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enero 31, 2025

La Primicia Noticias

Una Nueva mirada

Quiénes entienden la aplicación libre de la eutanasia?

“¿Cómo hacían los abuelos para vivir y dormir impensados al lado del ataúd? Es decir, de frente a la muerte . 

Por : Pedro Conrado Cudriz

Lejos de las concepciones jurídicas o religiosas, les comparto mi versión de la aplicación de la eutanasia a la señora Marta Sepúlveda, quien sufre de esclerosis lateral amiotrófica (ELA), una enfermedad grave, terriblemente dolorosa y lo que es peor, incurable. 

El diagnóstico médico le reveló que en tres años moriría sin remedio. El único futuro era el dolor físico y colateralmente el emocional. En cierto tiempo no podría moverse con independencia, no podría comer ni asistir al baño sola, no resistir el dolor, ni vestirse e incluso quedar incapacitada para tragar un bocado de comida.   

Este diagnóstico se ha venido cumpliendo al pie de la letra.  

El concepto de dignidad humana en su existencia, se ha ido disminuyendo hasta alcanzar el 99%. Vivir es decidir y esta facultad la perdió con la enfermedad.  

A doña Marta Sepúlveda se le observa feliz como el paciente en el consultorio de odontología, que muy pronto superará el infernal dolor de una muela. El odontólogo es la cura. ¿Acaso no puede reírse ni ser feliz si aspira al procedimiento médico de la eutanasia? ¿Por eso se le condena y prejuzga? ¿Cuál es el misterio de la risa? ¿Dónde queda la verdadera empatía humana?  

El trino del actor Andrés Parra es una cachetada para la sociedad hipócrita colombiana: “Al que quiere vivir lo matan, y al que se quiere morir lo obligan a vivir”.  

Todavía es la hora que en este país el suicidio, por ejemplo, es una aberración moral, o un pecado. O una monstruosidad personal. ¿Alguien puede atreverse a pensar en la libertad que tiene un sujeto de quitarse la vida por propia iniciativa? ¿En qué momento la muerte es democrática?  

 ¿Por qué alguien que quiere irse tiene que pedirle permiso a una sociedad mentalmente enferma? ¿A caso la libertad no es un derecho constitucional? ¿Quién se preocupa por los niños suicidas de Colombia? ¿Cuántos niños mueren por desnutrición en el país? ¿El Estado, el gobierno o la sociedad hacen algo diferente de quejarse y ser indiferentes?  

Ya doña Marta Sepúlveda no podrá vivir su vida como si no supiera que va a morir en el futuro inmediato. Desde que decidió que sería la eutanasia la que pondría fin a su sufrimiento, la muerte es su real compañera. Ella mantiene una relación especial con la parca, diferente a la relación que tiene con la vida. La vida es sufrimiento, la muerte es la cura. ¡Qué difícil comprender estas cosas!  

Uno vive desprendido de la tragedia y jamás espera que la muerte nos sorprenda, pero a doña Marta, la muerte ya le sacó la lengua y le hizo mofa. ¿Qué puede esperar ella del tiempo? ¿Se leerá el libro que nunca pudo leerse? ¿Irá por última vez a la iglesia? ¿Qué observación le hará ella a Dios? ¿Escuchará solo la música de su preferencia? ¿Y si solo reírse aplaca su tristeza?  

La cercanía consciente de la muerte, nos ubica en otra dimensión del vivir. Ya no somos los mismos, nuestros pensamientos tampoco los son, el mundo lo tendremos atravesado en la garganta, no hay súplica ni arrogancia, solo entrega, y esto quizás nos calme. Para parafrasear al escritor Santiago Gamboa, estar en el vórtice de la vida y la muerte como los poetasEs imaginar el silencio del día después, es ser capaz de quedarse hasta el final, hasta el último instante, sin cerrar los ojos.”