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julio 20, 2025

La Primicia Noticias

Una Nueva mirada

Es hora del partido 

Por: Pedro Conrado Cudriz

“En el estadio, el maldito tiempo de los noventa minutos, en la velada poética, el espíritu invisible de la belleza.”  

Casi terminó el mundial de fútbol, culminaron las excusas: “No sé si pueda ir, me dijo un conocido, mañana juega Croacia y Francia.” “No, no programes el evento para el domingo 14, ojo es la final del mundial, dice otro de mis amigos, mucho cuidado”. 

El fútbol, invasor, opresor y copando la vida de las gentes. Lo intrascendente, bloqueando lo fundamental. O como muy bien lo dijo Jorge Valdano, el exfutbolista argentino, campeón del mundo en 1986: “El fútbol es lo más importante de las cosas menos importantes.”  ¿De qué nos perdemos si no nos sentamos frente a la pantalla del televisor a ver la final del fútbol mundial? Mientras la vida sigue y prosigue, las iglesias están llenas en la hora del partido, los centros comerciales también hasta el tope, la gente caminando las calles, los obreros trabajando y, sin embargo, dicen los pitonisos: “no convoques a una lectura de poesía, porque nadie va, es hora del partido.” La vocación de la literatura no compite con la pasión del fútbol. 

La pregunta no es qué tiene el fútbol que gusta, sino porque la cabeza de la gente es un balón de jugar fútbol. Pienso que si el fútbol se jugará con la cabeza y no con los pies sería otra cosa. ¿Los que no van a la lectura de poesía de qué se podrían perder? Los amigos de uno no están en Rusia y no son los futbolistas de los seleccionados nacionales enfrentados, sino los locos que van al encuentro de la palabra. Este es otro orden, otro universo, minoritario, pero recargado de un placer anti- estadio; al fin y al cabo, los temas de la vida no son absolutos. Y al final, los invitados al recital poético fueron sin reservas, prefiriendo la complicidad de los versos, el compartir personal con los escritores y los poetas y los amigos, contra el balón y las patadas, hasta que se hicieron las once de la mañana y después del tiempo del partido poético, se mantuvieron solidarios y gustosos con los versos y la palabra conversada. Y les decía que el mundo no es un balón de fútbol, que es más divertido, más diverso, más plural. Y el recital fue todo un éxito, rotundo, espléndido y aleccionador. El fútbol con su fanaticada y la literatura con sus seres especiales. En el estadio, el maldito tiempo de los noventa minutos, en la velada poética, el espíritu invisible de la belleza. Nada más de estas cosas, quería escribir hoy. (Artículo rescatado de un endiablado mundo de papeles para La Primicia)