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enero 31, 2025

La Primicia Noticias

Una Nueva mirada

“Las ciudades de los 15 minutos”

Todos tenemos una visión de sí mismos y también la tenemos del territorio donde convivimos. P.C.C

Por: Pedro Conrado Cudriz

En el trópico la furia de los rayos solares puede intimidar a los vecinos, impidiéndoles salir de casa. Sin embargo, contar con la siembra de árboles a lo largo de las calles del pueblo es una bendición climática. Porque a cualquier hora el municipio está cubierto por la sombra de un paragua verde y gigante de mangos.

A mí me gusta caminar las calles de mi pueblo y lo hago desde las cinco de la mañana, cuando salgo a ejercitar el cuerpo. También lo hago por placer desde las cuatro de la tarde, después de ejercitar la mente. No hay cuerpo sano sin menta sana. Eso decían los griegos.

En algunos momentos de la travesía me entretengo a conversar con algunos vecinos y amigos. La felicidad es un entretejido mágico de palabras con sentido entre vecinos y no el dinero ni los aparatos mecánicos como piensa mucha gente.

La felicidad me confesó el escritor y amigo, Ramón Molinares S, en toda la sombra de la puerta de su casa, está en el detalle, en lo mínimo. No hay estados de felicidad grandilocuentes, absolutos.

Conversar es uno de esos pequeños detalles de la felicidad humana, porque la gente se abraza con las palabras, se inventa e intuye el alma de la cuadra. En el pasado, cuando Santo Tomás era todavía una aldea, bueno, una parroquia, los abuelos sacaban desde las tres de la tarde sus taburetes y se sentaban a conversar de cera a cera con sus entrañables vecinos. Se los cogía la noche, pero en sus rostros la sonrisa de la felicidad era poesía. Calma mágica del vivir humano.

Estoy intentando convencerlos de la importancia de andar a pie por el municipio y en distancias que escasamente superen un kilómetro.  Y les confieso la molestia que me causan los conductores de las moto-carros cuando a toda hora ofrecen sus servicios sin esperar que uno los solicite. Es un atrevimiento no de mala educación. Es un acto de la desesperación y la irracionalidad productiva.

Les quiero vender las ciudades de los 5, 10 y 15 minutos, un modelo de ciudad que ya funciona en Europa. Son varios sectores de la ciudad integrados por dos o más barrios para que el ciudadano resuelva con rapidez sus necesidades esenciales a través de la oferta concentrada de los supermercados, escuelas, cafés, cines, hospitales, etc. Yo estoy convencido que Santo Tomás puede adoptar este modelo de ciudad de 15 minutos. A pie o en bicicleta rápidamente estamos en los lugares de compra. Pero los mototaxistas creen lo contrario, creen que para eso están las motos. Esa es la razón por la que ofrecen sin razones culturales sus servicios de transporte.

El tiempo de las “ciudades de aproximación” es la calma, porque el ciudadano no está sometido a la esclavitud de la producción y el vértigo de la modernidad. En ellas no hay prisa, porque en este modelo no hay manera de que la gente se despeine por la brisa del aceleramiento del consumo. ¿Prisa para qué? Esa es la pregunta sustantiva.

Los convivientes de nuestra población deben comprender que Santo Tomás no es una ciudad a pesar de que muchos la aprecian con este estatus. Somos un pueblo interesante, hasta ahí. Lo que en realidad debe preocuparnos es la calidad de vida de todos. Pensar el municipio de esta manera, quizá haga inútil las mototaxis, que serán solo necesarias  para cargar y transportar las compras. Piense, por favor, en el cambio climático.

Sé que a muchos les picará la molestia por estas notas. No son contra nadie en particular, son notas que codifican mi visión del municipio con la intención de ejercer la reflexionar crítica sobre la vida social y cultural nuestra. Puede pensarse que es la verborrea de un vagabundo de las ideas. Y tal vez tengan razón. Pero este es mi pensamiento sobre ciertas cosas que pueden mejorarse entre nosotros. Sí, claro, entiendo que no somos París, ni Suecia, ni Copenhague, ni Ámsterdam. Díganme, ¿qué somos?