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enero 31, 2025

La Primicia Noticias

Una Nueva mirada

Estar vivo

“…piense en la poetisa Wislawce Szymborska: “Cuando pronuncio la palabra futuro, la primera sílaba pertenece al pasado. / Cuando pronuncio la palabra silencio, lo destruyo. / Cuando pronuncio la palabra nada, creo algo que no cabe en ninguna no-existencia.” 

 Por: Pedro Conrado Cudriz

“Sí, solo basta estar vivo, solo eso y punto.” Esta frase, más sentencia que frase, la escuché en el cine, pero no recuerdo el nombre de la película. Bueno, esa es la gran diferencia entre estar vivo y el hecho simple de no estar. Estar vivo es una increíble emoción. Piense en la nada y piense en la poetisa Wislawce Szymborska: “Cuando pronuncio la palabra futuro, la primera sílaba pertenece al pasado. / Cuando pronuncio la palabra silencio, lo destruyo. / Cuando pronuncio la palabra nada, creo algo que no cabe en ninguna no-existencia.” Piense en no haber nacido. No somos nada todavía, no somos alegría ni problema para nadie, ni siquiera para uno mismo. Pero estar vivo es otra cosa, una experiencia fascinante, es como abrir los ojos por primera vez al mundo y sentir que todo es inédito, salvajemente nuevo. Para decirlo de otra manera, es como detenerse por un único instante en la obra La noche estrellada de Van Gogh. Vivir, estar vivo, qué reto. Es mejor estar vivo que no haber nacido, que no ser no-existencia, ni memoria ni recuerdo. Nada. El cuento de estar vivo – cada uno tiene una historia para narrar- es que cada uno de nosotros debe luchar por sobrevivir y en ese acto del animal humano, nos procuramos todo: alegría o tristeza, vacío o llanto. Los que hemos leído la experiencia de Viktor Frankl en los campos de concentración nazi sabemos de lo que se habla cuando hablamos de la vida.  Estar vivo es un arte, como pintar, hacer una escultura, escribir un libro de poemas, amar. Porque la vida es una obra de arte, y esa obra de arte la construimos o transformamos a lo largo del vivir humano. Por eso solo basta estar vivo para sentir la extraordinaria experiencia contraria la muerte, porque podemos mejorar la vida humana, mejorar la realidad, construirla o reconstruirla. ¡Qué vaina la vida! Mi hija Melissa, cuando tenía escasos tres años, me preguntó angustiada por la muerte, me preguntaba: “¿Papi, por qué no se mueve Tibio?” Y no era la quietud de la muerte, era la inmovilidad del perro, no estar, no poder correr ni ladrar, no poder responder. Esa no es la vida, porque la vida es historia, cambio, transformación, mudanza, viveza, protagonismo. Eso es lo fascinante, lo increíble.