De la maldita soledad 

El caso de Marinella Beretta prendió las alarmas en Italia. Murió sola y su deceso fue descubierto después de dos años de muerta. 

No tenía familiares ni amigos, pero sí vecinos que al dejar de verla intuyeron que se había ido de vacaciones sin despedirse de ellos.   

La información no nos proporciona el número de habitantes para poder imaginar si era una ciudad grande, mediana o pequeña. En sociología hay una categorización y características del tipo de relaciones que se establecen en los grupos primarios tipo Suan en el departamento del Atlántico, o en los grupos secundarios tipo ciudades como Bogotá o Medellín. Dependiendo de las características las relaciones son emocionales -todo el mundo se conoce- o impersonales, nadie se trata con afecto. 

Intuyo que por el comportamiento vecinal las relaciones eran impersonales: buenos días vecina, cómo está o cómo amaneció hoy, etc.  No iban más allá del saludo, lo que podría explicar el hecho social del aislamiento o la indiferencia por el otro. 

En las sociedades caracterizadas por la cultura de masas, se destaca el individualismo, un fenómeno típicamente egoísta y competitivo. El sujeto siempre vive la experiencia de vida como si estuviera dispuesto en el ring, compitiendo contra otro. El éxito es la meta y se desprecia el que no triunfa. 

También son sociedades violentas, en lo físico y en lo psicológico.    

La soledad nos acompaña, aunque estemos acompañados. En la vejez es dramática y en la juventud es más bien una decisión fundada en las alas de la libertad. El abuelo no decide, simplemente es abandonado por todos, a nadie la importa su suerte. Es una relación deshumanizante, porque se le despoja de lo único que le queda: lo humano. 

El caso del fotógrafo suizo, Rene Robert, que cayó en una vía de la ciudad de París y murió de hipotermia porque durante nueve horas nadie lo asistió, es otro ejemplo de las enfermedades mentales de las sociedades de masas. Murió en el desamparo, como la piel y los huesos de un perro viejo. Tenía 84 años.  

Marinella Beretta es otro ejemplo de indiferencia, de la fractura de la red afectiva que salva al hombre de la soledad. Aunque uno podría opinar que uno está muerto si no tiene a nadie e incluso un amigo, que reemplaza todas las ausencias. 

La soledad es un bien preciado, pero en la vejez es una maldición. Ser viejo es estar maldito, es una peste, nadie te quiere. Como le escuche decir una vez a una actriz de la televisión colombina, “la peste es una mierda, una hijueputada.  

Recojo las palabras del alcalde de Como (Italia), Mario Landriscina: “Debe ser un momento de reflexión sobre un ejemplo de soledad que realmente nos debe llevar a mejorar y cambiar ciertas dinámicas.”