Por: Pedro Conrado Cudriz
“No camines detrás de mí… no andes delante de mí… Simplemente camina a mi lado y sé mi amigo.” Albert Camus.
La pasión es un estado perturbador, piense nada más en el amor para intentar entenderla. En el arte el amor no deja de serlo por lo obsesivo y lo vehemente que es. Es arrasador, algunos hablan de locura. Y el amor en cualquier parte es de locos. Cómo dijo Charles Bukowski: “Hay que ser valiente y un poco loco para abrir el corazón y dárselo a alguien.” Pero es lo que nos mantiene con vida, lo que nos agarra a un mundo estrafalario, caótico y peligroso. Sin esta locura nadie se encerraría por meses a escribir una novela como lo hizo Gabriel García Márquez con Cien años de soledad.
La pasión del arte la reconocemos en el otro sin mucho esfuerzo, no importa si es un pintor, poeta, novelista, músico. No importa. Todos tienen algo de locos. El reconocimiento del arte nos empuja, nos conduce a un espacio abierto, solidario, cooperativo para compartir lo que hacemos.
Fallarle a la empatía artística es una debilidad tectónica en nuestra formación cultural. Y no es solo una falla nuestra, es también una falla de la formación integral ciudadana. Es el no reconocimiento al hecho verificable que somos seres especiales, un poco asimétricos con relación a los otros, es decir, de aquellos seres que carecen de estas pasiones extraordinarias. Y en razón de esta singularidad especial, “inconsciente,” nos decidimos a ir al encuentro de las citas del arte. En este sentido, hay dos clases de artistas: los que solo observan el evento a través de las ventanas de las redes sociales y los solidarios por naturaleza. Los primeros son seres depresivos, y no en sentido patológico sino existencial, los segundos son unos gozones de la vida y el arte.
Yo comprendo lo que significa salir de casa, la comodidad generosa que nos brindan las cuatro parades; entiendo las flaquezas de la voluntad de hierro cuando nos sentamos a escribir algo o nos encerramos a crear una pintura, un poema, una novela, o ir al evento de arte de los amigos; asimilo muy bien el deseo que tenemos todos de ver una película en casa. Todo esto lo comprendo, pero dejar pasar por las nubes una invitación artística para encontrarte o reencontraste con los amigos, puede ser peligroso para el alma, o para nuestras esencias.
La amistad en el arte no se desahucia como se hace con ciertos objetos inútiles. Por supuesto, la amistad en términos generales no es obligatoria ni medible. Esto es indiscutible. Lo que no entiendo es el aislamiento, el vivir en soledad y la voluntad de marginarse de la pasión creativa de los colegas como los poetas, los escritores, o los pintores, o los danzantes, por ejemplo – Los fanáticos al fútbol se mueren por ir al estadio. Y no es una reflexión para terminar en algo así como un club social; es simple solidaridad con la pasión que nos mantiene colgados vivos de la malla del mundo. ¿Y si no existiera el arte? ¿Y si fuéramos unos simples ciudadanos? ¿Qué sería del lugar donde vivimos? ¿Qué sería de nuestras vidas? ¿A través de qué nos reconoceríamos?
El arte es el camino,es la tabla
Identificado con su escrito, los que amamos el arte sabemos lo que significan aquellos espacios con los que soñamos unos pocos, donde se pueda exponer, admirar, y disfrutar del arte y cada una de sus formas.
Somos pluridimencionales en la pasión. El arte poético de un Homero o de aborigen , el deporte, la oratoria de un de un Gaitán que despierta la lucha por la verdad , la justicia y la paz , la creatividad en el contexto educativo que activa el interés por hallar nuevos caminos , los cantos rústicos de frescura natural de una Irene Martinez, Lo clásico de un Beethoven, los trabajos de un coterráneo que roba nuestra admiración… todos ellos reunidos en esta lista que podría se interminable llegan a ser nuestros amigos por ser universales en el tiempo y el espacio. No importa que correspondan a tiempos remotos y a lugares lejanos que nunca hayamos caminado , todos se convierten en nuestros amigos , incitando nuestras pasiones. Las alas de nuestra imaginación nos pasean como niños sorprendidos ante mundos nuevos .
Es que, creo yo, que de locos todos tenemos un poco.
Excelente. La cita presencial con los artistas y las artes debe ser como la cita que tenemos para nacer y morir: infaltable