Cristina prendió el cigarrillo, tocio un poco al principio, luego la nicotina hizo lo suyo, se relajó, mientras fumaban Inés contaba el plan, era un plan simple.
– La otra semana llegará Monseñor, nunca viene solo, creo que esta vez vendrá más acompañado ya que gozas de buena reputación, tu acudirás cuando te llamen, el objetivo es Monseñor, pero hay que exterminar el resto de ratas.
Inés seguía hablando mientras abría la botella de vino, saco un pocillo de losa que estaba en la caja, sirvió lleno, tomó un trago, pasó el pocillo a María Cristina, el olor era increíble, María Cristina nunca habían tomado nada de alcohol, sintió como pasaba por su garganta, la sensación era única para ella.
– Siempre que viene Monseñor, nos vigilan más , nos colocamos hacer más trabajos o nos mandan al patio a orar, te llamarán después de la primera reunión, ya para ese momento sabremos cuanto de ellos son.
– ¿ Y que pasa sin son mucho?
– Nunca son más de 4, tú irás normal, pero te llevarás contigo esto.
Inés sacó otra caja , habían 3 navajas de salida automática y 10 cuchillos carniceros.
– Te voy a dar esta navaja, es fácil de usar solo presionas acá, y sale, ya sabrás cuando usarla, acá es donde entra Valentina, cuando te llamen esperaremos que bajen la guardia, Valentina fingirá un desmayo, la enfermería están cerca del altar principal, yo me iré con ella, le pediré ayuda a una de las muchachas, como pensaran que es verdad me ayudaran a cargarla, con ese alborotó las hermanas estarán distraídas, yo llevaré el revolvers oculto, la puerta del cuarto donde te meterán solo cierra del lado de afuera con una cadena y el candado, pero como saben que nadie llega a molestar nunca lo cierran, pero primero hay que entrar a la oficina, pero no es problema, cuando estamos cerca Valentina y yo nos lanzamos contra la Madre superiora, si se pone pesada le hecho su balazo, tu sentirás la bulla, y pondrás a metro a todo el que esté cerca de ti con la navaja, nosotras entramos y los levanto a plomo, vez que es un plan fácil.
– Y porqué mejor no me das el revolvers a mi y cuando entre los mato a todos.
– ¿Que crees que pasara después que los mates? Seguramente vendrá la policía y no quiero que vayas a la cárcel tu, es mi venganza, la de Valentina y la de todas las novicias víctimas de esos hijos de putas.
– ¿Entonces no haré nada?
– ¿Tienes miedo?
– Te parecerá raro pero esto me excita – decía María Cristina con los ojos muy abiertos.
– No me parecen raro porqué tú y yo nos parecemos en ese sentido.
Inés miró a los ojos a María Cristina, le colocó la mano en la mejilla donde tenía la cicatriz, la acarició pasando sus dedos suavemente.
– Me gusta tu bella cicatriz.
María Cristina, tomó la mano de Inés y metió sus dedos en su boca, los comenzó a chupar, se colocaron de pie, sus caras se iban acercado lentamente, hasta que sus labios se unieron, sus lenguas se entrelazaban, Inés va despojando de su ropaje a María Cristina, María Cristina va despojando de su pijama a Inés, se fueron a la cama con besos más intensos y desnudas, Inés besaba los pequeños pechos de María Cristina, mientras María Cristina la amarraba por las caderas con sus piernas, luego Inés bajó hasta su vulva, y metió su lengua hasta lo más profundo, María Cristina se arqueaba de placer, su clítoris iba a explotar de la excitación, era mágico lo que sentía, nada más importaba que ese momento, Inés movía su lengua en forma de círculos, de arriba hacia abajo llegando hasta el ano, chupaba los labios menores , los mayores, con una mano cogía los pezones con la otra le apretaba fuerte las nalgas, María Cristina la tomaba por el pelo y le hacía presión como si quisiera meter toda la cabeza dentro de ella, Inés humedeció dos dedos metiéndolos en su boca, los introduce lentamente en la vagina de María Cristina mientras su lengua seguía jugando con su clítoris, el éxtasis ya en lo más alto hizo que María Cristina mordiera su mano para evitar gritar, luego unos chorros de líquido vaginal salieron disparados bañando la cara de Inés que los recibió con placer en su boca, María Cristina sentía que su alma la abandonaba, que se iba a desmayar de tanto placer, sus ojos se blanquearon como poseída, dando un suspiro tan profundo apagando la vela.
4
Viernes por la mañana, faltaban un día para la visita de Monseñor y su comitiva, mientras hacían la fila para el almuerzo, la hermana Esther tomó del brazo a Inés.
– Ya sabemos que eres tú la que anda metiendo cuento a las novicias, acompáñame.
– ¡Suéltame vieja asquerosa!
Inés se logró soltar, pero es agarrada por detrás por la hermana Catalina. Ni María Cristina ni Valentina se dieron cuenta ya que aún no habían llegado al comedor. Inés es llevada a enfermería, allí estaba la hermana Sofía que antes de ser monja había estudiado enfermería, Inés trataba de zafarse, pero era inútil delante de la hermana Catalina quedaba como un llavero, la montaron en la camilla, le amarraron mano y pies, la hermana Sofía le mostró una inyección de autanax.
– ¿Sabes para que sirve esto?
– ¡Vete a la miérda puta!
– Con esto puedo matar un caballo, quiero que nos digas ¿porque incitas a las novicias, que planeas?
– ¡Pudranse todaaaas perras!
– Te lo voy a preguntar una vez más ¿ Que planeas y quien está contigo?
Inés le lanzó un escupitajo que le cayó en la cara a la hermana Sofía.
– Ok maldita, tu lo quieres así.
La hermana Catalina sostuvo la cabeza de Inés, la hermana Sofía le clavó la puya en cuello metiendo todo el líquido de la inyección, Inés sentía que su cuerpo se quemaba por dentro, su corazón comenzó a la latir rápido, su respiración se aceleraba, hasta que poco a poco se iba detenido el corazón hasta no latir más, Inés había muerto.
María Cristina llegaba al comedor quería ver a Inés, ya la extrañaba, por primera vez después de tanto tiempo su corazón sentía felicidad. También llegaba Valentina quien se le acercó.
– ¿No has visto a Inés?
– No .
– Escuche que se fue enferma para la enfermería.
– ¿ Enferma? No puede ser – dijo María Cristina.
– Eso me dijeron, y necesito hablar con ella , tiene que explicarme una tareas, Valentina le pica el ojo.
– Esto está muy raro como así que enferma, si ayer estaba bien.
De pronto escuchan una ambulancia a las afueras, entran unos paramédico, las novicias son mandadas por la hermana Esther al altar principal, Inés es sacadas de la enfermería, su cara está Blanca como el papel, espuma en la boca y los ojos abiertos , María Cristina la vió, queda atónita, no podía creer lo que pasaban y porque Inés iba de esa forma, Carlina una de las novicias se le acerca y le dice.
– Paso de nuevo, otra de nosotras muerta en forma extraña, pero ya sabemos que es lo que pasa.
Valentina mir6o a María Cristina sabían que tenían que actuar, En medio de la confusión y el caos María Cristina fue a la habitación de Inés , rápidamente tomó las cajas y las lleva a su habitación sin que nadie lo notará, los recuerdos llegaban a la mente de María Cristina, el día del accidente, las burlas en colegio, las peleas con su tía, la cara del papá desfigurada, su mamá abrazándola, los besos de Inés, su mente se transformó en una bomba de tiempo apunto de estallar, se encerró en su habitación, colocó llaves, se quitó el hábito, tomó el tarro de sus pastillas y las tiró al retrete, prendió un cigarrillo, sacó el arma apuntó al espejo, se sintió poderosa. Esperó que fueran las 11 de la noche, salió de su habitación llevó la caja y la ocultó en baño del patio dentro de un retrete.
5
Al día siguiente, llegaba Monseñor acompañado del padre Iván y dos seminaristas, la misma rutina, las novias son llevadas al patio y a su lugar de sus labores, María Cristina se acercó donde la hermana Esther.
– Hermana , necesito pedirle un favor, puedo quedarme en el patio, quiero respirar aire, no me siento muy bien.
– Claro, de hecho te toca allá, después te buscarán , porque hoy tenemos que presentarte a Monseñor.
– Gracias.
María Cristina dió la vuelta, sus ojos parecían los mismos ojos de Satanás, Valentina también está en el patio, se le acercó.
– Hoy estoy será el verdadero infierno – dice María Cristina que ya lucia desquiciada.
– De qué hablas si Inés está muerta, ya no hay nada que hacer.
– Te equivocas.
María Cristina estaba liberada , su bestia interna tenia el poder sobre ella, y se sentía bien, sentía que esta era su verdadera naturaleza, sin marcha atrás, sin más nada que perder, sin familia, sin amor, sin nada, solo el placer de algo que siempre quiso hacer , matar, matar a todos.
– Supe del incidente de ayer – dijo Monseñor en la reunión.
– Tuvimos que actuar, esa niña estaba ya dando problemas.
– Para la próxima vez tienen que avisar, no se imaginan cuanto dinero me tocó pagar a la policía, por que según ellos de un día para otro no les da tiempo de cuadrar todo y por eso vale más ¡Estúpidas!
– Lo sentimos su ilustrísima, no volverá a pasar – decía madre superiora.
– Eso espero, no podemos dar papaya ¡Entendido!
– Si señor
– Ahora sí, quiero conocer a esa bella hermosura de la cual tanto me han hablado.
– Hermana Sofía vaya por María Cristina.
– Si Madre.
La hermana Sofía salió al patio, le preguntó a unas de las hermanas que vigilaba.
– ¿Hermana ha visto a María Cristina?
– Si, está en el baño.
– Gracias.
María Cristina se había encerrado con Valentina, estaba listas para hacer arder el infierno. Cuando la hermana Sofía entró al baño es embestida por Valentina quien le coloca un cuchillo carnicero en la garganta, sale con ella, María Cristina también salen con el revolvers en mano, va amenazando a las hermanas que vigilan y las hacen que vayan a una de las aulas de clase, allí las encierran , Valentina corta la garganta de la hermana Sofía, que se retuerce en el suelo escupiendo sangre y tratando de tapar la raja del cuello con sus manos, la sangre le salpicaba la cara a Valentina.
– ¡Nos vemos en el infierno puta!
Si dirigen rápidamente al altar principal, las novias al ver lo que sucedía se llenan de valor, María Cristina repartió navas y cuchillos , otras se arman con palos y con todo lo que pueda hacer daño, un grupo entra al aula donde están encerradas las hermanas, son violentamente acuchilladas por las novicias, luego encontraron gasolina y les prendieron fuego, los gritos eran como almas liberadas en el inframundo, otro grupo va con María Cristina y Valentina al altar, en el altar estaba la madre superiora y el resto de monjas, incluyendo a la hermana Catalina, que quiso poner resistencia, pero María Cristina le dió un disparo en la frente, la madre superiora es acuchillada por Valentina dándole 13 puñaladas en el pecho y luego la degollada como una gallina., María Cristina le dispara a la hermana Esther, dejándola herida.
– Por favor no me mates, ¡piedad!
– ¡Coma mierda hija de puta!
Le pegó un tiro el nuca, mientras Valentina y las otras novicias saciaban su venganza dando cuchillazos a diestra y siniestra, María Cristina metió más balas al revolvers y se dirigió a la oficina donde estaba Monseñor,
– ¿Qué serán esos gritos? – dijo el Padre Iván.
– Estas estúpidas monjas nunca hacen nada bien, mira a ver qué pasa – dijo Monseñor al Padre Iván.
Al salir de la oficina es ultimado de un disparó en pecho, María Cristina entró a la oficina, Monseñor es sorprendido, uno de los seminaristas se orino los pantalones del susto, María Cristina le dió un disparo en la cabeza, era como si el mismo Satanás dispara, el otro joven trató de reaccionar, pero también recibió un balazo en pecho, Valentina entró a la oficina, su habito era de color rojo de tanta sangre salpicada, más atrás también entraron seis novicias mas , todas con sed de venganza, María Cristina le disparó en una piernas a Monseñor, luego en la otra, dejándolo tirado.
– Que Dios las perdone ¡Hijas de putas! – dijo Monseñor tirado en el piso muerto de dolor.
– Allí lo tienen , el día llego para ustedes, ¡disfrútenlo!
Las novicias se lanzaron a el como unas llenas a su presa, lo desnudaron, Valentina le corto el pene, le abrió la boca y se hizo tragar, lo abrieron como un animal , le sacaron sus tripas, sus ojos, le arrancaron la cabeza apunta de cuchillo, luego lo sacaron al altar , hicieron una pila con todos los cuerpo desmembrados junto a la Jesús Cristo, María Cristina reía como una demente.
– Como me gustaría que vieras esto, tu obra Inés.
María Cristina caminó hasta su habitación, se colocó frente a la ventana viendo el mar, pensando como le gustaría ser libre como esas olas, se colocó el revolvers en la cien, aún tenía el caños caliente, jala del gatillo, siente una gran paz, puede ver a su madre, a su padre, puede ver una luz blanca que cada vez se acerca más y una voz que la llamaba, ¡María Cristina!, ¡María Cristina! ¡despierta, despierta! María Cristina poco a poco abrió los ojos, tiene una camisa de fuerza acostada en una camilla, está en una habitación toda blanca.
– Hola , estas de nuevo acá, soy la doctora Patricia, te hemos puesto un calmante, te sentirás mareada, pero es normal
– ¿Por qué siempre me trae acá?
– Ya lo sabes , siempre te traemos acá después de tus ataques.
– No quiero estar acá, déjenme ir.
– Ya regreso. – Dijo la doctora .
La doctora salió, afuera estába la tía esperando.
– Hola señora Carmenza, vamos a dejar a María Cristina unos días, ya después puede regresar a su casa, solo es lo de siempre.
– Ya no la soporto, un día de esto me va a matar, pienso meterla al convento ¿usted qué opina?
FIN
Muy buena interesante felicitaciones Larry
Baste ficción, pero una realidad de fondo, las realidades que pasan en seminarios y conventos, dónde los supuestamente santos, no lo son tanto …