La democracia es al principio un animal salvaje al que hay que educar poco a poco para poder convertirlo en un animal democrático. E. Drizcu
Por: Pedro Conrado Cudriz
El ciudadano tomasino, igual que el del resto del país, está desvalido e impotente ante un modelo de democracia electoral, que le da lo mismo la deshumanización del hombre.
Al político tradicional colombiano poco le importa la desigualdad de clase, la pobreza material y espiritual de la sociedad y en especial la de los pobres.
Los políticos nuestros están afectados, o enfermos de anomia académica, porque ostentan con orgullo arribista el título universitario a pesar de ser incapaces de comprender el por qué son ciudadanos caníbales. La anomalía anómica no los deja decir nada sustancioso y, sin embargo, se atreven con la mayor normalidad y desvergüenza ciudadana a tener lista la mochila para la compra de votos como quien compra vacas.
El tomasino debería hacer un esfuerzo supremo para comprender el canibalismo político de sus conciudadanos, esos que aspiran a salir electos en elecciones para ejercer el primer cargo público del municipio. ¿Quién es ese compatriota que se atreve a ofrecerle dinero al vecino por el voto? ¿Usted sabe dónde y cómo vive él? ¿Por qué sus condiciones de vida son superiores a las suyas? ¿Por qué compra votos? ¿En verdad el vecino que le compra el sufragio lo aprecia? ¿Comprarle el voto no es finalmente un acto de odio y desprecio? (1)
Yo creo que el comprador de votos, los compra no solo porque es un desadaptado de las reglas de juego de la convivencia política humana, o porque es un acomodado al sistema como dicen los normales; compra sufragios porque es un profesional incapaz de transformar sin clientela las micro-realidades que ayudan a la sociedad a salir del hueco que la politiquería le hizo a la mayoría del pueblo colombiano.
Uno escucha al candidato decir siempre el mismo diagnóstico de hace siglos, las mismas promesas huecas formuladas en la mecánica improductiva del pensamiento burocratizado del sistema. Ciudadanos que se postulan a participar electoralmente en las elecciones como jugadores de dominó de la casa Chichí. No toman en serio la palabra ni la postulación a la elección popular.
No nos asombran porque se sostienen en el mismo discurso cotidiano del barrio y de las viejas y obsoletas amistades políticas.
El ciudadano candidato debe ser un averiguador de la vida ajena, una especie de chismoso sociológico, debe conocer todos los vericuetos del territorio, las marginalidades sociales que lo enferman, los problemas serios de la educación y la salud, debe ser consciente de las ausencias de las políticas públicas en la vida de los niños, los adolescentes y los jóvenes, tiene que tener una concepción de la familia y ser un estudioso de las realidades de la sociedad histórica; conocer las estadísticas problemáticas de la población, tener una concepción de la cultura y de la importancia de los libros y la biblioteca en la vida de los chavales y en general en el mundo; debe tener también estrategias para solucionar algunos de los problemas más dramáticos del vivir humano; en fin, ser un pensador y solucionador de las realidades congeladas del municipio.
En medio de la dramática situación social y la baraúnda que nos ha tocado vivir, necesitamos un alcalde extraordinario, un loco que haga lo impensado y lejos de las posaderas de la burocracia irracional conocida. Alguien que en realidad cambie algunas cosas para no seguir en el pasado, alguien capaz de tener el hacha en las manos para cortarle la cabeza a los problemas de siempre. El problema serio de Santo Tomás, y de la nación, es que estamos prisioneros de un sistema absurdo y políticamente clientelista e inestable también en medio del extraño equilibrio conservador de poder del régimen; necesitamos a alguien que se reconozca en los derechos humanos y que empiece a aplicarlos. Pero el animal político nos gobierna y no sé hasta cuando nos aplastará la esperanza.
- Ver en La Primicia mi artículo titulado La dignidad y la política de marzo 4-2023. En él comparto mi hipótesis sobre el odio y la compra del voto.
Gracias por la reflexion