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abril 19, 2025

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Una Nueva mirada

El bluyín, un traje roto

“El bluyín ahora es un ripio, una pieza fracturada por la moda y el descuido estético. Parece concebido para la burla y la barbarie, un hueco por allá, otro por acá. Una pieza rota, que es al final, una imagen rota del cuerpo.”

Por: Pedro Conrado Cudriz

El jean siempre fue y ha sido un pantalón para la guerra, para el trabajo duro y la informalidad. Su historia está relacionada con la primera gran guerra, también con la rebeldía juvenil y los movimientos contraculturales como el hipismo de los años 60. Sin embargo, se ha quedado con el transcurrir del tiempo como una pieza cómoda y fuerte, hasta llegar hoy al estado de agonía impuesto por el consumo y la moda. 

Si se piensa en la moda, se piensa de ella como una representación del cuerpo y el consumo de la sociedad, extrañamente homogéneo y universal.  

El bluyín ahora es un ripio, una pieza fracturada por la moda y el descuido estético. Parece concebido para la burla y la barbarie, un hueco por allá, otro por acá. Una pieza rota, que es al final, una imagen rota del cuerpo. 

Lo que puede llamarle la atención a un observador prevenido o desprevenido, de cualquier manera, un lector sensible de la vida y la calle, es la avería de la concepción de la belleza o el lujo, atropellada en la vía pública por los consumistas del nuevo modelo y atrapada en el “abarataje” del caminar, en la superficialidad y en la descuidada presentación de la imagen corporal en la avenida, o quizá estropeada en la desvergüenza del pedazo de piel al aire de la ciudad. 

En la rotura del bluyín puede haber algo de la libertad escamoteada por el pasado en la ya extendida historia de la represión sexual del siglo 19 y también es posible encontrar, rasgos salvajes de erotismo social. 

Si antes el jean formaba parte de la descomplicación,  ahora mismo su uso corresponde a una postura antiestética y vulgar, que ha hundido sus raíces en lo no clásico. 

Alguien dijo que la moda no es racional. 

Lo increíble del fenómeno ripio, es que en su uso no se distinguen las fronteras de las clases sociales, en especial la burguesa, tan cuidadosa en los detalles de la ropa y el vestir de marca y lujo. Ahora todos han terminado siendo unas bestias de la moda.  

Puede ser interesante el posicionamiento de la moda del bluyín roto en la vida juvenil, porque les ha dado una identidad gaseosa, fundada en el consumo ligero de la moda. Los pelaos sienten que pertenecen a algo, aunque oceánico, pero a la larga, algo. Piense en los cortes de pelo o en los cuerpos tatuados de los aficionados al fútbol, en los que es posible encontrar un empobrecimiento progresivo del carácter del individuo, rasgos de su vulnerabilidad y su debilidad identitaria de la personalidad.  

Creo que con la moda ripio del Jeans hemos llegado más lejos de lo imaginado, la gente ha sido programada por el algoritmo del mercado, un ensayo que no tiene fronteras.