Por:Pedro Conrado Cudriz
-Abuelo, quiébralo, pártelo, no seas esclavos del tiempo.
Yo lo escuchaba desde el cuarto, Raúl era casi un niño, no sobrepasaba los 15 años.
-Parte ese maldito reloj, insistió. Para qué quieres saber para dónde viaja el tiempo, abuelo. Déjalo ir, es el verdadero pájaro de la libertad.
Y al abuelo yo lo imaginaba sentado en la mecedora del patio. No le escuchaba decir nada, ni siquiera lo escuchaba desgarrando como era su costumbre.
-No seas necio, niño, dijo entonces el abuelo, el tiempo lo inventó Dios para que los hombres no se perdieran en las ilusiones de sus propios sueños. Es la guía bendita.
Sobrevino el silencio. Yo estaba esperando la respuesta de mi sobrino. Nos envolvió un silencio cómplice. Se detuvieron todas las agujas, las del mar, las de la luna, la de los ríos, las del universo. Tensión de película. Era raro esta conversación en un mundo donde nos despertaban los gallos, o donde la guía de la vida la marcaba la salida del rey sol.
-Abuelo, ¿y quién inventó a Dios?
Nos visitó otro silencio. Yo le escuchaba la respiración. Ninguno de los pájaros prisioneros de las quince jaulas del rancho se atrevió a violarlo.
-Mira Raúl, no sé quién carajo te ha metido estas cosas en la cabeza, seguramente es ese profesor barbudo de filosofía del colegio. Dios no está en discusión.
Me moví para otro lado esperando el disparo.
-Pero abuelo, quien habló de Dios fuiste tú, yo hablé del tiempo.
Y enseguida el abuelo:
-Sí, son inseparables, hijo, Dios y el tiempo, son inseparables.
Era temprano, no quería contar las horas, porque la vida se le va a mucha gente contándolas. ¿Qué hora es? Preguntan, o dicen, Rápido, que nos cogió el tiempo. Me asomé por la ventana, el día lucía lúcido y mejor que todos los días. Borges visitó mis recuerdos y lo visualice en las cuatro paredes de su casa, austera en todo sentido como la retrató Vargas Llosa, Borges agarrado de su bastón, que lo sostenía con firmeza en la tierra. Al leer sus respuestas me lo imaginaba como un personaje, y no como autor, de la literatura mundial, como Aureliano Buendía o Meursault.
Estar contigo, dijo Borges, o no estar contigo es la medida de mi tiempo. Un amigo la citó de memoria.
-Abuelo, el tiempo es invisible a pesar de la mañana, el mediodía, la tarde y la noche. El reloj es innecesario, nos mata la imaginación y los sueños. Imaginar cómo se ilumina el mundo y como se oscurece, abuelo. Era la voz, suave, pausada de Raúl. Sin espinas, paciente.
-Hijo, le contestó el anciano, el tiempo hay que demarcarlo para la producción de la yuca, o la de los huevos de gallina, sino lo haces no se come. O para controlar a los obreros y la producción de las fábricas en las ciudades.
Soy conscientes que hay que cuidar las palabras. Hay que cuidarlas oralmente o por escrito y el abuelo no las malgastaba como lo hacen los políticos.
-Hijo, el reloj es tan necesario como la cuchara de palo.
-No lo discuto, abuelo. Ojalá algún día puedas concebir el tiempo sin la máquina del reloj para que te contagies de su calma.
Hay que aprovechar cada día y dentro de esas 24 Horas Cada oportunidad.
Excelente,filosofia para joderblo cotidiano.
El tiempo es el único que nos da la explicación de todas las cosas que no podemos entender. El tiempo es el verdadero Dios que todos queremos encontrar.
Felicitaciones amigo Pedro.
El tiempo es el único que nos da la explicación de todas las cosas que no podemos entender. El tiempo es el verdadero Dios.
Excelente amigo Pedro.
El tiempo es el único que nos da la explicación de todas las cosas que no podemos entender. El tiempo es el verdadero Dios.
Excelente amigo Pedro.