Por: Pedro Conrado Cudriz
-Rigoberto, tú no estás muerto ¿Quién fue el que te hizo creer en la muerte?
Sí, ya lo sé, nuestra madre, nuestro padre, las gentes, el cura, ver pasar los entierros para el cementerio, los cementerios, la biblia. Esa es la razón por la que estás todavía dormido en la tumba desde hace tiempo.
– Un año exacto, hermano, te recuerdo.
Vamos, hombre, despierta, necesito hablarte, contarte lo que le pasa a tu perro después que te fuiste para el otro lado del mundo. Necesito aconsejarte, sobre todo, aconsejarte. No puedes pasar el resto de tu vida dormido.
– Ah, ¿no?
¿Qué tal que el diablo, el ángel rebelde, te quiera por equivocación en el infierno? O ¿Qué tal que dios te invite a pasar unas vacaciones en el cielo? Sé que no fuiste una mansa paloma, pero no mereces el infierno, tampoco creo que te quieran en el cielo. Estás en la zona gris de la vida, eso lo intuí siempre, porque un día te portabas solidariamente bien y otro día no eras un hombre tierno.
-Todos los días no son iguales ni todos los hombres somos así en algún momento de la vida ¿no crees?
Levántate hombre, te traje lo que te gusta, ron blanco. Dormir demasiado mata. ¿No estás aburrido y encerrado como si estuvieras pagando cárcel?
-Acá no se sienten esas cosas.
Necesitas un baño de sol, es la vitamina de los pájaros. La última vez que vine te aconsejé que embolaras los zapatos, que sacudieras la ropa, tienes que deshacerte de todas las pendejadas que te metieron en el ataúd; sacúdete, vuelve a leer a Condorito, ríe. Aquí te traje uno.
-Gracias.
Piensa en el sol, piensa en Rosa, tu mujer, tan joven y tan hermosa. Tu compadre Arnaldo la ronda, ya sabes lo atrevido y peligroso que es con las viudas como Rosa, tu esposa. Las persigue hasta cazarlas como a las gallinas, con engaños.
-No se atreverá con Rosa, te lo aseguro.
No importa que no tengas ojos y que la carne se la hayan comido los gusanos, cuentas con el esqueleto, que es el que mueve la carne, los músculos. La carne necesita los huesos, como el agua las flores. No llores, no seas pendejo, levántate, hay que ir al metropolitano para ver jugar a Pelé. La felicidad tiene cara de gol, eso lo has sabido toda la vida; levántate, por favor. Vamos, hermano, invitemos a Rosa al estadio para ver el partido como en los viejos tiempos ¿te acuerdas? Así es, ríete, repasaremos los lugares que visitaste, las librerías donde comprabas a Condorito, las cantinas, el bulevar tres D, la fría y terrible Bogotá, la Cartagena que tiene amurallada la pobreza. Esa es mi fantasía, es mi regalo.
-Ya veremos, hermano.
Vamos, Rigoberto, no me preguntes pendejadas, pregunta por la calidad del aire, la asombrosa luna llena, la lluvia de octubre, apocalíptica, el océano samario, pregunta por la alegría del tío Luís, después del atentado que casi le cuesta la vida, ah, bueno, el perro, tu perro, ya sabes, él sigue vigilando tu tumba, nadie ha podido convencerlo ni a patadas para que regrese a casa, tú eres el único que puedes convencerlo, háblale, porque está en los huesos, míralo bien. Se parece a ti. Conduélete de él.
-Está bien, hermano.
Te traje el bollo de angelito, porque sé que te fascina, también el tema que disfrutabas sin parar, “Ese muerto, no lo cargo yo,” que escuchabas en la radio latina. Te cuento, el diablo está rabioso conmigo, anoche casi le prende fuego a mi casa, es una advertencia para detener las visitas que te hago cada semana. A dios no le importas, porque no ha enviado ninguna señal. No temas, te sacaré del hueco donde estás para que los dos dejen de joderte. El diablo por hambriento y dios por inapetente.
– ¿Cómo hago para no temerles?
No hagas nada. Ellos terminan aburridos como todo el mundo. Uno cree que no, pero sí, también se aburren de soledad.
Te voy a leer la carta que te escribió Rosa. Escucha: “Rigoberto, te estoy esperando y lo haré toda la vida. Quédate tranquilo. En mi cuarto tengo una fotografía tuya, iluminada por dos velas de tienda. Todos los días remiendo las medias rotas que dejaste y con Arnaldo, tu compadre, mi nuevo marido, rezamos por ti.”
Todo está bien, pero la carta de Rosa, no se la mandes porque si se entera que Rosa reza y tiene de marido a su compadre, seguro se revuelca donde está.