Por: Pedro Conrado Cudriz
He tenido tres accidentes de carretera montado en bicicleta y esa eventualidad cargada de incomodidades y peligros del oficio de caerse de una máquina que anda, no me han persuadido de abandonarla.
Caerse y levantarse enseguida, es la orden perentoria del que se cae en la vida.
La bici ha sido mi compañera de andanzas toda la vida y no la voy a abandonar ahora por el hecho de haberme caído, un contratiempo en el oficio del vivir.
Es mejor andar en bicicleta que en mototaxi o en automóvil. Los autos te llevan, pero eres tú el que llevas y diriges la bicicleta. Como sostiene Paul Brito en La vida no es un ensayo, todos somos “fuente generadora de movimiento y de causas nuevas por encima de todas las fuerzas que quieran” condicionarnos. Es un cambio de paradigma fundamental como dice un amigo amante de las dos llantas. En el carro vas en estado estático. La cicla, por el contrario, te exige movimiento, y acelera la sangre en las venas y fortalece la resistencia del corazón. Las llantas inspiradas giran a toda prisa mientras tu pulso también va al ritmo del alma de la bicicleta.
Suficiente para preferirla.
El otro beneficio es el estrés positivo, te sientes cansado pero muy bien y literalmente te gustaría tragarte el mundo, en cicla, por supuesto. Estás listo entonces para vivir la vida.
Recuerdo a un anciano tomasino (Chocorito, le decían) que paseaba el pueblo en bici. Nunca lo vi transitar a pie, él era un ejemplo de resistencia humana, aunque también del afán de encontrar en la máquina de dos llantas el elixir de la vida. Eduardo Posada Carbó, en El tiempo, alude en su columna de hoy a la anciana chilena de noventa años, que recorre miles de kilómetros todos los días para llevar sus productos al mercado. En Francia hay un anciano mayor de cien años, ciento cuatro años concretamente, que es el actual campeón del récord de la hora, Robert Marchand. Recorrió 22. 547 kilómetros entre competidores longevos.
¿Es la cicla o el ejercicio físico el secreto de la longevidad?
En otras partes del mundo han ocurrido cosas increíbles, políticas de Estado contra la cicla porque según la subjetividad de los gobernantes, la máquina de dos llantas atraía la mirada sexual del hombre cuando era usada por mujeres, a las que se les prohibió el uso de la cicla, en el caso de Irán en el 2016, y en Estados Unidos a finales del siglo XIX, según Posada Carbó.
La bicicleta está de moda, del municipio parten grupos de mujeres y hombres jóvenes para otras poblaciones vecinas casi todos los días; aquí mismo en el centro y sus alrededores se observan a los niños y a los adolescentes felices de volar en dos llantas.
Creo que, por el desorden climático, es el transporte del futuro.
En distancias cortas no es necesario el mototaxismo; además tenemos el milagro de la sombra del mango.
No he logrado comprender todavía porqué la cicla no forma parte del transporte de los chavales cuando van a la escuela, o porqué la administración municipal y también la de los colegios no han hecho convenios para oficializar su uso. Nadie en la zona oriental ha podido persuadir a los estudiantes del peligro que corren en la vía montados y amontonados como hormigas en las mototaxis.
Definitivamente la bicicleta es el transporte del futuro, porque traerá miles de beneficios a la sociedad en los temas de la salud, en la disminución de accidentes de tránsito, habitabilidad, etc. No se descarta la ayuda que prestará al cambio climático y a la vida física de las gentes que la usan.
La bici hay que usarla, disminuye la contaminación, por supuesto a los colegios deberían ir niños y niñas en bicicleta, no se entiende como van a pocas cuadras, unas 20, en Mototaxi.
Hay que hacer ejercicio fortalece físicamente y espiritual.
La bicicleta permite vivir la vida en un equilibrio dinámico permanente. Buen apunte, Pedro, además del valor que se puede hallar desde la neurociencia: el cuerpo alerta, haciendo los ajustes perminentes ante la vida sería su transferencia.